Alejandro Calvillo
15/02/2023 - 12:05 am
#ChatarraInfluencers, el gran contubernio
"Las agencias de publicidad, las plataformas y los influencers entran a esta práctica que viola derechos de los consumidores".
https://www.youtube.com/watch?v=1s006f9pE1g
Han entrado en contubernio las grandes corporaciones globales de la comida chatarra como Nestlé, Coca-Cola, Kellogg’s, KFC, Danone, entre otros, con agencias de publicidad e influencers, e incluso con tutores de influencers infantiles, para realizar publicidad prohibida.
Desde 2008 el máximo órgano de salud en el Planeta, la Organización Mundial de la Salud, realizó un llamado urgente a proteger a la infancia de la comida chatarra y las bebidas azucaradas con el fin de detener la epidemia de sobrepeso y obesidad infantil nunca antes presente en la historia de la humanidad. Entre las medidas que llamó a implementar está la prohibición de la publicidad de estos productos a niños, niñas y adolescentes. Varios gobiernos comenzaron a tomar medidas, pero siempre, las grandes corporaciones de la chatarra encuentran por donde violar esos objetivos y seguir manteniendo sus ganancias a cualquier costo. Y es que aquí que aparecen los #ChatarraInfluencers.
Madres de familia, jóvenes y, principalmente, niñas influencers publicitando el consumo de productos que no son recomendables para niños y niñas para sus pares. Y esta promoción se da como si fuera una recomendación del influencer a sus seguidores que creen y admiran a esas personas como modelos a seguir. Y detrás están estas grandes corporaciones globales.
Las corporaciones de la chatarra que ven regulada su publicidad dirigida a menores en otros medios como la televisión y el cine, encuentran en este medio como seguir con sus prácticas, a pesar que desde hace más de 15 años se comprometieron públicamente a no hacerlo. Por su parte, las agencias de publicidad, las plataformas y los influencers entran a esta práctica que viola derechos de los consumidores, de la infancia y el derecho a la salud con el único fin de enriquecerse. Las y los influencers, reciben un pago en dinero o en especie, y comunican la publicidad como si fuera una recomendación personal, aprovechando el grado de influencia que tienen sobre sus seguidores. La dimensión del problema puede vislumbrarse en el reporte elaborado por la organización Tec-Check, enfocada en la defensa de los consumidores en línea: https://issuu.com/elpoderdelconsumidor/docs/chatarra_influencer
Para quien no está habituado a navegar por este mundo les sorprenderá encontrarse con influencers infantiles, que cuentan con cientos de miles de seguidores, publicitando un producto que se vende como cereal, lleno de azúcar, elaborado en base a harina refinada, lleno de saborizantes y colorantes artificiales, cantando un jingle sobre el producto. Algunos aspectos de esa publicidad encubierta: obviamente el anuncio contó con la producción del jingle; la influencer, o alguien más, realizó la coreografía. El pago que recibió fue, sin duda, significativo; la agencia de publicidad se llevó su parte, y la empresa Kellogg's viene a ser la principal responsable de esta estrategia que viola los principios establecidos internacional y nacionalmente.
Desde 2008 las mayores corporaciones de alimentos y bebidas se comprometieron ante la entonces directora general de la Organización Mundial de la Salud, la Dra. Margaret Chan, a no realizar publicidad de alimentos y bebidas no saludables a menores de 12 años. La evidencia era muy clara: miles de estudios demostraban que la avalancha de publicidad de estos productos por todos los medios es un elemento que contribuye a la epidemia de sobrepeso y obesidad infantil, nunca antes vista.
La autorregulación que propuso la industria no funcionó, como era de esperar, cada empresa realizó sus criterios para determinar que se podía publicitar a niños y niñas y que no. Kellogg’s estableció sus criterios de tal manera que su cereal con más azúcar, las Zucaritas, que se había introducido en gran parte del mundo sustituyendo a los cereales integrales como la avena, la cebada y el amaranto, entre otros, cumpliera y pudiera seguirse anunciando. No importaba que el 40% del peso del producto fuera azúcar y el resto harina refinada, los criterios de Kellogg’s permitían seguir publicitándolo a los niños, ya había logrado que el Tigre Toño, personaje creado para reforzar el enganche a los niños al consumo del producto, se volviera uno de los personajes más reconocidos internacionalmente.
Por su parte, Coca-Cola, a pesar de sus compromisos, continuó con su captura de la navidad y Santa Claus en muchos países, uno de los mayores símbolos asociados a la familia, la paz, el encuentro y el amor en la sociedad de hiperconsumo. Coca- Cola ha continuado utilizando estos símbolos, estableciendo grandes árboles de navidad en las plazas públicas, realizando desfiles navideños marcados con su logo y regalando sus bebidas, presentando a Santa Claus con los colores de su marca, etcétera. Santa Claus y la navidad como icono de su bebida que representa la mayor ingesta de azúcar para una parte importante de la población contribuyendo de manera significativa a los altos índices de diabetes.
Ante la farsa de la autorregulación, algunas naciones comenzaron a implementar regulaciones contra esta publicidad, y la propia Organización Mundial de la Salud siguió reiterando, una y otra vez, que los gobiernos deben proteger a la infancia de estas prácticas de mercadotecnia que son una amenaza a su salud; sin embargo, siempre las corporaciones buscan por donde escabullirse y continuar con sus prácticas.
Es un logro observar que, al prender el televisor en domingo por la mañana, en el Canal 5, el canal dedicado al público infantil, en especial en ese día y horario ya no encontramos la avalancha de publicidad de comida chatarra y bebidas endulzadas que predominaban en esos programas y horarios. Sin embargo, encontrar que las corporaciones globales ahora llegan a los niños, niñas y adolescentes con su publicidad a través de influencers, con un poder mucho más persuasivo del que tenían en la televisión nos confirma la inmoralidad de estas empresas y nos lleva a exigir su regulación.
En el marco de la epidemia global de sobrepeso y obesidad infantil que, en el caso de México es una de las más graves, una de las medidas esenciales a implementar es la prohibición de este tipo de publicidad y le corresponde hacerlo a la Procuraduría Federal del Consumidor con base a lo que establece el artículo 32 de la LFPC que define a la publicidad engañosa como “aquella que refiere a características o información que pudiendo o no ser verdaderas, inducen a error o confusión por la forma inexacta, falsa, exagerada, parcial, artificiosa o tendenciosa en que se presenta”.
Terminamos citando a la propia Organización Mundial de la Salud: “Existe evidencia inequívoca de que la comercialización de alimentos poco saludables y bebidas endulzadas con azúcar está relacionada con la obesidad infantil. A pesar del creciente número de esfuerzos voluntarios de la industria, la exposición a la comercialización de alimentos poco saludables sigue siendo un problema importante que exige un cambio que proteja a todos los niños por igual. Por lo tanto, cualquier intento de abordar la obesidad infantil debe incluir una reducción de la exposición de los niños y el poder de la comercialización”.
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