México

Los vecinos ven abusos

Sandra Cuevas quiere quedarse la alameda en Santa María La Rivera por la mala, acusan

25/02/2023 - 4:35 pm

A días de la protesta con baile y música que derivó en agresiones a habitantes de Santa María la Ribera, comerciantes, y locatarios critican a la Alcaldesa de Cuauhtémoc en la Ciudad de México por impedir que un sonidero toque todos los domingos cerca del Kiosko Morisco, como lo ha hecho durante años.

Ciudad de México, 25 de febrero (SinEmbargo).– Vecinas y vecinos de la colonia Santa María la Ribera acusan a la Alcaldesa Sandra Cuevas Nieves de abusar de su poder al prohibir la instalación del sonidero en la explanada del Kiosco Morisco, actividad que cada domingo desde hace 12 años convoca a decenas de personas a bailar, principalmente de la tercera edad.

Funcionarios de la Alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, comenzaron a intimidar a los promotores del sonidero hace dos semanas impidiéndoles conectar sus aparatos para reproducir música y usar el espacio público. Por eso, el 19 de febrero decenas de habitantes protestaron tocando instrumentos musicales y bailando frente a un edificio de la calle Jaime Torres Bodet,  donde, según han reportado medios, la Alcaldesa tiene un departamento.

Ese día personal de la Alcaldía golpeó a vecinas y vecinos, incluido un menor de edad, y manifestante denunciaron que policías decomisaron su equipo de sonido. Los actos derivaron en el despido del director general de Gobierno local, Salvador Santiago Salazar, y del director de imagen y mantenimiento del espacio público, Ariel González Gama, este último fue fotografiado agrediendo a manifestantes.

Sandra Cuevas justificó la decisión de prohibir el sonidero asegurando que quienes lo manejan se negaron a bajar el volumen, pero vecinas y vecinos opinan que el problema principal no es ni el ruido ni la presencia de bailarines los domingos en la alameda, si no la intolerancia de la Alcaldesa.

«La gente baila y vienen muchos a verlos. La música no es fuerte, vecinos de alrededor no se han quejado, además son sólo unas horas, de 12 a seis de la tarde «, dice Seferina Conde, quien desde hace más de 20 años vive en la colonia Santa María la Ribera y todos los días se sienta en la alameda para tomar el sol.

Seferina Conde, con más de 20 años viviendo en la colonia Santa María la Ribera, se opone a la decisión de quitar el sonidero. Foto: Montserrat Antúnez, SinEmbargo.

Ella, como sus vecinos y vecinas, dice estar enojada porque la Alcaldía no escuchó las opiniones de quienes tienen años viviendo en la zona.

“Estamos molestas con la Alcaldesa, nosotras decimos, ¿por qué se vino a vivir aquí? Ahora se quiere apropiar de la alameda, del kiosko, quieren echar fuera a todos. El baile tiene años y es un lugar a donde la gente viene a divertirse. ¿Qué tiene de malo? Sólo le molesta a la Alcaldesa y ya hizo un desorden golpeando a la gente, eso no se vale», agregó.

Susana Díaz, habitante de la colonia desde hace al menos 60 años, consideró que las protestas continuarán porque para cientos de familias el sonidero es una tradición. Ella, por ejemplo, cuenta que se sumará a las manifestaciones porque acostumbraba llevar a su mamá y papá de más de 80 años a bailar y, algunos días, sólo a comprar un helado o sentarse para observar a las y los demás, por eso critica la decisión de prohibirlo.

«Esta señora [Sandra Cuevas] está abusando de su poder, yo creo que le falta tacto, llegar a la gente y escucharla, negociar y que sí se les dé permiso», opinó.

La Alcaldesa aseguró el domingo que no se retractará pese a las protestas. «A mí no me mueven en lo absoluto, por mí se pueden manifestar los domingos que quieran, y también los sábados y entre semana, pero la decisión no va a cambiar”, aseguró a medios. Días después dijo que una vez finalizada su gestión dejará la política: “En el 2024 nos retiramos de la política porque no soy una política tradicional, pero antes haré todo lo que sea posible para que Claudia Sheinbaum Pardo no sea presidenta y para que se gane la Ciudad de México con la alianza”.

Comerciantes de la zona dijeron estar molestos por cómo se reprimió la protesta del domingo y la criminalización de quienes bailan cada fin de semana y quienes, según dijo Sandra Cuevas «son no más de 20 personas».

Ximena Carrera vende dulces en la alameda de Santa María la Ribera, frente a la calle Jaime Torres Bodet donde se realizó la protesta del fin de semana pasado. Ella critica a la funcionaria por ignorar los intereses de las y los habitantes de la colonia.

«No estoy de acuerdo. Ella dice que son 20 personas [quienes cada domingo se reúnen para bailar], ni de chiste son 20, son más de 50, hasta más de 100. Vienen personas muy apasionadas al baile, con sus vestuarios, con tacones. [La Alcaldesa] se siente con el derecho para hacer a un lado a las personas que llevan más tiempo, pero es muy injusto. Deberían quedarse».

En el mismo sentido opina Sonia García, otra vecina de la zona. «No se vale, no tienen por qué prohibir que bailen, ¿o es porque son de la tercera edad y no valen?», cuestionó.

En el Kisko Morisco los domingos, como todos los días, se reúnen decenas de familias. Foto: Montserrat Antúnez, SinEmbargo.

«Es una actividad familiar, no está bien quitarla. No sé qué le pasó a Sandra Cuevas», se pregunta Eva Serrano, trabajadora de una papelería frente al Kiosco Morisco.

La represión de la Alcaldía también envió un mensaje a quienes trabajan en la zona, pues el día de la protesta la Librería Volcana Lugar Común recibió un citatorio para una inspección del Instituto de Verificación Administrativa (Invea), esto sólo dos horas después de resguardar a algunos músicos para evitar el robo de sus instrumentos.

Aunque la revisión se realizó este lunes sin percances, el centro cultural se pronunció «contra cualquier acto de amedrentamiento, de intimidación y de violencia institucional y de grupos de choque contra la población que lucha y defiende lo que es suyo».

Con este antecedente, ahora algunos comerciantes de la zona reconocieron que temen pronunciarse. «[Si hablamos] nos metemos en problemas, imagínate si así ya tenemos problemas», comentó uno de ellos.

A esto se suman las acusaciones de autoridades de la Alcaldía Cuauhtémoc principalmente contra Joel García, un militar retirado a cargo del Sonido Sincelejo que desde hace años musicaliza los bailes del domingo frente al Kiosco Morisco. Sandra Cuevas lo señaló públicamente por supuestamente vender alcohol y sustancias ilegales. Esa fue una de las razones con las que argumentó la decisión de retirar al sonidero.

Se cuestionó a la Alcaldía y a la Fiscalía General de Justicia capitalina si ya formalizaron una denuncia por el tema, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Estos señalamientos sorprenden a vecinos a favor y en contra de la instalación del sonidero. «No creo [las acusaciones de la Alcaldía contra el Sonido Sincelejo]. No he visto la venta de eso, quien lleva el control del sonido siempre pide que no estén tomando o podrían llamar a la policía. Aquí en el parque a veces huele a mariguana, pero no, no es el sonidero», dice Gabriel García Rendon, habitante de la colonia desde hace 30 años.

Como él, hay vecinos que no comparten el gusto por la música en la alameda, pero cuestionan cómo se ha prohibido su instalación y reconocen que es una actividad que muchas personas disfrutan.

«A mí no me gusta por el ruido, pero soy tolerante, yo creo que todos debemos serlo. Si me molesta me voy y respeto, no por eso estoy de acuerdo con que los golpeen o los quiten, al final viene mucha gente y le da vida a la colonia», dijo José Enrique, quien vive desde hace 77 años en Santa María la Ribera.

Por su parte, para Manuel Padilla, vecino de la Alcaldía, el Gobierno de Sandra Cuevas tiene «cosas más importantes por resolver», como el ruido que producen las construcciones de grandes edificios, cada vez más frecuentes en la demarcación.

La Alcaldía ha hecho reparaciones en la alameda con las que vecinos sí están de acuerdo. Foto: Montserrat Antúnez, SinEmbargo.

La prohibición del baile y el sonido en Santa María de Ribera se suma a una serie de escándalos protagonizados desde el año pasado por la Alcaldesa que llegó al poder con la alianza de los partidos PRI-PAN-PRD.

«Sandra Cuevas tiene muchos antecedentes de abusar de su poder», recuerda la locataria Susana Díaz.

A finales de enero, por ejemplo, fueron encontrados en la Oficina de Desarrollo y Bienestar de la Alcaldía varios paquetes con lonas y miles de volantes en contra de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo. La Alcaldesa reconoció que “se volantean todos los días”, lo cual apuntaría a un posible uso de recursos públicos para difundir esta propaganda; por este caso el Contralor General, Juan José Serrano, anunció que dará vista a la Fiscalía General de Justicia.

Este no es un hecho aislado, en febrero pasado fue denunciada por  la agresión a dos policías capitalinos, que casi le cuesta su cargo y por la cual ofreció disculpas en dos ocasiones por orden de un Juez. Además de la disculpa, el Juez que llevó el caso le ordenó tomar un curso para el manejo de la ira.

Entre las decisiones de su gestión que han sido cuestionadas está la eliminación de un mural en el Mercado Juárez. También ordenó borrar las tipografías y dibujos clásicos con los que se ilustraba cada puesto ambulante en la capital mexicana, considerado arte popular, en su lugar ordenó colocar un logotipo gris y su logo, lo cual valió críticas de vecinos, organizaciones, colectivos y especialistas en temas de arte quienes la acusaron de no valorar la cultura popular y el sello de identidad que representa para los mexicanos.

Algo similar pasa ahora en la Alameda Santa María la Ribera, donde habitantes acusan que la Alcaldía señala a quienes respaldan el baile e instalación del sonido por dar “mala imagen”, así lo expuso durante la protesta del domingo el vecino Luis Ángel Salas Ramírez, quien también detalló que esta afirmación la escuchó en una reunión con funcionarios de Cuauhtémoc a inicios de febrero.

Aunque Israel Quiroz, director general de Servicios Urbanos de la Alcaldía, acusó ese día a las y los vecinos de no aceptar la oferta de habilitar un centro de cultura y un deportivo de Alcaldía para bailar, locatarios como Joel García, encargado del Sonido Sincelejo, descartan esa opción por los años donde, a través del baile, han formado comunidad en la alameda.

«[El sonidero y el baile] es un espectáculo para todos nosotros. No se toma, no se fuma. Espero que se pueda alcanzar un equilibrio porque la calle no es de nadie, la calle es de todos. Yo creo que se debe negociar, que se respete tanto la autoridad como el espacio», asegura la vecina Susana García.

Montserrat Antúnez
Periodista. Comprometida con comunicar temas sobre acceso a la justicia y derechos humanos. Trabaja por un periodismo con perspectiva de género y que respete la dignidad de las personas.
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