Más de 110 mil rescatistas participaban ya en los esfuerzos, según la agencia turca de gestión de desastres, y se habían enviado más de cinco mil 500 vehículos como tractores, grúas, topadoras y excavadoras.
Por Mehmet Guzel, Ghaith Alsayed, Suzan Fraser y Zeynep Bilginsoy
ANTAKYA, Turquía (AP).— Miles de personas que perdieron sus hogares en un terremoto catastrófico se cobijaban el jueves en torno a hogueras y piden agua y comida en medio del frío invernal, tres días después de que el temblor y una serie de réplicas golpearan Turquía y Siria, y mataran a más de 20 mil personas.
Los rescatistas continuaban su carrera por sacar a más personas con vida de entre los escombros, mientras se acababa el tiempo para encontrar sobrevivientes atrapados. Aunque las historias de rescates milagrosos alegraban brevemente el ánimo, la dura realidad de las penurias para decenas de miles de personas que habían sobrevivido al desastre arrojaban una sombra sobre los esfuerzos.
En la ciudad turca de Antakya, docenas de personas trataban de conseguir ayuda ante un camión que repartía abrigos infantiles y otros suministros.
Ahmet Tokgoz, un sobreviviente, pidió al Gobierno que evacuara a gente de la devastada región. Aunque muchos de los decenas de miles que han perdido sus hogares han encontrado refugio en carpas, estadios y otros alojamientos temporales, otros han pasado las noches al raso desde el sismo de magnitud 7.8 del lunes.
“Especialmente con este frío, no es posible vivir aquí", dijo. “La gente se calienta alrededor de las hogueras, pero las hogueras sólo te calientan hasta cierto punto (...) Si la gente no ha muerto de quedar atrapada bajo los escombros, morirán del frío”.
Mientras tanto, el jueves por la mañana llegaron los primeros camiones de ayuda de Naciones Unidas que entraban en las zonas rebeldes en el noroeste de Siria desde Turquía desde el terremoto. Organizaciones más pequeñas han enviado cargamentos, pero Naciones Unidas es la única autorizada para llevar ayuda por un paso fronterizo y los daños en las carreteras lo habían impedido hasta ahora.
El tiempo invernal y los daños en carreteras y aeropuertos por el temblor han complicado la respuesta al desastre en una región que ya sufría las consecuencias de más de una década de guerra civil en Siria. Ese conflicto desplazó a millones de personas dentro de Siria e hizo que muchos dependieran de la ayuda humanitaria. Otros millones de personas buscaron refugio en Turquía, al otro lado de la frontera.
Algunos en Turquía se han quejado de la lentitud de la respuesta. Cualquier impresión de que el Gobierno del Presidente, Recep Tayyip Erdogan, ha gestionado mal la crisis podría perjudicarle en la dura pelea por la reelección el próximo mayo. Erdogan, que tenía previsto continuar el jueves su gira por las zonas afectadas, ha intentado restar importancia a las críticas.
Mientras tanto, los equipos de emergencia a ambos lados de la frontera trabajaron toda la noche para buscar sobrevivientes. Los expertos señalaron que la ventana de sobrevivencia para las personas atrapadas o que no pueden conseguir productos básicos se cerraba con rapidez. También dijeron que era demasiado pronto para abandonar la esperanza.
En la localidad turca de Elbistan, los rescatistas formaron cadenas humanas mientras excavaban entre edificios derruidos y pedían silencio con la esperanza de oír las tenues llamadas de auxilio. Pero cada vez con más frecuencia, sacaban cuerpos inertes de entre los escombros.
La familia de Hayva Havam aún confiaba en ver de nuevo con vida a tres de sus miembros, y esperaban sentados junto al fuego ante su antiguo hogar, ahora un montón de ruinas.
En Antakya, al sur, los rescatistas sacaron a una niña, Hazal Guner, de entre los escombros de un edificio y a su padre, Soner Guner, también con vida, según reportó la agencia noticiosa IHA.
Mientras preparaban al hombre para meterlo en una ambulancia, los socorristas le contaron que su hija estaba viva. “Los quiero a todos”, susurró débilmente al equipo.
En otra parte de la ciudad, Serap Arslan contó que la maquinaria no empezó a mover parte del pesado hormigón hasta el miércoles.
“Hemos intentado retirar los escombros por nuestra cuenta, pero por desgracia nuestros esfuerzos han sido insuficientes”, agregó el hombre, de 45 años.
En la ciudad siria de Alepo, bajo control del Gobierno, los rescatistas sacaron el jueves a siete personas con vida y 44 cuerpos de un edificio derruido en el centro de la ciudad, según la televisora estatal.
“Trabajamos contra el tiempo. El tiempo se acaba”, dijo el grupo paramédico sirio Cascos Blancos, que opera en la región noroeste controlada por rebeldes. “Cada segundo podría suponer salvar una vida”.
Como en Turquía, hacía falta maquinaria pesada para acelerar los rescates, indicó el grupo.
En Siria, las tareas de ayuda se han visto obstaculizadas por la guerra y por el aislamiento de la región controlada por los rebeldes a lo largo de la frontera, que está rodeada por fuerzas gubernamentales respaldadas por Rusia. El país es un paria internacional sujeto a sanciones occidentales vinculadas a la guerra.
Los primeros camiones de ayuda de la ONU cruzaron el jueves al noroeste de Siria desde Turquía. Funcionarios de Naciones Unidas dijeron que intentaban incrementar los envíos a la zona desde la capital, Damasco.
El convoy se había programado antes del terremoto, pero se vio retrasado por los daños en las carreteras. Se esperaba que más tarde llegaran camiones con asistencia específicamente para la nueva crisis, añadieron los funcionarios.
Aun así, la escala del sufrimiento y la pérdida era enorme. Erdogan anunció el jueves que la cifra de muertos había superado los 14 mil en su país, con más de 63 mil heridos. Del lado sirio, que incluye zonas bajo control del Gobierno y otras rebeldes, se han reportado más de tres mil 100 muertos y más de cinco mil heridos.
Erdogan intentó rechazar el miércoles las críticas por la respuesta al sismo y prometió mejoras.
“No es posible prepararse para semejante desastre”, declaró durante una visita a la afectada provincia de Hatay. “No desatenderemos a ninguno de nuestros ciudadanos”.
Con respecto a las críticas, el mandatario dijo que “gente deshonrosa” difundía “mentiras y calumnias” sobre la respuesta del Gobierno.
El mandatario anunció que el ejecutivo distribuiría 10 mil liras turcas (532 dólares) a las familias afectadas.
La cifra de fallecidos en el terremoto era la más alta en todo el mundo desde que un sismo en aguas de Japón provocó un tsunami que mató a casi 20 mil personas.