De acuerdo con la Cepal, la invasión de Rusia a Ucrania ha generado una crisis internacional cuyos efectos en América Latina y el Caribe, pese a tener distintos signos e intensidades de un país a otro, que ha deteriorado las condiciones de inversión y producción en la región bajo una persistente incertidumbre con tendencia creciente.
Ciudad de México, 8 de junio (SinEmbargo).- México será el segundo país de América Latina, detrás de Colombia, que tendrá el mayor aumento porcentual de la pobreza, debido a la alta inflación y al bajo crecimiento de su economía, afectadas por la COVID-19 y marcadas también por la reciente guerra en Ucrania, prevé la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En su reporte "Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?", la Comisión expuso que los resultados respecto del limitado desempeño económico esperado para 2022 y una creciente inflación generan un contexto adverso para las condiciones de vida de la población y su posibilidad de adquirir bienes y servicios esenciales en toda la región.
De acuerdo con el documento, el aumento de la volatilidad financiera y la aversión global al riesgo como resultado de la guerra "ha perjudicado los flujos de capital hacia los mercados emergentes. Esta tendencia podría acentuarse en los próximos meses si persisten las presiones inflacionarias en las economías desarrolladas y sus bancos centrales profundizan las políticas monetarias contractivas, incluidas alzas de las tasas de interés de política monetaria y la reversión de los estímulos monetarios (compra de activos)".
La Cepal añadió que si la inflación tiene el comportamiento previsto en su escenario base, la pobreza total en México aumentaría 1.3 puntos porcentuales en comparación con el 2021, pero en caso de que la inflación supere en 2.0 puntos porcentuales el escenario base, la pobreza aumentaría hasta 2.3 por ciento en el país en la misma comparación temporal. El territorio azteca quedaría sólo por detrás de lo previsto para Colombia, que en el primer escenario incrementaría su pobreza total en 1.7 puntos porcentuales, y hasta 2.9 por ciento en el segundo escenario.
En general, para la región el organismo internacional prevé que la pobreza extrema y la pobreza se elevarán por sobre los niveles estimados para 2021 y la incidencia de la pobreza regional alcanzaría un 33.0 por ciento, es decir, 0.9 puntos porcentuales más que lo proyectado para el año anterior; mientras que la pobreza extrema alcanzaría un 14.5 por ciento, 0.7 puntos porcentuales más que en 2021. "Este resultado refleja la tendencia a un mayor aumento de los precios de los alimentos en comparación con el resto de los bienes", recalcó.
La Comisión sostuvo que una aceleración de la inflación vista por las presiones que se generan debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania se traduciría en niveles de pobreza aún más altos. Aunque el escenario base ya considera 2 puntos porcentuales por encima a las expectativas de inflación vigentes hasta el primer trimestre de 2022, si la inflación se incrementa 2 puntos porcentuales más, la pobreza total crecería 1.6 puntos porcentuales y la pobreza extrema 1.1 punto porcentual, en comparación con el valor proyectado para 2021. En ese caso no solo la pobreza extrema, sino también la pobreza llegaría a niveles superiores a los registrados en el primer año de la pandemia. El aumento de 1.1 punto porcentual de la pobreza extrema implicaría que 7. 8 millones de personas se sumarían a los 86.4 millones cuya seguridad alimentaria ya está en riesgo.
"Estos niveles son notoriamente superiores a los observados antes de la pandemia y alejan la posibilidad de una pronta recuperación. Si bien en 2021 se había producido una reducción de la pobreza de 0.9 puntos porcentuales en comparación con los niveles de 2020, la pobreza extrema mantuvo ese año la tendencia al aumento de los años previos. En consecuencia, la incidencia prevista para 2022 supera los valores de 2019 en 2.5 puntos porcentuales en el caso de la pobreza y 3.1 puntos porcentuales en el caso de la pobreza extrema", se lee en la publicación de la Cepal.
Aún con las cifras, y como se mencionó antes, el impacto del alza de precios y de la baja del crecimiento en la pobreza será diferente de un país a otro, siendo los países más afectados en un fuerte retroceso de la lucha contra la pobreza Colombia, México, Paraguay y Brasil. Por el contrario, en otros países, como Bolivia y Panamá, es previsible que la pobreza disminuya incluso en el escenario de 2.0 puntos porcentuales de inflación por sobre el escenario base.
La Cepal insistió en que la tendencia en el alza de los precios de los alimentos superior a la inflación general en la mayoría de los países perjudica no sólo a las personas extremadamente pobres, sino también a los hogares de las partes media y media baja de la distribución del ingreso, ya que la participación de los alimentos es una necesidad constante en los hogares aunque se disminuyan los ingreso de éstos.
"De mantenerse la relación entre el incremento anual de precios de los alimentos y del resto de los bienes observada hasta marzo de 2022, en el agregado el quintil más pobre sería afectado por una inflación un punto porcentual mayor que la que enfrentaría el quintil más rico, mientras que en el caso de los quintiles segundo y tercero esta diferencia sería de 0.9 y 0.6 puntos porcentuales, respectivamente", mostró la Comisión.
En el reporte se especificó la guerra ha hecho que aumente la volatilidad financiera y la aversión global al riesgo, lo que ha perjudicado los flujos de capital hacia los mercados emergentes, y esto podría acentuarse en los próximos meses si persisten las presiones inflacionarias en las economías desarrolladas y sus bancos centrales profundizan las "políticas monetarias contractivas", incluidas alzas de las tasas de interés de política monetaria y la reversión de compra de activos. En la misma línea, la Cepal consideró que las políticas monetarias más restrictivas tendrán un efecto negativo en los países más endeudados de América Latina, ya que se limitará su acceso al financiamiento para renovar deuda anterior o incrementarla en términos netos.
Sobre el alza en las tasas de interés, medida a la que ha recurrido México por ocho veces consecutivas –y con lo cual la tasa de interés es de 7 por ciento hasta mayo de 2022– la Comisión mencionó que tendrá fuertes efectos en los países donde la deuda a tasa variable alcanza una alta participación en el total de la deuda externa, situación en la que se encuentran muchos países de Latinoamérica.
Con la presencia de todos sus miembros, la Junta de Gobierno del #BancodeMéxico decidió por mayoría, incrementar la Tasa de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 7.00% con efectos a partir del 13 de mayo de 2022. Consulta el comunicado en: https://t.co/CmxRMYlWdO pic.twitter.com/NNFFxr38o7
— Banco de México (@Banxico) May 12, 2022
"En algunos de ellos, el efecto positivo en el saldo de su comercio exterior de materias primas podría contrarrestar el alza del pago de intereses, mientras que en otros, que pueden tener saldo deficitario, la combinación de ambas fuerzas podría generar situaciones de elevada vulnerabilidad", sostuvo la Cepal y agregó que el aumento de las tasas también deteriorará la situación financiera del sector corporativo no financiero, que presenta un elevado nivel de endeudamiento en la región.
Según el reporte del organismo regional, la guerra en Ucrania abrió una nueva fuente de incertidumbre para la economía mundial y tuvo un impacto, en primer lugar, en su nivel de actividad, pues se estima que la economía mundial crecería un 3.3 por ciento en 2022, es decir, 1.0 punto porcentual menos de lo que se proyectaba antes del inicio del conflicto. Al mismo tiempo, la dinámica del PIB de los principales socios comerciales de la región (Estados Unidos, China y la Unión Europea) se ha deteriorado, lo que implica una disminución de la demanda externa de la región.
Tan sólo en los Estados Unidos, el crecimiento sería de un 2.8 por ciento, 1.2 puntos porcentuales por debajo de lo que proyectó en diciembre de 2021 la Reserva Federal. Por su parte, China espera un menor dinamismo de los sectores exportador e inmobiliario; y al mismo tiempo las medidas adoptadas como parte del plan de “tolerancia cero” frente a los brotes de COVID-19 también han afectado el ritmo de crecimiento.
En el caso de Europa, sin considerar a los países implicados directamente en la guerra, la mayor revisión a la baja del crecimiento proyectado es la que corresponde a la zona del euro, cuya economía es muy dependiente de fuentes rusas de energía, por lo que crecería un 1.4 puntos porcentuales menos de lo esperado antes del inicio de la guerra, es decir, sólo 2.8 por ciento.
El alza de los precios de los productos energéticos y, en general, de los productos básicos, el pronunciado aumento de los costos del transporte internacional, el agravamiento de los problemas de oferta y el aumento de la demanda interna en las economías desarrolladas, analizados más adelante, han redundado en un impulso de la inflación global, que ha presentado aumentos desde el segundo semestre de 2020, que han alcanzado máximos históricos en el primer cuatrimestre de 2022.
LA GUERRA FRENA LA GLOBALIZACIÓN
De acuerdo con el informe de la Cepal, el conflicto armado entre Rusia y Ucrania ha generado una crisis internacional que han deteriorado las condiciones de inversión y producción a nivel mundial, en un contexto regional enmarcado entre choques externos previos a la guerra, entre los que se encuentra la crisis financiera internacional de 2008-2009, las tensiones económicas entre los Estados Unidos y Europa, por una parte, y a partir de 2017 con China, y la pandemia de COVID-19 desde 2020 a partir de 2020. Estos choques han redundado en cambios que se han retroalimentado, han debilitado la "globalización como motor del crecimiento y han llevado a que las razones geopolíticas predominen sobre las razones de eficiencia".
Entre esos cambios, destaca la expansión del modelo de globalización basado en cadenas internacionales de producción, que se concentró en tres grandes “fábricas” mundiales (América del Norte, Asia Oriental y Europa). Este modelo afectó negativamente el empleo y los ingresos de las clases trabajadoras y los estratos de ingresos medios en los países desarrollados, lo que impulsó posturas nacionalistas y antiglobalización en los Estados Unidos y los países de la Unión Europea.
Además, la disputa comercial entre los Estados Unidos y China, y posteriormente la pandemia de coronavirus, se tradujeron en rupturas en diversas cadenas productivas manufactureras. Uno de los casos más populares de ello es el de los semiconductores, por sus efectos en un gran número de actividades que van desde la producción de hardware, hasta la de automóviles y maquinaria industrial. En ese sentido, la Cepal recordó que han surgido cuestionamientos al modelo de globalización basado en cadenas de producción que operan con métodos productivos y de entrega justo a tiempo (just in time) y con bajos inventarios.
Parte de la obsolencia del modelo de la globalización, es que la guerra en Ucrania ha expandido significativamente las disrupciones a los sectores de producción primaria (petróleo, gas, aluminio y cereales) y a sectores industriales que producen insumos de uso generalizado en la agricultura, como lo son los fertilizantes.
La Comisión también señaló que en un sistema productivo tan integrado como el que se había desarrollado, las disrupciones en el sistema de transporte marítimo (saturación de puertos, largos período de espera de los barcos y alza de los fletes) tuvieron fuertes efectos en la logística de las cadenas y sus costos de operación. "Incluso hechos puntuales, como el bloqueo del canal de Suez en marzo de 2021, mostraron la debilidad estructural de las cadenas y su gran vulnerabilidad a cambios exógenos", recalcó.
Por tanto, en lo que insiste la Cepal es que la conjunción de estos factores reforzó las tendencias a la regionalización con estrategias de relocalización , deslocalización cercana, combinación de localizaciones interna y en diferentes países y localizaciones en países considerados “amigos”. Aunque estas estrategias ya estaban en curso después del inicio de las disputas comerciales entre los Estados Unidos y Europa, por un lado, y China por otro, se han acentuado con la guerra, especialmente en la relación con Europa. En esto último han influido razones de seguridad en materia de defensa, energía, alimentos y diversos rubros manufactureros.
Además, la expansión monetaria, derivada de las medidas adoptadas para superar la crisis financiera internacional, impulsó un auge en los mercados financieros y accionarios, la cual, conjugada con los apoyos masivos para compensar los efectos económicos y sociales de la pandemia, se tradujo en un auge de la demanda, contribuyendo a la aceleración del incremento de precios. "A nivel del consumo privado, los periodos de cuarentena o de menor contacto social se combinaron con la mayor disponibilidad de ingresos para aumentar la demanda de bienes, principalmente duraderos, en detrimento de la demanda de servicios. La mayor demanda de bienes en un contexto de rupturas de los procesos productivos y de transporte presionó sobre los precios. El peso relativo de los factores de oferta y de demanda es un tema en discusión, pero ambos fueron importantes", señaló el reporte de la Comisión.
Con los anteriores puntos queda de evidencia que los sucesivos choques han debilitado la estructura económica de la región, en particular en aspectos vinculados a la inversión y el desarrollo de capacidades humanas y tecnológicas, que se refleja en insuficientes avances de la productividad laboral y de las capacidades tecnológicas.
ES PRIORIDAD LA SEGURIDAD ALIMENTARIA
La destrucción de capacidad productiva agrícola en Ucrania y la paralización de gran parte del comercio de cereales y fertilizantes con la Federación de Rusia abren la perspectiva de una crisis alimentaria mundial, pero incluso antes de la pandemia, la prevalencia de la subalimentación en la región estaba aumentando de un mínimo del 5.4 por ciento en 2014 a un 7.1 por ciento en 2019, y la pandemia exacerbó dicha tendencia negativa: en 2020, la prevalencia de la subalimentación alcanzó un máximo del 9.1 por ciento, un nivel que no se veía en la región desde 2005.
En el reporte de Cepal se señala que en comparación con 2019, alrededor de 14 millones de personas más en la región fueron afectadas por el hambre en 2020, siendo los países del Caribe particularmente vulnerables: un 16.1 por ciento de sus habitantes padecieron desnutrición en 2020.
Cabe recordar que los precios de los alimentos aumentaron en la región en la segunda mitad de 2020 debido a problemas en las cadenas de suministro, y antes de que la inflación se convirtiera en un problema mundial en 2021, la inflación de alimentos ya había aumentado y se ha mantenido alta desde entonces. En ese sentido, la inflación de alimentos a marzo de 2022 dio "una señal de alerta" sobre la debilidad de la seguridad alimentaria en la región.
La Comisión expuso que crecimiento de los precios de los alimentos se aceleró y superó la inflación general en todos los países que la conforman, con la excepción del Ecuador. La inflación interanual de alimentos y bebidas alcanzó un valor de dos dígitos en Colombia, el Paraguay, México, Chile, el Brasil y el Uruguay, todos ellos eran países sin antecedentes recientes de inflación crónica, pero esas altas cifras se deben principalmente al traspaso de los altos precios internacionales de las materias primas agrícolas (principalmente cereales y aceites) y de las materias primas relacionadas con la energía y el transporte.
"Aunque la región en su conjunto es superavitaria en el comercio exterior de alimentos, muchos países tienen déficits, en particular algunas economías del Caribe. Un superávit en el comercio de alimentos puede no reflejar adecuadamente la situación respecto de los alimentos básicos en un país determinado. Los déficits son particularmente importantes pues, dada la naturaleza de los ciclos agrícolas, es probable que los efectos de las alzas de precio se sientan durante varios años", destacó el organismo y añadió que en contraste con la situación superavitaria en el comercio exterior de alimentos, la región es fuertemente deficitaria en materia de fertilizantes: un 78 por ciento de los fertilizantes utilizados en la agricultura son importados.
El doctor Arturo Huerta, profesor de posgrado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comentó a SinEmbargo en ediciones pasadas que la inflación continuará afectando los alimentos mexicanas mientras se siga apostando por políticas que beneficien las relaciones con el comercio exterior y se desplace la producción nacional, es decir, mientras "se siga abandonando al campo".
La Comisión alertó que también en una perspectiva de mediano plazo, si los altos precios de los alimentos de base agropecuaria se mantienen, aumentará la presión en el sentido de incrementar la extensión de las superficies agrícolas y de pastizales, con el consiguiente impacto negativo en las áreas forestales y de matorrales, como ya se ha comprobado en el caso de los decenios de 2000 y 2010.