Los casos y las muertes aumentaron con respecto a hace dos semanas. No obstante, una quinta parte de la población estadounidense no se ha vacunado, la mayoría no se ha puesto las dosis de refuerzo más recientes y muchos han dejado de usar mascarillas.
Por Laura Ungar
Estados Unidos, 28 de noviembre (AP).– Un año después de que la variante ómicron comenzó su ataque contra la humanidad, la mutación siempre cambiante del coronavirus hizo incrementar los casos de COVID-19 en muchos sitios en un momento en que los estadounidenses se reunían para festejar el Día de Acción de Gracias. Fue un preludio de una ola que los expertos prevén se extenderá pronto sobre Estados Unidos.
El doctor Nicholas Vasquez, médico de urgencias del área de Phoenix, dijo que este mes el hospital donde labora admitió a una cifra considerable de personas con enfermedades crónicas y residentes de asilos con casos graves de COVID-19.
“Ha pasado bastante tiempo desde que requerimos tener pabellones de COVID», señaló. “Es evidente que está regresando”.
A nivel nacional, los casos nuevos de COVID promediaban unos 39 mil 300 al día, mucho menos que el invierno pasado, pero muy por debajo del nivel real debido a que se han reducido el número de pruebas diagnósticas y los reportes. Unas 28 mil personas con COVID fueron hospitalizadas diariamente y unas 340 fallecieron.
Mientras tanto el virus sigue encontrando formas de eludir la derrota.
La variante ómicron llegó a Estados Unidos justo después del Día de Acción de Gracias el año pasado y ocasionó la mayor ola de casos de la pandemia. Desde entonces ha engendrado a una numerosa familia extendida de subvariantes, como las que actualmente son las más comunes en Estados Unidos: BQ.1, BQ.1.1 y BA.5. Desplazaron a sus competidores al mejorar para evadir la inmunidad que proporcionan las vacunas y los contagios previos, y provocando que millones enfermaran.
La familia de Carey Johnson se contagió dos veces. En enero ella se infectó de COVID-19 durante la primera ola de ómicron, con síntomas similares a los de la influenza y un dolor espantoso que la mantuvo en cama una semana. Su hijo Fabian Swain, de 16, tuvo síntomas mucho más moderados en septiembre cuando la variante BA.5 era dominante.
Fabian se recuperó rápido, pero Johnson padeció dolor de cabeza durante semanas. Otros problemas persistieron por más tiempo.
“Era algo más o menos así: ‘No puedo sentirme bien’. No me podía concentrar. No tenía energía”, recuerda Johnson, de 42 años, quien radica en Germantown, Maryland. “Y así estuve meses”.
SURGEN SITIOS MUY AFECTADOS
Algunas comunidades están siendo golpeadas particularmente duro en estos momentos. Un seguimiento de la Clínica Mayo muestra que los casos están aumentando en estados como Florida, Arizona, Colorado y Nuevo México.
En el condado Navajo de Arizona, la tasa promedio de casos diarios es de más del doble que el promedio estatal. El doctor James McAuley dijo que entre 25 y 50 personas al día están dando positivo a coronavirus en la instalación de Indian Health Service donde trabaja. Antes sólo había algunos casos diarios.
McAuley, director clínico del Hospital Whiteriver Indian, que atiende a la tribu apache de la Montaña Blanca, dijo que están “en esencia de vuelta a donde estábamos en nuestro último momento crítico” en febrero.
La COVID-19 forma parte de una triple amenaza que también incluye la influenza y el virus respiratorio sincitial (VSR).
El doctor Vincent Hsu, que supervisa el control de infecciones para el sistema de salud AdventHealth, dijo que el hospital pediátrico que tienen en Orlando está casi abarrotado de niños enfermos con estos virus. El doctor Greg Martin, expresidente de la Sociedad de Medicina Crítica, ve una tendencia similar en otras partes.
Las salas de urgencias de los hospitales pediátricos y las clínicas de urgencias están más llenas que nunca, dijo Martin, que trabaja sobre todo en el Hospital Grady Memorial de Atlanta. “Este es un récord en comparación con cualquier mes, semana o día del pasado”, aseveró.
A futuro, los expertos identifican los albores de una ola generalizada en Estados Unidos. Ponen como ejemplo lo que está sucediendo en el plano internacional: un aumento de BA.5 en Japón, una combinación de variantes que están provocando un incremento de los casos en Corea del Sur y los comienzos de una nueva ola en Noruega.
Algunos expertos pronostican que la ola en Estados Unidos podría comenzar durante las fiestas navideñas a medida que la gente se reúna en interiores. Trevor Bedford, biólogo y genetista del Centro de Investigación Oncológico Fred Hutchinson, dijo que podría llegar a su momento crítico con unos 150.000 casos al día, más o menos lo que el país vivió en julio.
Una nueva ola sería dura, dijo el doctor Mark Griffiths, director médico del departamento de urgencias del centro pediátrico del Hospital Atlanta-Spalding. “Hay muchísimos sistemas que están a punto de quedar totalmente sobrecargados, y si encima de esto tenemos otro brote de COVID, ello va a hacer que algunos sistemas se quiebren», aseveró.
¿Un aspecto positivo? Es probable que haya muchas menos muertes que en etapas previas de la pandemia. Actualmente cerca de 1 de cada 2 mil infecciones provocan la muerte, a diferencia de 1 de cada 200 en la primera mitad de 2020, dijo Bedford.
EL REINADO DE UN AÑO DE ÓMICRON
La misma inmunidad generalizada que redujo las muertes también provocó que el coronavirus mutara. Hacia finales del año pasado, muchas personas se habían contagiado, vacunadas o no. Eso “creó el nicho inicial para la propagación de ómicron”, dijo Bedford, puesto que el virus evolucionó significativamente en su capacidad para escapar a la inmunidad existente.
El ómicron prosperó. Mara Aspinall, profesora de diagnóstico biomédico en la Universidad del Estado de Arizona, apuntó que, para mediados de diciembre, la primera cepa de ómicron representaba 7.5 por ciento de las variantes que circulaban en el ambiente, y 80 por ciento apenas dos semanas después. En un momento dado los casos en Estados Unidos alcanzaron el millón al día. En general, ómicron provocó una enfermedad menos severa que variantes previas, pero las hospitalizaciones y muertes aumentaron debido a las cifras enormes de contagios.
La ola gigante disminuyó a mediados de abril. El virus mutó rápido para formar una serie de subvariantes expertas en eludir la inmunidad. De acuerdo con un estudio reciente que se publicó en la revista Science Immunology, esta capacidad para escapar de los anticuerpos se debe a más de 30 cambios en la proteína de la espícula que cubre la superficie del virus.
Bedford dijo que omicrón evolucionó tanto en un año que hoy “es un término sin sentido”.
Es probable que continúe la mutación acelerada.
“El virus enfrenta mucha más presión para diversificarse”, dijo Shishi Luo, directora de enfermedades infecciosas de Helix, una empresa que provee información sobre secuenciación viral a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
Los médicos aseguran que la mejor protección contra el potaje efervescente de subvariantes sigue siendo la vacunación. Y funcionarios dicen que los estadounidenses que se vacunaron con el nuevo refuerzo combinado para ómicron y el coronavirus original están mejor protegidos actualmente que otros contra la infección sintomática.
El doctor Peter Hotez, codirector del Centro para el Desarrollo de Vacunas del Hospital Pediátrico de Texas, dijo que, si usted es elegible, ponerse el refuerzo “es lo más efectivo que puede hacer”.
Asimismo, los médicos también exhortan a la gente a seguir haciéndose pruebas, mantener las medidas preventivas como el uso de cubrebocas en aglomeraciones y quedarse en casa si se está enfermo.
“La COVID sigue siendo una amenaza significativa, sobre todo para los más vulnerables”, dijo el doctor Laolu Fayanju de Oak Street Health en Cleveland, que se especializa en el cuidado de adultos mayores. “La gente debe seguir pensando en los demás. Todavía no estamos totalmente fuera de peligro en esto”.