La palabra «probióticos» cada vez suena más cuando se habla de salud y una dieta sana, sin embargo, se desconoce qué son realmente y sus verdaderas implicaciones en el cuerpo humano. Por ello, una experta explica de qué forma son beneficiosos para nuestra salud.
Madrid, 10 de abril (Europa Press).- A veces nos confundimos y llamamos probióticos a cosas que no son. Se cree que el yogur, el queso o la kombucha lo son, pero no es así. Los probióticos son microorganismos que están vivos y que en las cantidades adecuadas confieren un beneficio para quien lo consume.
«En el caso de los tres productos mencionados, si somos estrictos, no podemos denominarlos probióticos porque no sabemos qué microorganismos llevan, en qué cantidad, y además no hay estudios que nos digan que estos confieren beneficios para la salud. Sí pueden ser saludables, como alimentos en una dieta equilibrada, pero esa acción terapéutica no la tienen», afirma en una entrevista con Europa Press Olalla Otero, doctora en Biología, miembro del equipo científico de Nutribiótica y experta en el campo de los probióticos.
Acaba de publicar El revolucionario mundo de los probióticos. Qué son, cómo funcionan y para qué sirven (Alienta Editorial), un manual en el que intenta despejar todas las dudas que existen en torno a este mundo de los probióticos, que reconoce que actualmente «está en auge».
Así, esta experta manifiesta que los probióticos cuando se quieren usar con fines terapéuticos tienen que tener ciertas características, y para ello ve útil conocer la cepa, «que es como su DNI o nombre del microorganismo» que contiene, y que vamos a consumir, aparte de cerciorarnos de que existen estudios sobre la misma.
Después, ve fundamental conocer el origen, saber de dónde viene el microorganismo, porque pone el ejemplo de que si este está adaptado a nuestro intestino podrá crecer mejor y obtendremos con su uso más acciones beneficiosas que por ejemplo con los probióticos que obtengamos de la vaca; aparte de asegurarnos de que llegan vivos los microorganismos de ese probiótico que vamos a consumir.
CUÁNDO PUEDEN SER ÚTILES
Así, la doctora en Biología y experta en probióticos Olalla Otero subraya que los probióticos pueden ser de ayuda en algunos tratamientos. Dice que hay mucha patología relacionada con un tipo de desequilibrio de la microbiota, desde infecciones de orina, hasta la diarrea del viajero, o para tomar antibióticos, o enfrentarnos a una gastroenteritis vírica.
«Todo esto se puede tratar con probióticos, pero también la salud mental o cerebral. Los probióticos pueden mejorar la comunicación entre el intestino y el cerebro y entonces se puede modular el humor con probióticos, con algunas cepas concretas, aparte de mejorar trastornos como la ansiedad, por ejemplo; hay bastantes estudios al respecto», apunta la especialista.
En cuanto a si un probiótico puede sustituir a un fármaco, dice que en algunos casos sí pueden actuar como coadyuvantes en un tratamiento farmacológico, como en el caso de un antibiótico, donde se suele recomendar su toma; pero a veces se pueden emplear como terapia única, como en las diarreas del viajero o las intoxicaciones alimentarias, donde solo se puede ofrecer un suero o algún fármaco para cortar la diarrea, pero con el probiótico, si se emplea correctamente, el paciente mejorará notablemente.
Otro aspecto que menciona es que en España, por ahora, los probióticos no están clasificados como fármacos, si bien en Estados Unidos quieren cambiar la legislación al respecto. «A día de hoy son complementos alimenticios en nuestro país y se pueden adquirir sin receta. Hay cientos de marcas y cada una con formulaciones muy distintas, lo que causa cierta confusión en el consumidor. Por eso, la persona que vaya a comprar un probiótico, y dado que no todos son iguales porque no todos tienen los mismos microorganismos, es recomendable ser aconsejados por un experto», remarca Otero.
Sobre si son inocuos, y su uso puede perjudicar nuestra salud, esta experta expone que podemos elegir mal el probiótico que tomamos, de forma que, aunque sus consecuencias no son graves para nuestra salud, sí pueden pasar dos cosas: no pasar nada y que no consigamos el efecto deseado con su toma, solo hayamos perdido el dinero de su compra; o bien puede sentarnos mal, y que por ejemplo tengamos hinchazón o incomodidad abdominal, que remitirán una vez dejemos de tomar el probiótico.
¿CUALQUIER PERSONA PUEDE TOMAR UN PROBIÓTICO?
En cuanto a si cualquier persona puede tomarlos, la miembro de Nutribiótica refiere que sí, si bien se aconseja siempre que estos sean pautados por un profesional de la salud formado en microbioterapia y microbiota, ya sean médicos, dietistas-nutricionistas farmacéuticos u otros.
Asimismo, recalca que el tiempo de intervención con probióticos dependerá del caso a abordar y del tipo de disbiosis, siendo en algunos casos semanas, mientras que en otros los tratamientos pueden durar un periodo largo.
Aquí señala que no interaccionan con los fármacos, pero sí impactan sobre la microbiota, por lo que se afectará a la fisiología intestinal y, por tanto, podría tener un impacto en la farmacocinética.
Sobre por qué no está tan extendido su uso, Otero lo achaca a la falta de tiempo de los especialistas sanitarios con cada paciente, y dice que luego que en el currículo de la carrera de Medicina no se toca apenas el cuidado de la microbiota, no hay asignatura sobre ello, aunque el interés del colectivo sobre los probióticos es cada vez mayor «gracias a su esfuerzo».
Recuerda aquí que los probióticos se emplean especialmente desde hace décadas, pero de forma más extendida, que lo use cualquier profesional, la gran explosión ha tenido lugar en la última década, según confiesa. De hecho, reconoce que son muchos los profesionales sanitarios que señalan que son sus pacientes los que se los demandan.
CONCEPTOS ERRÓNEOS O MITOS QUE DEBEMOS DESTERRAR
En este sentido, Olalla Otero lamenta que no todos los profesionales tienen esa visión tan amplia de hasta dónde está implicada la microbiota en la salud, cuando podemos modular su composición con probióticos. Cree que se pueden usar más de lo que se emplean ahora, más que para acompañar el antibiótico o cuando el niño tiene la diarrea vírica, que es cuando lo receta el pediatra.
También opina que en los próximos años se avanzará en el conocimiento de la microbiota y su implicación en otros trastornos y los profesionales se están actualizando cada día más. «No vamos a curar muchas patologías con probióticos, pero sí mejorará el tratamiento si además del fármaco que toque acompañamos con un probiótico el cuidado de la microbiota», resalta.
Por otro lado, pone en valor que no vale cualquier probiótico para todo, ya que cada cepa es específica para una acción concreta y debemos conocer esas cualidades de cada una de las cepas para poder escoger el probiótico específico para el trastorno.
PROBIOTICOS Y COVID
En última instancia, y preguntada sobre la posible relación que existe entre los probióticos y la COVID-19, esta experta señala que en las personas infectadas con el virus SARS-CoV-2 se altera la composición de su microbiota y sufren una disbiosis.
«Hay cepas probióticas con acción antiviral y que pueden impedir que un virus penetre en la célula hospedadora, en este caso la célula humana. Se están estudiando algunas cepas probióticas que podrían impedir la unión del SARS-CoV 2 con nuestras células humanas. Se está empezando a estudiar un poco pero, como ocurre con otros virus, algunas cepas probióticas sí se ha probado que puedan ser de utilidad», concluye.