Más allá de las pérdidas de miles de millones de dólares, se trata de exigir justicia, señalar culpables y asumir responsabilidades mientras los fenómenos climáticos extremos empeoran conforme se calienta el planeta.
Por Seth Borenstein
Sharm El Sheinj, Egipto, 7 de noviembre (AP) — Fue una pérdida absoluta, la clase que suele acabar difuminada en grandes estadísticas impersonales como los 40 mil millones de dólares en daños por las inundaciones de este verano en Pakistán, que anegaron un tercio del país.
“Lo perdimos todo, nuestra casa y nuestras posesiones”, dijo Taj Mai, madre de siete hijos y embarazada de cuatro meses, en un campamento para desplazados por las inundaciones en la provincia paquistaní de Punjab. “Al menos en un campamento, nuestros hijos tendrán comida y leche”.
Es el lado humano de un asunto complicado que probablemente dominará las negociaciones climáticas en Egipto celebradas este mes. Es una cuestión de grandes sumas de dinero, justicia, culpa y asumir responsabilidades. Los fenómenos climáticos extremos empeoran conforme se calienta el planeta, y un estudio calcula que el cambio climático provocado por el ser humano aumentó hasta en un 50 por ciento las lluvias que provocaron las crecidas en Pakistán.
Mientras Pakistán se inundaba, seis empresas energéticas -ExxonMobil, Chevron, Shell, BP, Saudi Aramco y Total Energies- ganaron 97 mil 490 millones de dólares en beneficios de julio a septiembre. Países más pobres, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, líderes europeos y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, han pedido que las empresas de combustibles fósiles paguen un impuesto a esos beneficios caídos del cielo. Muchos quieren que parte de ese dinero, junto con ayuda adicional de países ricos que emiten la mayor parte de los gases que atrapan el calor, se emplee para pagar a los países castigados por la polución ya emitida, como Pakistán.
La cuestión de que los países paguen por sus desastres climáticos se conoce en las negociaciones climáticas internacionales como “pérdidas y daños”, y gira en torno a las indemnizaciones.
“Las pérdidas y daños van a ser la prioridad y el factor definitorio de si la COP27 tiene éxito o no”, dijo la activista climática keniana Elizabeth Wathuti, en referencia a la cumbre en Egipto. Los dirigentes de Naciones Unidas dicen que buscan “algo significativo en pérdidas y daños” y “desde luego se vieron alentados” por las conversaciones del viernes, sábado y domingo, que pusieron el tema en la agenda de la cumbre.
Ese dinero por pérdidas y daños es diferente a otros dos sistemas de ayuda financiera ya introducidos para ayudar a los países más pobres a desarrollar fuentes de energía libres de dióxido de carbono y a adaptarse al calentamiento futuro.
Desde 2009, los países ricos del mundo han prometido gastar 100 mil millones de dólares en ayuda climática para países pobres, la mayoría para ayudarles a abandonar el carbón, el petróleo y el gas natural y construir sistemas energéticos más ecológicos. Las autoridades quieren añadir hasta la mitad de esa cifra para construir sistemas que ayuden a adaptarse a futuros desastres climáticos.
Ninguna de esas promesas financieras se ha cubierto aún, y no abordan la cuestión de pagar por desastres actuales y pasados como olas de calor en India, inundaciones en Pakistán y sequías en África.
“Nuestro nivel actual de calentamiento global a 1.1 grados Celsius (dos grados Fahrenheit) ya ha causado pérdidas y daños peligrosos y generalizados a la naturaleza y a miles de millones de personas”, señaló la científica de Climate Analytics Adelle Thomas, de Bahamas.
“Las pérdidas y daños son inevitables y se distribuyen de forma dispar” y golpean con más dureza a países pobres y ancianos, explicó, así como a los pobres y vulnerables.
Después de años en los que evitaban hablar de indemnizaciones en las negociaciones climáticas, funcionarios estadounidenses y europeos dicen estar dispuestos a hablar de pérdidas y daños. Pero Estados Unidos, el mayor emisor histórico de dióxido de carbono, no aceptará nada que implique asumir una responsabilidad legal, según su enviado especial, John Kerry.
Las emisiones de Estados Unidos que subieron la temperatura causaron al menos 32 mil millones de dólares en daños al producto interno bruto paquistaní entre 1990 y 2014, según cálculos de los investigadores climáticos de Dartmouth Christopher Callahan y Justin Mankin, en función de las emisiones pasadas. Y eso sólo tiene en cuenta los daños derivados de la temperatura, no las lluvias.
“Las pérdidas y daños son una forma tanto de reconocer el daño pasado como de compensar por ese daño pasado”, afirmó Mankin. “Estos daños se pueden identificar de forma científica. Y ahora depende de la política defender ese daño o remunerar por ese daño”.
Estados Unidos emite más dióxido de carbono por la quema de combustibles fósiles en 16 días que todo Pakistán en un año, según cifras del Global Carbon Project.
Los estadounidenses no aceptarán esos pagos a naciones lejanas y no es la forma en la que ven la cuestión, afirmó Karen Harbert, directora general de la American Gas Association.
“No es sólo Pakistán. Hablemos de Puerto Rico. Hablemos de Luisiana. Ocurren otras cosas aquí en casa a las que también debemos prestar atención y ayudar a nuestros compatriotas”, dijo Harbert en una entrevista con The Associated Press.
“Si hubiera una oportunidad de hablar con la gente en Pakistán, yo diría (...) que la solución es antes de nada, que con el gas natural tienen la oportunidad de tener un sistema eléctrico mucho más limpio que el que tienen hoy”, añadió.
Pero para Aaisa Bibi, una madre embarazada con cuatro hijos en la provincia de Punjab, una energía más limpia y barata no significa gran cosa cuando su familia no tiene dónde vivir salvo un campo de refugiados.
“Con menos del uno por ciento de las emisiones globales, desde luego Pakistán no es parte del problema del cambio climático”, dijo Shabnam Baloch, director de Cruz Roja Internacional en Pakistán. La gente como Bibi simplemente trata de sobrevivir a inundaciones, olas de calor, sequías, malas cosechas, desabastecimiento de agua e inflación.
En el condado semiárido de Makueni, en Kenia, donde una sequía devastadora se ha extendido más de tres años, vive el pastor de cabras y ovejas John Gichuki, de 47 años. “Es traumático ver a tu ganado morirse de hambre y sed”, relató.
Las cosechas de maíz y legumbres de Gichuki se han echado a perder en cuatro temporadas seguidas. “La granja está a merced del clima”, señaló.
En India, un calor récord asociado al cambio climático provocó muertes y malogró cosechas. En otros lugares es la devastación de los ciclones tropicales, más húmedos y secos por la quema de combustibles fósiles.
Esta cuestión global tiene un paralelismo en Estados Unidos en la conversación, en ocasiones acalorada, sobre las indemnizaciones por los daños provocados por la esclavitud.
“En muchos aspectos hablamos de indemnizaciones”, dijo Sacoby Wilson, profesor de salud y justicia medioambiental en la Universidad de Maryland. “Es un término apropiado”, dijo, porque los países ricos del norte se beneficiaron de los combustibles fósiles mientras el sur global más pobre cargaba con los daños en forma de inundaciones, sequías, refugiados climáticos y hambre.
El Gobierno de Barbados ha propuesto cambios en la forma en la que los bancos multinacionales de desarrollo prestan dinero a países más pobres para tener en cuenta la vulnerabilidad y los desastres climáticos. Pakistán y otros han pedido alivio en sus deudas.
“Se trata de ponernos en lugar de los demás”, dijo Avinash Persaud, enviado especial de la primera ministra de Barbados, Mia Mottley.
Persaud sugirió una tasa de largo plazo en los altos precios del crudo, el carbón y el gas natural, pero al revés. En los altos precios actuales no habría impuesto, para no aumentar la inflación. Pero una vez los precios de los combustibles fósiles bajen un 10 por ciento, un por ciento de ese descenso iría destinado a víctimas de pérdidas y daños climáticos, sin aumentar el coste de la vida.
Guterres, que ha descrito el movimiento sobre pérdidas y daños como una prueba del éxito de la conferencia en Egipto, ha nombrado dos funcionarios nacionales de alto nivel para que intenten conseguir un acuerdo: la enviada climática alemana y exdirectiva de Greenpeace Jennifer Morgan y la Ministra chilena de Medio Ambiente, Maisa Rojas.
“El hecho de que se haya adoptado como un tema en la agenda demuestra progresos y que las partes adoptan una actitud madura y constructiva sobre esto”, dijo el secretario climático de Naciones Unidas, Simon Stiell, en una conferencia de prensa del domingo. “Es un tema difícil. Lleva en el aire más de 30 años. De modo que el hecho de que sea un tema concreto en la agenda, creo que pinta bien”.
“Lo más revelador será cómo progresan esas conversaciones en la conversación concreta de las próximas semanas”, Stiell.