La historia reciente del balompié nacional no está determinada por lo que ocurre en las canchas ni en la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut), sino en las oficinas de los gobiernos de los estados, en la Presidencia de la República y, sobre todo, en los despachos de Televisa.
Mazatlán, Sinaloa, 16 de noviembre (SinEmbargo).- A partir del Gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988), se inicia una radical transformación de la estructura económica mexicana donde disminuye la participación del Estado y aumenta la del capital privado —en un proceso ascendente que llega hasta 2018—; también disminuye la centralidad económica del Distrito Federal y aumenta el protagonismo de otras ciudades y clubes en el futbol mexicano.
En una etapa previa, cuando el modelo económico del Desarrollo Estabilizador, en el que el Estado tiene una fuerte presencia, ya sufre un visible desgaste a finales de la década de los 60, se establece una especie de pacto entre los gobiernos del PRI y Televisa en políticas de comunicación, y también de apoyos para la organización de la Copa Mundial de 1970. Tales acuerdos contribuyen a la hegemonía que levanta Televisa en el futbol profesional y la Selección Mexicana. Dice el periodista Jesús Yañez Orozco (1994,10) en su libro Política y Mafias del Futbol:
«La historia reciente del balompié nacional no está determinada por lo que ocurre en las canchas ni en la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut), sino en las oficinas de los gobiernos de los estados, en la Presidencia de la República y, sobre todo, en los despachos de Televisa (…) Al amparo del gobierno, y por conveniencia mutua, el consorcio tiene manos libres para manejar a su albedrío este deporte».
Este periodista calculaba a principios de los 90 (el libro se publica en 1994) que la empresa de los Emilios Azcárraga (Vidarrueta y Milmo), había asumido el control del futbol mexicano profesional aproximadamente tres décadas antes, salvo un breve paréntesis en 1991-92, cuando Emilio Maurer, del club Puebla, asumió la presidencia de la Femexfut.
En los lustros posteriores continuó ese arreglo, pero emergen nuevos grupos empresariales, como TV Azteca y el conglomerado de Carlos Slim, que se desarrollaron notablemente a partir del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) que incursionan en el futbol profesional, los cuales compiten seriamente con el tradicional poderío de Televisa.
Lo anterior va a repercutir en la emergencia de equipos ganadores fuera del eje Jalisco-Distrito Federal, tales como Santos Laguna, Pachuca, Tigres y Rayados e, incluso, León y Atlante.
Y así como el periodista Yáñez Orozco, había varios más, y sigue habiéndolos en 2022, que señalan a Televisa como el principal responsable del atraso del futbol mexicano. Periodistas poco conocidos en el plano nacional, como José Manuel Flores y Hernández Maldonado, y otros de renombre, como José Ramón Fernández, lo argumentaban de diferentes maneras. Dice Flores (1982, 31):
«Cañedo (presidente de la Federación Mexicana de Futbol y del América en los años setenta, al cual este periodista le reconoce varios éxitos) tuvo muchos méritos como negociante del futbol. Poco como él, para hacer del futbol un negocio absoluto. Fue introduciendo la televisión hasta lograr el poder total. Su administración en la Federación de Futbol fue dictatorial. No se hacía nada sin su consentimiento (…) Su gestión fue dirigida a hacer del futbol un espectáculo, un show, sin preocuparse por la estructura deportiva. Esta ocupaba una importancia secundaria. (…) Fue durante su gestión en la que nunca se permitió el aumento de equipos de Primera División. Eran 16 y el nivel del futbol se mantenía: también el hecho de establecer como máximo 3 extranjeros por equipo, era de enorme beneficio».
Hernández Maldonado (en un libro de autor y sin ni año de publicación), por su parte, acusaba fuertemente a Cañedo y a Televisa de ser el principal responsable de que “el futbol mexicano es uno de los peores del mundo” (esto dicho antes del mundial de 1986):
«Cañedo, el club América y Televisa son una fusión; esta aleación consiguió hace muchos años absorber a la selección nacional; el primero es un ejecutivo de la televisión comercial y logrero del futbol, el segundo es un club ultracomercial y por ende el más fúnebre del futbol nacional, y el tercero es un consorcio de la televisión comercial destructor de valores y tradiciones nacionales. (Ellos) se encuentran entre los superiores culpables de la ruina en la que se encuentra el futbol nacional». (pag.162).
José Ramón Fernández, figura de TV Azteca por muchos años, coincide con ellos. Las agrias críticas de Fernández a Televisa y sus enfrentamientos llevan décadas, su libro El Futbol Mexicano ¿Un Juego Sucio?, (1994) es un ejemplo de ello. “En los últimos años, el futbol mexicano es manejado desde Televisa por Alejandro Burillo Azcárraga” (p.141), sostiene José Ramón.
Poco antes del mundial de 1986, el periodista chileno Hugo Tassara Olivares en su libro 1986.Pugna de futbol entre América y Europa (1986,74-75), hizo un análisis del balompié mexicano y presentó varias hipótesis sobre sus magros resultados internacionales:
«Quizá un nacionalismo mal entendido. Probablemente la ausencia de una auténtica infraestructura técnica.
«También podría explicar el tardío despegue del futbol mexicano a nivel mundial, la excesiva cuota de jugadores extranjeros que actúan en su medio. Sería penoso que alguien entendiese que estamos contra los jugadores extranjeros, no lo estamos, ni mucho menos contra los técnicos extranjeros. Pero, como en todo orden de cosas, los excesos producen consecuencias negativas. ¿Hasta dónde ha frenado el rendimiento de las selecciones mexicanas el hecho de que las más importantes plazas de sus principales equipos hayan estado ocupadas, durante muchísimos años, por figuras extranjeras?
«Nadie puede negar lo que esto significa para una juventud que se siente desmotivada “¿Para qué lucho, para qué me esfuerzo, si aunque progrese más de lo esperado siempre vendrá uno de afuera?”
«Futbolísticamente el área de Concacaf es de franca pobreza en relación a Europa y Sudamérica. Por eso su cuota de participación en las fases finales de los mundiales ha sido limitadísima y se circunscribe a una cuota. ¿Hasta dónde ha tenido que ver la relativa calidad del futbol mexicano, la facilidad con la que ha hecho suya esa cuota mundialista en razón de la escasa calidad de sus vecinos del área?
«¿La extrema facilidad con la que se clasificó entre 1954 y 1966 influiría de algún modo para adquirir peligroso conformismo? quizá lo nebuloso del conformismo no haya permitidoo aquilatar con sinceridad y objetividad la pobreza de cada intervención.
«La realidad es cruda. México no es una potencia futbolística a nivel mundial. En eso nadie puede engañarse. Debió haber despegado hace años en razón de su capacidad organizativa, de su unidad nacional, de su potencial económico y de tantos otros factores positivos que rodean a la gran nación del norte».
Las observaciones de Tassara Olivares son muy atinadas, pero al igual que los mexicanos guardaba ilusiones en las posibilidades del Tricolor:
Hemos visto directamente dos veces a este equipo mexicano en Los Ángeles. Nos ha gustado. Tiene personalidad definida. Tiene sello. Está preparado para grandes proezas. Ojalá las cumpla. Da la sensación que todo un largo recorrido de caídas, dudas y vacilaciones, va a ser superado por estos disciplinados pupilos de Bora. Quiera Dios.
México jugó bien en ese mundial, pero no pudo consumar la hazaña de vencer a Alemania y quedar entre los cuatro primeros.
Durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) el Tri nuevamente quedó eliminado de la Copa Mundial de 1990, pero sí asistió a la fiesta de 1994, celebrada en Estados Unidos, donde 11 jugadores eran nativos del D.F.,3 de Nayarit, 2 del Estado de México, 2 de Veracruz, 1 de Michoacán, 1 de Zacatecas, 1 de Aguascalientes y 1 más de Guerrero.
Sorprendentemente no había ningún jugador nacido en Jalisco. Hugo Sánchez y Luis García jugaban en España, y Claudio Suárez en Estados Unidos, con Chivas USA. Estos jugadores son los que dan inicio a un proceso en el que si inicia la incursión al futbol europeo. Antes, en los sesenta, otros jugadores habían partido al balompié de Estados Unidos, cuando este era semiprofesional y con un escaso público, con la diferencia de que a este país iban en su etapa terminal mientras a Europa lo hacían en su mejor momento.
José Luis Menotti, el destacado entrenador argentino, escogió al grupo que constituiría la Selección mexicana de 1994 pero no llegó al mundial debido los enfrentamientos que había al interior de la Federación de Futbol. La estafeta la retomaría el expuma Miguel Mejía Barón. Aunque Menotti no sentó en el banquillo de la dirección técnica en el mundial de Estados Unidos, sí revolucionó la mentalidad de la escuadra azteca.
La revista Futbol Total, describe este notable pasaje del futbol mexicano que respalda la aseveración anterior:
«César Luis Menotti llegó a la Selección Mexicana en una época de penumbra absoluta. Era 1991 y los antecedentes inmediatos no podían ser peores: el Tri había quedado fuera del Mundial de Italia por el escándalo de ‘Los Cachirule’” y fue eliminado por Estados Unidos en la primera edición de la Copa Oro. Los jerarcas federativos del momento, Francisco Ibarra y Emilio Maurer, buscaron a un entrenador de primer nivel para evitar el naufragio sin retorno: el Flaco Menotti».
Su paso resultó más breve de lo deseado. Apenas dirigió 20 partidos, incluida una fase intermedia de las Eliminatorias Mundialistas, pero ese tiempo bastó para dejar un legado que cambió para siempre la mentalidad del futbolista mexicano. “Mi objetivo es el de toda la vida: armar un equipo protagonista y meterme dentro de los sentimientos de la gente de México. Yo vengo aquí para ser campeón del mundo, no para perder el tiempo”, fueron sus palabras tras ser presentado como seleccionador.
En un entorno tan afín a las poses, pocos son los entrenadores que ponderan sus convicciones por encima de cualquier interés. Menotti pertenece a ese reservado grupo. Después del bochorno de Italia 90, era indispensable levantar la cara y combatir la mentalidad derrotista que, aparentemente, había quedado atrás en el Mundial de 1986, cuando México exorcizó algunos fantasmas. César Luis asimiló muy rápido su rol y se puso manos a la obra.
Mantuvo a algunos caudillos de viejos tiempos, como Javier Aguirre y Hugo Sánchez, pero fundamentalmente se encargó de construir un equipo con los nuevos talentos que florecían en la época: Jorge Campos, Ramón Ramírez, Claudio Suárez, Luis García, y Zague. El Flaco nunca entendió el futbol de otra forma: tener el balón y buscar el arco contrario. Eso en el plano táctico, pero en el aspecto mental había otra condición imposible de negociar: jamás achicarse ante nada ni ante nadie.
El futbol mexicano había encontrado en Menotti la medicina perfecta para su enfermedad más dolorosa y duradera. “Le puede molestar mucho a los nacionalistas, pero en el aspecto mental, Menotti le dio un gran empujón al jugador mexicano”, dijo Miguel Mejía Barón, su sucesor en el banquillo tricolor, años después en una entrevista con Televisa Deportes. En el mismo tenor se expresó Benjamín Galindo, jugador insignia de la época: “Con Menotti teníamos la idea de jugar de tú a tú contra quien sea, era una mentalidad ganadora”.
Una breve anécdota sirve para dibujar la contagiosa personalidad de César Luis Menotti. En un partido amistoso que enfrentó a México y Alemania, un jugador azteca –cuya identidad no quiso revelar Menotti– no dejaba de mirar a un rival en la formación del túnel previa al cotejo. Esa actitud, muy apegada a la inferioridad, se apagó gracias a un oportuno chiste de Menotti. “¿Por qué no le pedís un autógrafo? ¡Lo mirás como si fuera no sé qué!”, contó el entrenador a Futbol Total en 2014. Al final, reconoció Menotti en la misma charla, el jugador en cuestión dio “un partidazo” aquella noche que culminó con un empate 1-1.