Esta es una de las leyendas más conocidas que de inmediato hace pensar en la tierra veracruzana y en el maravilloso folclor que la hace tan especial.
Ciudad de México, 11 de septiembre (SinEmbargo).- Las leyendas forman parte importante de la riqueza cultural mexicana. En varias entidades de la República las leyendas cobran aún más relevancia y se vuelven muy famosas. En Veracruz se cuentan varias leyendas como La sirena de Tamiahua o El callejón del diamante y una de las más populares es La Mulata de Córdoba.
Se cuenta que hace muchos años, durante los años de la Inquisición, vivía en la ciudad de Córdoba una hermosa mujer mulata de nombre Soledad. Los vecinos decían que durante la noche se alcanzaba a ver una luz intensa en la casa de Soledad, además de música extraña que no comprendían, estos rumores se hicieron fuertes y las autoridades del Santo Oficio y los vecinos empezaron a espiarla porque estaban seguros de que practicaba magia negra, sin embargo, quedaron desilusionados ya que Soledad sólo iba a misa, esto calmó un poco las sospechas en su contra.
El Alcalde de Córdoba resultó cautivado por la belleza de la mulata por lo que le confesó su amor y le prometió una gran fortuna a cambio de que fuera su esposa, sin embargo, Soledad respondió que no, el hombre no pudo superarlo y su despecho lo llevó a acusarla de haberle dado una pócima para hacerle perder la razón por lo que la denunció ante el Santo Oficio con el fin de que recibiera una condena.
Las acusaciones realizadas por el Alcalde lo llevaron a rodear la casa de soledad junto a sus asistentes y a la autoridad, así en nombre de la Santa Inquisición derribaron su puerta y la capturaron, la mujer intentó resistirse pero eran muchas personas quienes la rodearon y llevaron hasta las mazmorras de San Juan de Ulúa, ahí la encerraron en espera de su castigo.
El Santo Oficio declaró a Soledad culpable de practicar magia negra, su sentencia fue ser quemada con leña verde en presencia de todos los ciudadanos. Una noche antes de morir, la mujer dibujó con una tiza en la pared de su celda un magnífico barco, parecía una auténtica obra de arte. El guardia fue a buscarla y quedó cautivado con los trazos. El barco contaba con todos los detalles y elementos para realizar un gran viaje en alta mar. Soledad le preguntó al guardia qué es lo que le faltaba a esa embarcación, a lo que él contestó que andar, «¡Pues mira cómo anda!» respondió la Mulata y subió ágil al barco y desapareció.