La escritora mexicana, Brenda Navarro, presenta Ceniza en la boca su novela más reciente, en la que explora el suicidio, la violencia contra las mujeres en México, así como el clasismo y racismo que viven los migrantes.
Ciudad de México, 8 de mayo (SinEmbargo).- “Las personas que dicen que la Conquista ya pasó y es cosa del pasado, son personas que no han sufrido las discriminaciones y el clasismo”, comenta la escritora Brenda Navarro, quien en su más reciente novela, Ceniza en la boca (Sexto Piso, 2022), narra la historia de Diego, un adolescente que migra a España y decide aventarse del quinto piso del edificio en el que vive. La historia es narrada por su hermana; ambos tuvieron que migrar al país europeo en donde enfrentan el racismo y clasismo, problemas a los que son expuestos día a día.
Ceniza en la boca es la segunda novela de la escritora mexicana, texto que surgió luego de que en un medio de comunicación la autora leyó la noticia de un suicidio en el sur de Madrid, zona en donde habitan migrantes, la historia se repetía y se repetía en su cabeza, por lo que regresó a buscar la nota y no la encontró: “En España existe un ‘acuerdo implícito’ cuando se habla de suicidio en los medios de comunicación, por eso no volví a encontrarla".
“Me interesó la noticia porque creo que muchas personas en algún momento de su vida se plantean detenerla y en el imaginario la salida fácil es el suicidio. La mayoría de las veces este hecho es tratado como un problema médico y no como una decisión de la persona que lo hace y tampoco sabemos qué es lo que pasa con las personas que se quedan, es decir, los cercanos a la persona que se suicida”, cuenta Navarro y continúa: “Para mí era una declaración política, quería que fuera invisible, porque el suicidio sabemos que existe, pero no lo conversamos, ni lo digerimos y creo que es algo necesario”.
—Desde la primera página usas muchos sonidos y onomatopeyas lo que provoca que la novela tome un ritmo diferente, ¿cómo definiste el lenguaje que usarías?
—Ahora que vivo en España, el lenguaje me parece importante porque te configura como tal, el acento, las palabras que usas y la manera en que las empleas significa algo. Me he dado cuenta que la musicalidad que traté de meter dentro de la novela, no es tan fácil reproducirla en voz alta. Tienes que detenerte, encontrar el tono. También era como una clase de posicionamiento político en un lugar en donde lo que diga la RAE se supone que sí importa, y poner este tipo de lenguaje no oficial me parecía parte de la apuesta literaria del libro.
—Tienes mucho acercamiento al español de México, pero también exploras el lenguaje de personajes bolivianos, catalanes, escoceses y españoles, ¿de qué manera te acercaste para encontrar la musicalidad de cada cultura?
—Cuando empezaron a considerarme escritora profesional yo decía que la verdadera herramienta de las personas que escribimos es la observación, y cuando hablo de observación hablo también de la escucha, de poner los sentidos muy al servicio de lo que quieres ir absorbiendo de la realidad. Pero con el paso del tiempo me he dado cuenta que no sólo se trata de observar sino de tener la capacidad de abstraerte para entender qué significa que se hable en mexicano, en algún momento en catalán, en boliviano y colombiano. Cuando se permite que entren palabras que se supone que no pertenecen a la gramática, el lenguaje se mezcla, se enriquece, genera ritmos y musicalidades.
Brenda Navarro vive en España desde 2015. Sus dos novelas han sido escritas allá, desde una condición de migrante que ella califica como privilegiada y no es desde este lugar que ella habla, prefiere hacerlo desde el otro lado, desde el desconocido, porque “la literatura no es hablar de nosotros mismos, sino de descubrir lo que pasa fuera de nosotros”. La autora de Casas vacías afirma que para poder lograrlo se tiene que investigar e imaginar.
“Para mí la clave es la imaginación. Siempre nos están diciendo que si eres de México, de España y nos están metiendo conceptos que no son nuestros, lo que buscan desde la narrativa oficial es que no nos apropiemos y no inventemos nuestras palabras y conceptos, porque en el momento en que empecemos a inventar y a imaginar otras cosas es cuando empieza el cambio”, señala Navarro.
En la novela, la protagonista narra la relación con su hermano, la ausencia de la madre que tras vivir la pérdida de su esposo se aleja de sus hijos y migra hacia España, país al que llegan a vivir con ella. Sin embargo, existe una renuencia por parte de ambos adolescentes por crecer y afrontar la vida que se les pone enfrente.
—Muestras al lector una España que se siente superior, que busca adoctrinar y dividir, ¿por qué decides exponer ese tema desde tu condición de migrante “privilegiada”?
—Es un tema que son constructos históricos super distintos, porque a nosotras nos han enseñado la visión de un Estado mexicano que tiene sus complejidades y se le critica en la construcción del nacionalismo, pero se nos ha enseñado que la Conquista nos ha marcado como estado nación; pero en España nunca han estudiado lo que significó realmente la Conquista, para ellos es un hecho histórico más y se acabó, eso significa que para ellos ya es pasado, porque no lo conflictúan, somos nosotros que lo seguimos conflictuándolo y eso significa que hay heridas abiertas.
Nuestro mayor problema, ahora mismo, no es España es Estados Unidos. España tiene en México un montón de cosas metidas corporativamente, pero no es nuestro problema pelearnos con España y hablar de la Conquista si no de estas estructuras de clasismo, pobreza, racismo, quienes tienen el poder y eso se traslada a nivel mundial, por eso de pronto pongo Escocia o Nueva York.
—¿Qué piensas de los nacionalismos y cómo observan a México en España?
—Los nacionalismos en Europa están siendo muy fuertes y lo único que están generando son discursos de odio y el ascenso de la derecha. A mí no me importa si este Presidente o el otro se están diciendo de cosas, me importa cómo eso puede permear en la sociedad para crear esos nacionalismos que lo único que hacen es decir: “el que no es como tú es tu enemigo”. Es una discusión anacrónica, allá me lo preguntan, porque son sÓlo declaraciones mediáticas de este y del otro lado. Se está utilizando para mover una narrativa política oficial, pero no es una discusión que tenemos las personas al día.
Contrario a lo que narró en su primera novela, Casas vacías, Brenda Navarro utiliza a la protagonista para mostrar el estado de violencia que viven las mujeres. En esta novela cuenta cómo el narcotráfico y las “costumbres” mexicanas han sido parte del patriarcado. Pero también aprovecha para hacer una crítica al feminismo académico y lo que éste ha dejado.
“Una cosa que critico mucho del feminismo es que parece que hay verdades absolutas y lo que nos ha demostrado el tiempo es que no tenemos ningún tipo de verdad absoluta. En esta etapa de mi vida no estoy segura si me interesa saber si el feminismo va a permear en algún lado. Me parece que el feminismo como todos los movimientos han llegado a un punto que se tiene que renovar”.
—Narras cómo la protagonista le reclama a su madre la ausencia y sobre todo los límites que le impone, pero en las páginas hablas de una violencia normalizada hacia las mujeres…
—Vivimos en un estado feminicida, los feminicidios son la consecuencia de lo que hay detrás y lo que hay detrás es la construcción de un estado sobre el cuerpo de las mujeres, sobre la conquista de los espacios en donde están las mujeres. Eso viene de la Conquista, de la Colonia, pero también viene de la Revolución. En la novela quería contar cómo se robaban a las mujeres y era algo muy normal, pero era una mujer que en contra de su voluntad tenía que formar una familia con alguien a quien probablemente no conocía y por supuesto en esas circunstancias eran violentadas, lo tenía que poner ahí, porque no concibo el análisis del Estado feminicida que vivimos actualmente sin entender ese pasado del que venimos. Lo dice el libro: parece ser que preferimos que quien nos violente es alguien a quien le podemos poner cara y cuerpo, porque si son desconocidos no sabremos lidiar con ellos; es como el dicho: “más vale malo por conocido, que bueno por conocer”, que es una cosa muy cultural mexicana.
—Con esta violencia normalizada, ¿Cómo ves a México desde el extranjero?
—Lo veo igual. Sigo pensando que es un Estado feminicida que se sostiene sobre el cuerpo de las mujeres, que no hay voluntad política de ningún nivel del gobierno para no hacer nada y no hay voluntad política porque saben que están involucrados, directa o indirectamente.
Sin embargo, creo que el México que dejé hace años es un México que estaba sacudiéndose en shock de todo lo que estaba viviendo en los años pasados y ahora veo a un México muy vivo. A pesar de que tenemos un estado que violenta los derechos humanos, tenemos la capacidad y las herramientas de seguir adelante y seguir cuidándonos las unas a las otras dentro de nuestras capacidades. Ahora estamos atravesando el caso de Debanhi, pero no hay una diferencia cuando un feminicido se pone en medios de comunicación a cuando no lo ponen, porque siguen asesinando a 10 mujeres al día.