Monterrey, segunda ciudad económica del país, consume de media 156 litros de agua por día y por persona. Pero este año, la ciudad sufre de una sequía intensa por la falta de precipitaciones desde hace 18 meses. Y aunque la lluvia comience a llenar de nuevo los depósitos de la ciudad, una buena parte de la población sigue sin agua.
Por Gwendolina Duval
Monterrey, 27 de septiembre (RFI).– La ciudad pide a la población un esfuerzo colectivo. Sin embargo, se han puesto en marcha pocas restricciones concretas. Miles de hogares siguen recibiendo el agua a través de la distribución de camiones cisterna, otros tienen un poco más de suerte y los grifos funcionan algunas horas por día. Pero hay que ahorrar el preciado líquido al máximo y muchas actividades cotidianas se ven trastocadas por una logística a menudo complicada.
En el barrio rico de San Pedro, George trabaja como barman en un restaurante. Hoy el establecimiento se quedó ocho horas sin agua corriente. “Antes incluso era más, podíamos estar sin agua un día entero, incluso dos”, cuenta el empleado que asegura que como hace meses que esto dura, han tenido que adaptarse.
“Lo complicado es lavar la vajilla. Llenamos un balde, ponemos lejía y usamos litros de agua para fregar los vasos. Luego, reciclamos esa agua para fregar el suelo, por ejemplo. Tenemos muchas garrafas, lo que nos ayuda a pasar el día”, explica.
A unos metros de allí, una estación de lavado de autos funciona a pleno rendimiento. “es agua reciclada, agua tratada”, afirma el propietario. Incluso en el peor momento de la crisis, nunca ha bajado el ritmo de su negocio. Pero admite que se ha vuelto muy complicado con la sequía porque hacer venir agua con cisternas representa un coste suplementario.
“Cuando esto empezó, empezamos a reciclar el agua”, dice. “Tenemos aparatos especiales para reciclar, y cuando ya no hay más agua, tenemos que comprar”, añade.
“SIEMPRE TENER AGUA DE RESERVA”
“No te das cuenta de la cantidad de agua que utilizas hasta que te la acabas”, dice Salma que regenta una pequeña cafetería en el barrio. “En el trabajo, nos afecta aún más, para hacer los cafés y también para limpiar, así que a veces no podemos servir a los clientes”, dice.
A pesar de todo, se considera afortunada porque al menos hay agua en el grifo algunas horas al día. “Tenemos siempre una reserva porque nunca sabes cuándo te van a cortar el suministro. Hay que tener siempre agua de reserva”, estima.
Su compañera Perla está cansada de vivir esta situación. El agua no lleva a su casa más dos días por semana. “Yo soy joven, puedo cargar botellas de agua”- explica Perla – pero pienso en las personas mayores o las personas con alguna limitación de movimiento que viven en el segundo, el tercero o el quinto piso, ¿cómo lo hacen?”, se pregunta.
Para todos en Monterrey, esta situación es inédita porque nunca la ciudad había vivido tanta escasez. Este verano, hasta la mitad de los cinco millones d habitantes estuvo privada de agua. Finalmente, no se puede vivir sin agua pero tal vez con mucha menos de la que pensábamos.