Raquel Buenrostro es actualmente una de las funcionarias públicas de mayor importancia en México. Es la titular de un SAT que decidió encarar a hombres poderosos. Y ella los ha encarado. Aun así y luego de todo el trabajo hecho, sabe que una mujer profesionista en México tiene que estar tres pasos adelante que todos, hablar más fuerte y con voz más firme en las juntas y reuniones. Porque a una mujer le cuesta caro equivocarse. Esta es parte de la historia de Raquel Buenrostro en su trayectoria como funcionaria pública.
Ciudad de México, 22 de junio (SinEmbargo).- Raquel Buenrostro, titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), es llamada en medios de comunicación y en la élite política la “Dama de Hierro”, por su actitud frente a grandes empresarios que estaban acostumbrados a los beneficios de las leyes fiscales mexicanas.
Fue nombrada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador para ese puesto a finales de 2019 y ratificada por el Congreso el 15 de enero de 2020, es decir, antes del impacto de la pandemia de COVID-19 a la economía del país y a que la recaudación se convirtiera en un tema prioritario.
Poco más de dos años después, la maestra Buenrostro reflexiona sobre lo ocurrido. Primero, sobre el apodo de la “Dama de Hierro”. ¿Es necesario poner etiquetas a las mujeres, que, como muchas, hoy toman decisiones importantes en la política de México? Desde la perspectiva de Buenrostro, no.
“Me pusieron la ‘Dama de Hierro’ porque si uno no se pone firme piensan que no es fuerte. A mí me pusieron así, pero no creo que sea la única funcionaria con carácter fuerte. A los hombres les dicen ‘qué carácter’ y a una mujer ‘es la dama de hierro’ como si fuera algo extraordinario. En un hombre lo ven normal y lo asimilan más rápido”, cuenta en entrevista con SinEmbargo.
Las diferencias en el trato entre hombres y mujeres han sido una constante a lo largo de su carrera, como ocurre a la mayoría de las mujeres en México y el mundo.
Luego de más de 20 años de trayectoria, sostiene que las mujeres permanentemente deben demostrar sus capacidades y sus resultados, ir adelante. “A las mujeres no nos permiten cometer un error. Si lo tenemos nos castigan y nos mandan a una caja enfriadora antes de volver a darnos otra oportunidad”.
Y eso pasa para las jóvenes y para las adultas: es necesario que en reuniones en donde la mayoría de los asistentes son hombres, las mujeres tienen que hablar más fuerte para ser escuchadas. Por ejemplo, cuando se desempeñó como directora de la política fiscal de la Secretaría de Finanzas del entonces Distrito Federal o como encargada de la Dirección General de Pemex-Cogeneración y Servicios, en reuniones donde era la única mujer, recuerda cómo sus compañeros querían darle sus sacos y le pedían café, cuando era la encargada de dar las proyecciones financieras.
“En reuniones con hombres es común que cuando hablas se sorprendan y es como darte cuenta que piensan que estás ahí mágicamente y no por tu trabajo”, agrega.
Aunque existe el reconocimiento de que en la administración pública y privada la presencia de mujeres ha avanzado, hay infinidad de retos. Para la matemática por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM) y Maestra en Economía por El Colegio de México, muchos de los avances parten de visibilizar los problemas como el trabajo de cuidados que recae en las mujeres o la brecha salarial que se mantiene en las dependencias.
Pero sentencia:
“Hay que exigir la igualdad. Si no lo hacemos nadie la dará”.
Para BuenRostro, quien ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos, el ser incluida entre los 300 personajes más influyentes de la revista Líderes Mexicanos y en Global Tax 50, creada por International Tax Review (ITR), las mujeres deben buscar primero la independencia económica, prepararse, mantener la frente alta y la dignidad bien puesta para dejar los lugares en donde no sean tratadas dignamente.
“Por eso siempre hay que estar bien preparada para no tener miedo que en algún momento, cuando no te traten bien, irte, porque una no está obligada a sufrir. Primero: que no se den por vencidas y si no es así, será en otro lugar, pero que nunca se den por vencidas".
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—¿Cómo ha sido para usted estar en un puesto tan importante, como el Servicio de Administración Tributaria? Platíquenos su experiencia y cómo ha sido.
—Yo creo que, como todo el mundo, es un puesto complicado y es muy difícil; además nos tocó la pandemia que fue sumamente complicada, pero hasta ahorita yo estoy muy contenta porque el SAT es una institución muy completa profesionalmente y también humanitariamente, aunque no lo parezca. Sí estamos muy satisfechos ahorita con estos años de trabajo.
—Estadísticamente sabemos que para una mujer es distinto alcanzar ciertos puestos en comparación con un hombre. ¿Cómo ha sido su experiencia, incluso previa al SAT? ¿Cómo podría calificar usted todos estos años que culminan hasta esta titularidad en el SAT?
—Como mujer pienso que permanentemente tenemos que estar demostrando capacidades y resultados, es decir, desde el primer trabajo siempre tienes que ir adelante. Alguna vez o más de una ocasión he comentado que en el caso de las mujeres no nos ceden tener un error, si nosotros tenemos un error nos castigan y nos mandan a la caja enfriadora por mucho tiempo antes de darnos una nueva oportunidad. Es una continua demostración de trabajo, de resultados, de mucha preparación, porque no te puedes equivocar, y de mucho esfuerzo. También pues siempre hay que pelear mucho el lugar, más en áreas como Economía y Finanzas donde predominan los hombres. Siempre hay que hablar más, más fuerte y siempre estar muy bien preparada.
—A lo largo de su trayectoria, ¿qué tipo de comentarios ha tenido que enfrentarse?, ¿ha enfrentado la misoginia y el machismo?, ¿todavía persiste esto en la administración?
–Sí. Desde estudiante, por ejemplo, cuando terminé la maestría y quería empezar a encontrar trabajo, iba a la bolsa de trabajo que hacen en la escuela para ver a dónde iba, pero más de un maestro llegó a comentar que primero eran los hombres y luego las mujeres, porque los hombres tenían que buscar trabajo y encontrar trabajo primero. De mi generación, sí fui de las últimas en colocarme precisamente porque siempre se les dio prioridad a los hombres.
Luego ya en los trabajos sí era complicado. Por ejemplo, mi primer trabajo fue en Pemex y Pemex es un mundo muy machista y muy misógino. Alguna vez me tocó estar en una reunión de puros hombres, yo era la única mujer y además era la más joven, y entonces todos los ingenieros que entraban me pedían café y me querían dar su saco, cuando yo iba a una reunión igual que ellos y a mí me tocaba hacer las evaluaciones financieras de los proyectos. Entonces sí: a la mujer nos tienen muy prejuiciadas para ciertas labores, como si no pudiéramos hacer las otras.
Yo me tuve que salir de Pemex porque en ese entonces no podía asegurar a mis papás. Si eras mujer no podías asegurar a tus papás porque, si tenías hermanos varones, ellos eran los obligados asegurarlos. En cambio un hombre podía asegurar a su esposa, dos concubinas y todos los hijos que él reconociera. Aparte podían asegurar a sus papás y nosotras las mujeres no podíamos, entonces llegó un momento en que yo me tuve que salir de Pemex porque necesitaba asegurar a mis papás y así ha sido continuamente.
Hace poco me tocó una reunión del mundo de las finanzas donde se habla de mucho dinero. Puros hombres. Y a la hora de estar discutiendo, cuando yo empecé a dar argumentos y a uno de ellos se le salió de manera muy natural: “Ah, entonces sí piensa. Sí está haciendo su trabajo de manera estructurada”. Yo le dije que sí. Los resultados no son gratis. Entonces a veces sí es sorprendente que todavía, a estas alturas, haya comentarios de ese tipo: muy misóginos y con muy con mucho prejuicio sobre la mujer.
—Podría ahondarnos en esta última etapa, porque no pasa desapercibido el hecho de que sea una mujer la que tome las riendas del SAT, que tiene como política principal el cobro de impuestos a grandes y poderosos empresarios evasores. ¿Cómo ha sido la experiencia en el SAT?
—La labor de la mujer, en cualquier trabajo que desempeñe, tiene que mostrarse más firme, más fuerte y argumentar mejor, porque si no pues a una la ignoran. Entonces, igual que en otros rubros, pero ahora sí que más difícil porque en el mundo del dinero, de la economía y de las finanzas predominan los hombres. Por ejemplo, ahorita que estamos reuniéndonos con grandes contribuyentes para que paguen, sólo he recibido a una mujer gran contribuyente, porque todos los grandes contribuyentes también son hombres, o sea no es exclusivo del Gobierno, también de la iniciativa privada.
Como una está constantemente tratando con hombres se tiene que ser más seria y más dura. De hecho, por eso me pusieron la "Dama de Hierro” porque si uno no se pone firme piensan que no es en serio y pueden darte largas y largas, y no pagar.
Al principio sí fue muy complicado, pero es como una se tiene que poner más firme. Pero yo creo que ya se está volviendo una cultura diferente, donde ya todo mundo entiende con qué rol estamos jugando. La verdad es que, si bien no gusta eso, tampoco disgusta porque se dan cuenta que es un trato profesional y técnico, donde no hay persecución política y donde todos los cobros son con argumentos, porque siempre les decimos: “la ley en un lado y la calculadora en otro”, pero la verdad es que al principio fue muy complicado y por eso había que ponerse muy dura en las reuniones y de ahí el mote que me pusieron.
—Precisamente sobre esto queríamos preguntarle: ¿Cómo se siente con ese sobrenombre y cómo ha sido enfrentarse a grandes empresarios que han acumulado del poder por muchos años?
—Yo creo que es doble trabajo. El primero es enfrentarse y hacer un cambio cultural, donde antes no había pago y donde pues los dejaban (a los empresarios) hacer lo que quisieran. La primera barrera —independiente de si eres mujer o no— es decir: “oigan, no vamos a hacer las cosas como siempre”.
La segunda, es como eres mujer, pues tratan de presionar muchísimo, entonces es la única manera siendo fuerte y firme en lo que se dice. A mí me ponen el mote, pero yo no creo que sea el único funcionario así, creo que hay muchos hombres funcionarios que tienen carácter fuerte, pero a ellos les dicen: “qué personalidad”, “qué carácter tan fuerte tiene”. En cambio, una mujer es la "Dama de Hierro”, como si fuera algo extraordinario, cuando un hombre lo ven hasta cierto punto normal o lo asimilan más rápido. Sí es diferente el trato con la mujer, es más complejo y uno tiene que ir mejor preparada siempre.
—¿Hay que masculinizarse?
—Se ha avanzado, más allá de las leyes de paridad, también hay una voluntad de poner a mujeres a la cabeza de dependencias y oficinas clave. En la economía son varias las mujeres que ya están como titulares. Usted desde 2020 está aquí en el SAT. ¿Qué es lo que siente que falta en materia de política con mujeres o cómo evalúa usted la situación en la que estamos?
—Creo que una parte importante de las mujeres que alcanzamos a tener ciertas posiciones, es que seamos conscientes de las dificultades que tuvimos para crecer, para que, ya estando en una mejor posición, demos oportunidades y tengamos más cuidado en las promociones, a la hora de hacer promociones en nuestra institución.
Este gobierno, como ningún otro, es igualitario, es decir, el Presidente ha cuidado muchísimo que la mitad del Gabinete seamos mujeres. También es la primera vez que tenemos una gobernadora de Banco de México; tenemos la Ley de Paridad en el Legislativo, también el Presidente ha promovido a más ministras en la Corte, entonces, yo creo que (el Gobierno de México) va más avanzado incluso que muchos países de América y me atrevería a decir que en el mundo.
En el caso de la gobernadora (de Banxico), por ejemplo, creo que hay tres países que tienen mujer gobernadora en bancos centrales, entonces sí ha sido un cambio considerable, pero también a nosotros nos toca hacer nuestro cambio interno. Por ejemplo, yo cuando llegué al SAT éramos la mitad hombres y la mitad mujeres, pero las mujeres ganan menos que los hombres, los sueldos son diferenciados, es decir, una mujer tiene que trabajar muchísimo más que un hombre para que alguien la voltee a verla, tienes que trabajar casi el 30 por ciento más de que lo que trabaja un hombre para que tengas ese mismo sueldo. Para que te promuevan al siguiente nivel, tienes que estar seis meses o un año antes trabajando como si fueras del siguiente nivel para que un día te lo reconozcan. La mujer se esfuerza muchísimo más en el trabajo: más horas, más compromiso, más todo.
Aquí en el SAT, cuando yo llegué en el 2020, los estratos intermedios eran puros hombres y ahorita, ya con los cambios y ajustes que estamos promoviendo para que haya más mujeres, ahora pasamos de cero mujeres que teníamos cuando llegamos, ahorita ya andamos como por el 30 por ciento. Creo que ese es un compromiso que debemos tener todas las mujeres, de ser conscientes de que a nosotras nos ha costado mucho trabajo. También no perder de vista cuáles fueron las omisiones del otro género, para nosotros no cometer los mismos errores.
—Nos acaba de mencionar que la mujer tiene que trabajar más y desafortunadamente no hay tantas mujeres en altos puestos de poder y de decisiones, ¿usted consideraría que es parte de la excepción y qué falta para que siga avanzando en el tema?
—Que soy parte de la excepción, yo creo que sí porque cuando llego a las reuniones y soy la única mujer, pues algo está mal, no creo que deba de ser así. ¿Qué nos falta? Pues yo sigo insistiendo que nosotras, que somos poquitas mujeres, debemos concientizar, no sólo a nosotras sino también a nuestros equipos de trabajo para que den las mismas oportunidades, independientemente si eres hombre o mujer.
Por ejemplo, a mí algunas veces me decían: “Oye ustedes dos están en el mismo nivel, pero él es hombre y tú eres mujer; pero fíjate que el hombre está casado y tiene dos hijos y tú eres soltera, entonces vamos a promover al hombre porque él tiene más necesidades que tú". Para empezar, el señor que me dijo eso, no sabe qué necesidades tengo y cuáles no tengo porque a lo mejor él tiene hijos, pero a lo mejor yo apoyo a mis papás. El trabajo pues no tiene nada que ver con tus necesidades económicas. Sí hay que distinguir bien en lo que es una solvencia laboral y lo que es una cuestión de género, incluso de prejuicio. Nuestra labor es concientizar a la gente que trabaja en nuestros equipos y nosotros mismos evitar esos prejuicios y vayan desapareciendo poco a poco.
—¿Qué es lo mínimo que en adelante los gobiernos tienen que tener en materia de género y de mujeres en la política?
—Hay decisiones que se tienen que tomar en el corto, en el mediano y en el largo plazo. En el largo plazo es educación, la educación tiene que ser diferente para que los niños desde que están chiquitos les quede muy clara la igualdad de género.
Necesitamos mejorar la cultura, tanto familiar como en la escuela. En el inmediato plazo, pues cada quien puede poner su granito de arena para hacer exigible esa igualdad, porque mientras nosotros no la exijamos nadie nos la va a regalar.
Luego hay que generar las condiciones económicas para que puedan crecer de manera similar un hombre y una mujer. Hay una serie de apoyos que puede dar el Gobierno, e incluso podrían ser privados, que pueden ayudar al desarrollo más parejo de las mujeres.
—¿Realmente cree que en México hay las condiciones, educativas y sociales, para que ya a corto plazo México tenga una mujer Presidenta?. Y si cree que sí estamos en condiciones, ¿cuál es el perfil que debería de tener esta mujer para tomar las riendas del país?
—No todo México es el mismo México. Desafortunadamente la desigualdad económica y cultural es diferente. Una desigualdad económica nos lleva a una desigualdad de cultura o educaciones porque no se cuentan con las mismas oportunidades de preparación.
México todavía es multicolor en aspectos socioeconómicos. Sí falta un poco tratar de homogenizar las cosas, en todos los lugares ya hay gente que es referencia, es decir, mujeres representativas y el simple hecho que haya una mujer destacada en una comunidad, eso marca la referencia y por lo tanto ya todo mundo puede aspirar.
Y yo considero que México sí está preparado para tener una Presidenta. En México tenemos oportunidad que, si se lanza una mujer con una capacidad y presencia fuerte, sí podríamos tener una Presidenta.
—¿Qué mensaje les daría a todas las mujeres?
–Primero a todas las mujeres que tienen hijos que los eduquen en un ambiente más igualitario. Y a las mujeres que ya están en estudios, preparatoria, universidad o trabajando yo les diría que la primera independencia como mujer es la económica, que siempre busquen desarrollarse, buscar ser autosuficientes, porque la independencia económica te da libertad, entonces, cuando te da libertad ya puedes hacer lo que tú quieras y te mueves en un plano más igualitario de manera automática. Lo que yo digo es que todas las mujeres trabajen duro, trabajen fuerte, busquen su independencia económica y que todas las mamás ayuden con los niños para que vayan creciendo en un ambiente igualitario.
—¿Algún consejo particular de cómo enfrentar las resistencias?
—No darse por vencidas. Yo en mi trayectoria en el sector público, de poco más de 25 años, yo tuve que renunciar a varios trabajos porque no me gustó el trato que me daban. Siempre hay que tener la frente alta y la dignidad bien puesta para que si a una no le gusta como la tratan en un lugar, irse. Por eso siempre hay que estar bien preparada para no tener miedo que en algún momento, cuando no te traten bien, irte, porque una no está obligada a sufrir. Primero: que no se den por vencidas y si no es así, será en otro lugar, pero que nunca se den por vencidas.