Cuba se convirtió en el noveno país de América Latina después de Chile, Costa Rica, Ecuador y Colombia, en legalizar el matrimonio homosexual en los últimos años.
Por Andrea Rodríguez
SANTA CLARA, Cuba (AP).— Con las manos apretadas y temblorosas y sus largos vestidos de gala, Lisset y Liusba subieron en silencio la decena de peldaños de las oficinas de la notaría. Adelante iban sus dos pequeñas hijas.
Casi una hora después, cuando hacían el recorrido inverso, ya no había tensión en sus rostros sino sonrisas. Desde ese momento eran esposas, una posibilidad abierta hace apenas tres semanas en Cuba tras la entrada en vigor de un amplio Código de las Familias que contempla desde los matrimonios igualitarios hasta los vientres subrogados.
“Es el gran día”, dijo a The Associated Press Liusba Grajales, administradora de la central Universidad de Las Villas en la provincia de Santa Clara -a unos 250 kilómetros de la capital-. “Amor y es amor, tal como se da. Sin imposición, sin prejuicios... no sé si reír o llorar. Es un encuentro muy grande de emociones”.
Unos metros más allá Lisset Díaz, una bailarina de 34 años, rebosaba de alegría. “Me siento orgullosa”, agregó. “Estoy maravillada”.
La pareja, que lleva más de siete años de relación, fue de las primeras en tomar la decisión de unirse legalmente en Cuba tras la aprobación del Código de las Familias, cuyo texto fue debatido por meses y sometido a un referendo ante una fuerte campaña contraria de grupos evangélicos que rechazaban el matrimonio gay.
La normativa también sufrió el embate de grupos opositores al Gobierno, que incluso llamaron a votar por el “no” como una forma de rechazo político a las autoridades, y hasta de miembros de la propia comunidad LGBTI que se negaban a plebiscitar algo que consideraban un derecho humano como cualquier otro.
El código fue aprobado después de una fuerte campaña por parte del Gobierno cubano y el apoyo de la defensora más abierta de los derechos de los homosexuales en la isla, Mariela Castro, hija del expresidente Raúl Castro.
Las elecciones cubanas, en las que no se permite ningún otro partido que no sea el comunista, producen habitualmente márgenes de victoria de más del 90 por ciento, al igual que un referendo sobre una importante reforma constitucional en 2019.
A pesar de eso un tercio del país, el 33.15 por ciento, votó por el “no”. En tanto, el 66.85 por ciento de los cubanos que acudieron votó por el “sí” y casi el seis por ciento dejó papeletas en blanco o anuladas.
“Muchas personas de la comunidad estuvieron en contra de votar por el ‘sí’ porque no creen que un papel haga falta. Yo sí creo que necesitamos el derecho, que nos ampara”, expresó Liusba para quien, sin embargo, a la isla le “falta una década” todavía para que se convierta en una sociedad “más inclusiva”.
Junto a ellas conviven dos niñas: Laura, de 11 años, y Ainhoa, de tres, esta última nacida de una inseminación casera dado que en ese momento no se les ofrecía servicios de reproducción asistida precisamente por no tener parejas masculinas. Las mujeres consideraron también que unirse en matrimonio protegerá a las pequeñas si algo les sucede.
Ainhoa no comprendía bien la ceremonia de casamiento de sus madres pero daba vueltas y brincos por el lugar presentando a Laura. “Ella es mi hermana”, repetía.
“Estoy feliz por lo que significa esta boda”, dijo Laura a AP y pasó un rato secándose las lágrimas junto a las mujeres.
El antiguo Código de Familia de 1975 establecía que el matrimonio era la unión entre un hombre y una mujer -no entre dos personas-.
La nueva ley va más allá del matrimonio igualitario -que los activistas habían tratado de incluir en la Constitución de 2019 sin éxito- o la posibilidad de que gays adopten u obtengan vientres subrogados sin fines de lucro. La norma regula por primera vez los derechos de visita de los abuelos sobre los nietos y la comunicación con padrastros y madrastras ante situaciones de divorcio e incluso la custodia de los menores por parte de éstos cuando convenga al bienestar del niño.
Asimismo permite optar por regímenes de bienes separados para los matrimonios y autoriza a los padres a elegir el orden de los apellidos de sus hijos, mientras amplía la protección para discapacitados o personas ancianas, entre muchos nuevos derechos.
Pero la más dura oposición al Código de las Familias desde el comienzo vino de las iglesias evangélicas, que alegaban que la ley era contraria a la “familia original” dispuesta por Dios, o sea la unión de un hombre y una mujer para procrear hijos.
“Lo destacable es que en medio de las condiciones tan difíciles en que se realizó el referendo, con tanta campaña mediática y en redes para politizar el asunto y conseguir lo que se pensaba iba a ser un fracaso para el Gobierno cubano, se logró un 66 por ciento de votos favorables”, dijo a AP Francisco “Paquito” Rodríguez, bloguero y uno de los primeros activistas cubanos por los derechos de la comunidad LGBTI.
Para Rodríguez, la cifras del “no” en algunas provincias “indican que hay que seguir trabajando en esos lugares y profundizar para poder dirigir las labores educativas”.
Las autoridades no dieron a conocer cuántas parejas gay se casaron en estas tres semanas desde que el Código entró en vigor el 27 de septiembre luego de su publicación en la Gaceta Oficial, aunque Rodríguez piensa que podrían ser una docena en base a la información que le llega de la comunidad y las redes sociales.
“En 2007 se celebró por primera vez el Día Internacional de la Lucha contra la Homofobia y la Transfobia en Cuba, costó 15 años esa lucha llevarla a ley”, indicó Rodríguez. “Parece mucho tiempo para la vida de un individuo, sin embargo, como periodo histórico ha sido un logro”.