Alejandro Calvillo
22/02/2023 - 12:05 am
¿Y la dignidad de la Academia Mexicana de Ciencias?
¿Cómo las dos empresas que tienen la mayor responsabilidad de haber convertido a los mexicanos en los mayores consumidores de bebidas azucaradas en el mundo pueden patrocinar un curso para hablar de Obesidad, de sus determinantes y de supuestas “nuevas estrategias para su manejo”?
Pareciera una broma, una nota del día de los inocentes, pero no fue así. La Academia Mexicana de Ciencias (AMC) de nuestro país, este país, donde el consumo de bebidas azucaradas ha llegado a ser el mayor en el mundo, donde las bebidas azucaradas representan el 70 por ciento de los azúcares añadidos en la dieta de la población, donde el consumo de estas bebidas se asocia claramente a las declaradas emergencias epidemiológicas de obesidad y diabetes, donde este consumo se asocia con 40 mil muertes anuales, aquí, la AMC anuncia su curso: “Obesidad: determinantes y nuevas estrategias para su manejo” patrocinado por Coca-Cola FEMSA. No es una broma, así es y así está la AMC.
Si revisamos las recomendaciones de la Asamblea Mundial de la Salud desde la Estrategia Global de Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud de 2004, hasta las más recientes referidas a las enfermedades crónicas no transmisibles, encontraremos que se recomienda, en todas ellas, reducir el consumo de bebidas azucaradas, como una estrategia central para combatir la obesidad y, con ella, todas sus consecuencias.
¿Cómo las dos empresas que tienen la mayor responsabilidad de haber convertido a los mexicanos en los mayores consumidores de bebidas azucaradas en el mundo pueden patrocinar un curso para hablar de Obesidad, de sus determinantes y de supuestas “nuevas estrategias para su manejo”? Sabemos que estas iniciativas, este curso, se realiza para desviar la atención de la responsabilidad que tienen sus productos en esta epidemia, para poner toda la responsabilidad en las personas y no en la composición de sus productos, no en sus inversiones multimillonarias en publicidad, no en sus estrategias de mercadeo y en sus estrategias para cooptar las políticas públicas y a cuerpos científicos.
Hay una explicación, los intereses corporativos llevan a las empresas responsables de un daño en salud a patrocinar un curso para hablar de ese daño con el objetivo de desviar la atención de sus responsabilidades. Lo que no encuentra explicación, al menos en un principio, es que una entidad como la Academia Mexicana de Ciencias se preste a realizar un curso sobre obesidad patrocinado por esas empresas.
La única explicación es que la AMC haya sido cooptada como parte de la estrategia de estas empresas y, con ello, sirva a sus intereses en contra de la evidencia científica, el interés público y el derecho a la salud. Otra academia, con la cual ha tenido relación la AMC, es la Academia Nacional de Medicina (ANM) y es a ella a la que debería acudir para organizar este tipo de cursos y no a empresas que tienen un profundo conflicto de interés. La ANM, junto con la Universidad Nacional Autónoma de México, realizó un enorme trabajo coordinando 17 instituciones que concluyó en un libro titulado “Obesidad en México: Recomendaciones para una política de Estado”. Una de sus principales recomendaciones es implementar políticas para bajar el consumo de bebidas azucaradas- medidas a las que, activamente, se ha opuesto Coca-Cola FEMSA- y evitar el conflicto de interés en el hacer científico.
El consumo de tabaco, de alcohol, de comida chatarra y bebidas azucaradas es una de las principales causas de las enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, etc.) que son la principal causa de enfermedad y muerte. Estas se diferencian de las enfermedades crónicas transmisibles que son trasmitidas por animales, insectos, virus.
Diversos científicos han empezado a señalar que las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles en realidad sí son transmitidas por las prácticas de las grandes corporaciones globales del tabaco, el alcohol, la comida chatarra y las bebidas azucaradas. Señalan que las inmensas cantidades, millonarias, invertidas en publicidad que establecen el consumo de estos productos como un modelo de vida vinculado a la juventud, la libertad, la felicidad, etc.; sus estrategias de mercadotecnia para disponer estos productos en todo lugar, en muchos casos más disponibles que el agua misma; la capacidad de estas corporaciones para capturar las políticas públicas y a cuerpos científicos; el uso de patrocinios para cooptar asociaciones científicas; todo ello contribuye a considerar a estas corporaciones como transmisores de estas enfermedades, a considerarlas como vectores, vectores corporativos.
Antes que la AMC, el propio Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) había sido la instancia capturada por Coca-Cola. Al entrar esta administración, Conacyt ya llevaba alrededor de 40 años otorgando en alianza con Coca-Cola, el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos. De esta manera Conacyt, el máximo órgano del Estado mexicano en promover la investigación científica y tecnológica le daba el respaldo a Coca-Cola, a la empresa que estaba identificada por tener uno de los mayores impactos negativos en la salud de los mexicanos. La nueva administración de Conacyt rompió el acuerdo con Coca-Cola.
A partir de ahí, Coca-Cola, encontró en la AMC un aliado para continuar con el maquillaje y la estrategia de cooptar a cuerpos científicos a la vez que se permitía desviar la atención de la responsabilidad de sus productos y prácticas mercadológicas en los daños a la salud. El Instituto de Bebidas de Coca-Cola de México, en alianza con la Academia Mexicana de Ciencias ha continuado lanzando el Premio Nacional en Ciencia y Tecnología de Alimentos que ha llegado a su edición 45. La antigüedad de este premio, da idea del tiempo de cooptación, primero de Conacyt y ahora de la AMC por parte de la refresquera.
Existe la ciencia de interés público y esa no está en la Academia Mexicana de Ciencias, al menos no en materia de salud pública. La Sociedad Latinoamericana de Nutrición canceló los patrocinios de empresas que producen alimentos y bebidas no saludables y así lo han hecho en muy diversas naciones asociaciones de profesionales de la salud. Desde la propia Organización Mundial de la Salud hasta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico se establecen criterios claros para evitar el conflicto de interés. Es posible rescatar a la AMC de estas alianzas que la más mínima ética no permite.
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