La agroindustria celebró que el nuevo decreto presidencial elimine la fecha límite para prohibir la importación del maíz amarillo transgénico para uso industrial y animal, una decisión que el colectivo Sin Maíz no hay País atribuye a la presión del Gobierno de EU y a empresas trasnacionales a través del T-MEC.
Ciudad de México, 18 de febrero (SinEmbargo).– En la actualización del decreto publicado esta semana se mantuvo la prohibición del herbicida glifosato para 2024 y del maíz transgénico para producir tortillas, lo que despertó malestar entre legisladores estadounidenses.
Pero ante la presión del Gobierno de EU y empresas vía T-MEC, se observan concesiones como eliminar el principio de precaución y quitar la fecha límite de 2025 para prohibir el maíz amarillo para uso industrial y de forraje para ganado, determinó el colectivo Sin Maíz no hay País, por lo que urgió a un etiquetado claro sobre el contenido de transgénicos en productos.
«Cedimos a la presión de Estados Unidos sobre la imposición de vendernos su maíz amarillo transgénico, ellos tienen una sobreproducción de ello y, sin importar nuestras necesidades alimentarias y culturales del país, nos lo impusieron. Si aquí se generó el maíz, ¿por qué tenemos que estar importando maíz amarillo genéticamente modificado?», planteó en entrevista Leticia López Zepeda, directora de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC).
Por su parte, el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), que representa a la agroindustria, celebró que el nuevo decreto «garantice» el abasto de maíz amarillo transgénico para la agroindustria; se acote al maíz y no regule la soya (también transgénica) y elimine la fecha límite para prohibir el uso de maíz amarillo genéticamente modificado para consumo animal e industrial hasta que se logre la autosuficiencia. México produce maíz blanco para tortilla, pero aún importa el amarillo principalmente de EU.
En tanto, pese a las enfermedades registradas en jornaleros mexicanos que usan plaguicidas, el CNA rechazó que el maíz transgénico y el glifosato sean dañinos para la salud, y cuestionó las alternativas de agroecología presentadas por el Conacyt.
Este Consejo ha realizado una serie de gacetas para el manejo agroecológico de malezas en los cultivos y hay una industria emergente de pequeñas empresas que ofrecen bioinsumos comerciales para producción de alimentos a gran escala sin efectos nocivos para la salud humana y ambiental.
#Comunicado | El CNA reitera que las decisiones respecto al sector deben estar basadas en ciencia para garantizar la seguridad alimentaria de los mexicanos. pic.twitter.com/S0GRnf0KMl
— Consejo Nacional Agropecuario (@CNAgropecuario) February 15, 2023
LOS CLAROSCUROS DEL DECRETO
En México el maíz es el principal alimento y tiene connotaciones culturales que son base de la identidad de millones de personas. En Estados Unidos, en cambio, el maíz es una mercancía y un insumo para forraje y para elaborar productos ultraprocesado.
La actual polémica con Estados Unidos muestra que los tratados de libre comercio «ponen en riesgo la soberanía» de los países cuando alguna de las partes está en situación de desventaja, planteó el colectivo Sin Maíz no hay País en un comunicado en conjunto.
A partir de un análisis comparativo del decreto presidencial de diciembre de 2020 y de febrero de 2023, el colectivo observó que se mantiene la restricción que impide al Gobierno federal adquirir maíz genéticamente modificado para consumo humano.
Además, en el artículo 4 se recorrió la fecha para dejar de importar glifosato de enero al 31 de marzo de 2024, un herbicida en cultivos potencialmente cancerígeno cuya alternativa agroecológica la está investigando el Conacyt.
Diversos funcionarios de Estados Unidos han señalado que México tendrá que presentar evidencias científicas sobre los posibles daños a la salud que sustente su prohibición del maíz transgénico.
Este día, el Presidente Andrés Manuel López Obrador rechazó que el actual decreto genere «ruptura» con EU, pero miembros de la Cámara de Representantes pidieron a la representante comercial de EU, Katherine Tai, y al secretario de Agricultura, Tom Vilsack, iniciar una disputa comercial con México.
«Es hora de hacer cumplir agresivamente el T-MEC iniciando una disputa formal contra estas medidas. Debemos comprometernos con el Gobierno de México desde una posición de fortaleza, no de debilidad. El tiempo es esencial ya que los agricultores planifican la temporada de siembra de 2023», dijeron en una misiva en representación de los productores del Corn Belt.
En el nuevo decreto se señala que “en los últimos años, distintas investigaciones científicas han alertado que el glifosato tiene efectos nocivos en la salud de los seres humanos, el medioambiente y la diversidad biológica, y ha sido identificado como probable carcinogénico en humanos por la Agencia Internacional de Investigación de Cáncer”, pero no es aceptado por los maiceros estadounidenses ni empresas como Bayer-Monsanto.
Sin embargo, ante la advertencia del Gobierno de Joe Biden de ir a paneles, se eliminó de este decreto actualizado la importancia del «principio de precaución» para prevenir daños graves o irreversibles a la contaminación de las 55 razas de maíces nativos de México, a la salud humana y a la del ambiente, esto es, una herramienta para proteger la biodiversidad.
«Se mantiene la promesa presidencial de prohibir la utilización de maíz transgénico para la alimentación humana. Pero haber quitado el principio de precaución nos parece un error y se sustituye la referencia al derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad», dijo en entrevista Fernando Bejarano, director de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (RAPAM), ya que era el argumento central que México debía sostener en la polémica con Estados Unidos previa a abrir paneles de controversia.
Además, dijo Bejarano, se mantiene la puerta abierta para la importación del maíz amarillo transgénico para uso industrial y de ganado hasta que aumente la producción nacional de maíz amarillo, decisión donde intervino «la presión de los norteamericanos como el Secretario de Agricultura, los senadores y las empresas trasnacionales que tienen estos paquetes tecnológicos».
URGEN ETIQUETADO EN PRODUCTOS
El nuevo decreto señala que será responsabilidad de quien utilice el maíz amarillo transgénico que éste no tenga como destino la cadena de la masa y la tortilla, sino el forraje para ganado y agroindustria. Sin embargo, estudios de la UAM, Conacyt y la Asociación de Consumidores Orgánicos han encontrado glifosato y transgénicos en las tortillas por lo que «se está usando maíz amarillo transgénico en las harinas industrializadas para la elaboración de tortillas, por tanto habrían fallado los controles por parte del Gobierno», determinó Sin Maíz No hay País.
Blanca Mejía Castillo, de la asociación de tortillerías en México, enfatizó que son las empresas harineras las que utilizan el maíz transgénico para producir tortillas, clave en la alimentación mexicana.
«Las empresas harineras tienen el acceso a la importación de esos maíces y a su uso, porque un industrial de la masa y la tortilla no podemos hacer compras en tanto volúmen, cómo vamos a importar maíz», afirmó vía telefónica.
Ante ello, el coletivo requirió a autoridades sanitarias como Senasica y Cofepris establecer controles a partir de leyes y reglamentos que incluyan sanciones, y asignar un presupuesto para que se cumpla con la inspección de origen y destino del maíz importado.
Para lograrlo, se recomienda el etiquetado informativo de los productos procesados que contengan transgénicos importados como se hace en la Unión Europea. Esto permitirá que las personas consumidoras sepan qué llevan a su mesa.
«Tenemos que abordar con mucho cuidado el etiquetado. Si estamos consumiendo frituras o alimentos ultraprocesados, debe señalarse que es de un maíz transgénico para tener la posibilidad de decidir», dijo Leticia López, del ANEC.