Jaime García Chávez
24/10/2022 - 12:03 am
El discurso de Germán
"Si Germán ha zigzagueado en su vida política, hoy lo que valen son los argumentos, y quepa aquí una digresión: la retórica desbancada por la modernidad, no deja de ser eficaz, pero ese es otro tema".
La trayectoria política de Germán Martínez Cázares es muy conocida. Baste recordar su calidad de panista que alcanzó la más alta conducción de su partido y que ocupó cargos de gran responsabilidad como Secretario de Estado en la administración pública federal durante la etapa calderonista. También ha sido articulista en medios de comunicación donde, en una amplia gama de textos, mostró en su momento su pensamiento conservador.
De reciente data fuimos testigos de su extraño compromiso con Morena, que le permitió iniciar el sexenio lopezobradorista al frente del Instituto Mexicano del Seguro Social, al que renunció con una severa crítica al curso que le imprimía el Gobierno, de donde regresó a ocupar su escaño senatorial que hoy ostenta agrupado al margen de los partidos políticos.
Doy estos datos como telón de fondo para comentar su reciente discurso de cara al General Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval González, a quien objetó políticamente, en particular por la militarización en el país.
Se le ha criticado al Senador, valiéndose de falacias, cuestionando sus compromisos políticos anteriores sin entrar a la miga esencial del debate. Es el clásico argumento sofístico que la lógica registra como ad hominem. Si bien eso es materia de crítica, lo fundamental es lo que dijo el legislador y encontrar las claves de su posicionamiento, que por sí solo estableció un momento de inflexión para valorar lo que acontece en el país con el despliegue de las fuerzas armadas, más allá de su marco histórico y constitucional.
En su cara, Martínez Cázares trató en términos estrictamente políticos al General Secretario, cuando le reclamó sus incursiones en la vida política que no le corresponden, demostrando que el protagonismo que se le ha asignado al Ejército lo acerca a un inusual tratamiento de confrontación en el que algunos analistas ven la debilidad de las fuerzas castrenses para encarar la creciente delincuencia organizada y la violencia. Fuerte señalar que “los guacamayos” están dentro del Ejército.
Para decirlo lisa y llanamente, el Ejército pasa a formar parte del conflicto político de manera innecesaria y con impericia por la decisión de su comandante supremo, el Presidente de la república, lo que significa que a los mandos militares se les catalogará de aquí en adelante por su actuación partidaria y aun facciosa. De esto estaban distantes.
Pero Germán Martínez sintetizó otras claves muy importantes que servirán para definir lo que viene para el país. En relación al autoritarismo militar, sus palabras se anclan en el pensamiento del Presidente Benito Juárez, que fue el que dio el primer portazo a la presencia de la milicia en la política, contra la prevalencia de los fueros, sobre todo en materia de su intervención con sus tribunales militares.
Pero el marcaje de fondo lo dio en favor del fortalecimiento de la vida civil contra el fuero militar y también el eclesiástico, y esto se debe tener muy en cuenta porque el Presidente de la república se dice inspirado por el juarismo, pero dista mucho de seguir las pautas del gran reformador, que en su tiempo no sólo dio muestras de batallas en las que mostró firmeza e inflexibilidad, sino que también tenía prodigios de flexibilidad que no se observan en el estilo actual de gobernar y la gran cancha que le ha abierto a las fuerzas armadas, con mucha largueza en materia de negocios.
Otra clave la encuentro en la invocación del general Lázaro Cárdenas y su Reglamento de Deberes Militares de 1937. A partir de esta etapa, y no obstante que al sexenio cardenista le sobrevino otro General Presidente, el proceso de institucionalización recibió una ruta muy clara en cuanto a Ejército y poder y cómo se fue replegando a este a su función, abandonando el protagonismo que inauguraron ya dentro de la Revolución los integrantes del grupo sonorense. La cita es imprescindible: “Más que a ninguno de los miembros en servicio activo, a los generales (…) corresponde abstenerse, en la forma más absoluta, de inmiscuirse en los asuntos políticos de país, directa o indirectamente”.
En esa clave se hace un claro deslinde que permite ver hasta dónde la narrativa cardenista de la Cuatroté no es auténtica.
Recordar al Batallón de San Patricio es subrayar la lealtad que obliga como ejemplo a los nacionales cuando han sido extranjeros los que defienden nuestra dignidad.
Da para más el discurso de Germán Martínez, y hay que ir a la miga, o a la almendra misma, dejando la cáscara de la falacia de lado. Si Germán ha zigzagueado en su vida política, hoy lo que valen son los argumentos, y quepa aquí una digresión: la retórica desbancada por la modernidad, no deja de ser eficaz, pero ese es otro tema.
21 octubre 2022
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