Las medidas más restrictivas se relacionaron con un efecto en la salud mental de las personas. Las mujeres con menores en el hogar se vieron más afectadas que los hombres en general.
Londres, 22 abr (EFE).- Las medidas anticovid más estrictas, implementadas con frecuencia a fin de controlar en lugar de eliminar el virus, se asociaron con un estado de salud mental ligeramente peor, según los hallazgos de dos nuevos estudios difundidos hoy por la revista The Lancet Public Health.
Expertos de varias nacionalidades, que emplearon datos de 15 países tomados entre abril de 2020 y junio de 2021, vieron que el impacto en la salud mental asociado a los confinamientos era peor en el caso de las mujeres y de mujeres que vivían en hogares con niños dependientes frente a varones de todas las edades.
A nivel nacional, los países que buscaron eliminar la transmisión comunitaria del virus dentro de sus fronteras ("eliminadores") experimentaron menos muertes y mejores tendencias de salud mental durante la pandemia que países que persiguieron controlarla ("mitigadores").
Durante la pandemia, los gobiernos recurrieron a diversas estrategias para contener la transmisión aunque las medidas utilizadas no fueron homogéneas y algunos se centraron en planes para lograr una transmisión cero -Corea del Sur o Japón- mientras que otros -Francia o España- buscaron ralentizar la transmisión combinando confinamientos y otras normas, como el uso de mascarillas o la prohibición de reuniones sociales.
Restricting the spread of SARS-CoV-2 or safeguarding mental health: a false dichotomy? https://t.co/8tLQI9xqlJ #publichealth #auspol
— Deborah Gleeson (@DrDebGleeson) April 22, 2022
"Las respuestas de los Gobiernos a la pandemia han sido ampliamente debatidas. A primera vista, podría parecer que países 'eliminadores' implementaron estrategias mucho más duras que otros por sus vetos a los viajes internacionales pero, en realidad, las personas dentro de esas fronteras disfrutaban de mayor libertad en general que en países 'mitigadores'", señaló Lara Aknin, de la Universidad canadiense Simon Fraser, autora del primer estudio.
La primera investigación indica que el tipo y la coyuntura temporal de las restricciones desempeñaron un papel a la hora de determinar el impacto en la salud mental, mientras que el segundo estudio sugiere que estos efectos se sintieron de forma desproporcionada por grupos diferentes.
Para evaluar cómo la variación de restricciones afectó a la salud mental, el primer estudio combinó datos quincenales de políticas diarias con datos de salud mental de 15 países, agrupados en "eliminadores" (Australia, Japón, Singapur y Corea del Sur) o "mitigadores" (Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Noruega, España, Suiza y Reino Unido), con base en sus respuestas a la pandemia entre abril de 2020 y junio de 2021.
Las medidas más estrictas se asociaron en general con opiniones más bajas sobre la gestión del Gobierno de la pandemia y, en consecuencia, sobre la salud mental, y encontraron que la evaluación del Gobierno fue más positiva en los países "eliminadores".
Según el autor del segundo estudio, Rafael Goldszmidt, "las estrategias mitigadoras podrían estar asociadas a resultados peores de salud mental al menos en parte, ya que las medidas de contención durante largos periodos de tiempo de confinamientos y distanciamiento social pueden impedir las conexiones sociales".
En el segundo estudio, basado en datos de Australia, se detectó que el impacto en la salud mental de los confinamientos no se sintió de la misma manera en todos los grupos demográficos.
Ese análisis halló que las mujeres sufrieron más las consecuencias mentales de los confinamientos que los hombres, y que en el caso de mujeres a cargo de menores dependientes, estas padecieron efectos más negativos en la salud mental.
"Las mujeres, especialmente las que viven en familias con niños dependientes, han sido las más duramente golpeadas y con mayor probabilidad que los hombres de cualquier grupo de edad de ver un declive en su salud mental", remarcó el autor Mark Wooden, de la Universidad de Melbourne.