En México, la muerte se celebra, pero no se acepta. Y en el duelo, resulta difícil identificar a los profesionales de lo intangible. ¿Realmente existen? Sus herramientas se desgranan desde la concentración hasta los instrumentos tecnológicos
“Mariana nació un día antes que todos los muertos”. Con esto empieza Silvia, quien espera ansiosa el 31 de octubre para festejar el cumpleaños de su hija. Habrá globos, pan de muerto, chocolate y música. Todavía asistirán familiares y uno que otro amigo de Mariana. Se encenderán las velitas que Silvia ha comprado para cantarle Las Mañanitas, como si su hija estuviera. “Mi hija está”, dice.
Está segura porque hace más de tres años volvió a escucharla. La ha visto en sus sueños. Todavía se cuela la imagen de aquella chica de 23 años: su voz es la misma que Silvia oye. “Mariana murió en un accidente por carretera, el 16 de julio de 2008. Pero en realidad su muerte es un paso a otro tiempo”, cuenta Silvia y su rostro es sereno.
Tras el fallecimiento de Mariana, ella, su esposo y su hijo tuvieron que acudir a terapia familiar. Varios meses en sesiones, dinámicas vivenciales y un proceso doloroso para aceptar la muerte. “Pero la muerte no se acepta. Eso, muchos psicólogos no lo entienden. Lo que se acepta es la ausencia física”, asegura. Porque además Silvia tomó sesiones y cursos con tanatólogos. Entendió la partida de su hija, pero en el fondo seguía el recuerdo y el dolor. Pero todo cambió a raíz de un sueño:
“En la casa hay un pasillo muy largo, donde están los cuartos. Al final, estaba Mariana, vestida como siempre: con su pantalón de mezclilla y una blusa. Su cabello negro, largo y unos aretes también largos, como le gustaban. Me miró, muy seria. Yo vi que quería hablar, pero sólo movía los ojos. En el sueño yo sabía que ya no estaba con nosotros, por eso quería acercarme, pero luego, el sueño termina. Lo único que supe es que ella quería decirme algo”.
Fue a partir de ahí que Silvia intentó otras opciones. La cuñada de una amiga le recomendó a un médium. Al principio le pareció peligroso e incierto. “Yo era escéptica. Cuando le dije a mi marido, él no aceptó”, cuenta Silvia que aquel médium y ella se reunieron en privado. Él explicó la dinámica. Dos visitas en casa. En la primera, él iría e intentaría comunicarse con Mariana. Si habría posibilidades de contacto, entonces se pactaría la segunda visita, donde el médium, al final de la sesión le entregaría un papel con el mensaje de su hija.
Así sucedió. “Me quedé en la sala. El señor –de quien omite su identidad– estuvo en la parte de arriba. No estaba mi marido ni mi hijo. Sólo escuchaba que movía muebles o cosas”, dice Silvia, quien oyó del médium: “Tú hija no se quiere ir”, así le dijo.
Silvia asegura que el médium le dio información del accidente y cómo murió su hija. “Ellos no son brujos, tampoco charlatanes. Son gente que ayudan a uno a cerrar duelos. Mi familia es muy religiosa y no lo entiende, pero si lo vivieran, cambiarían de ideas. A mí me ayudó”, confiesa.
La idea de que hay vida después de la muerte es muy común en la cultura mexicana, dice el doctor Felipe Martínez Arronte, presidente de la Asociación Mexicana de Tanatología (AMTAC). “Los mexicanos nos reímos de la muerte, pero en el fondo la evadimos mucho. No estamos acostumbrados a tener una conciencia de la mortandad”, dice.
Lo cierto es que la idea de los médiums causa escepticismo y también devoción. El espiritismo, comenta el antropólogo Elío Masferrer Kan, y en especial los médiums, trasciende a la Historia. “Más que estar de acuerdo o no con los médiums, sabemos que grandes personajes del mundo político y cultural han recurrido a ellos”, comenta.
MÉDIUMS Y TECNOLOGÍA
Heidi Rosado es invitada a un programa de televisión para hablar de su trabajo. Las conductoras abren los ojos cada que Heidi asegura que es posible comunicarse con los espíritus. Hay dudas y expectación. Ella tiene años dedicada a ser médium. Desde los cinco años, dice que veía pasar a algunas personas. Eran fracciones de segundo, a veces una mancha de color, una sensación. No lo compartía con nadie. “Yo misma llegué a pensar que estaba sugestionada”, revela.
Hoy no. Sabe que su oficio, desacreditado y solicitado por muchos, no sólo le da de comer, sino que también le permite ayudar a otras personas que no han terminado su duelo. Su consultorio está en su casa. Tras el cristal se puede ver que sólo hay un escritorio donde está una computadora y algunos dispositivos de sonido. Un cojín grande en el piso donde el cliente se sienta.
Cuando se escucha hablar de médiums, enseguida se piensa en un lugar oscuro, silencioso. Una persona que toma de la mano a otros, mientras invocan, sentados alrededor de una mesa, al ser querido. La idea de que el médium entra en trance y comienza a contactar con el espíritu. Esta imagen le da risa a Heidi Rosado. “Yo hago mi trabajo a través de la técnica de TransComunicación Instrumental (TCI), que consiste en una comunicación a partir de tecnología electrónica”, comenta.
Por ejemplo, en México existe KARINE, la asociación franco-mexicana de TCI. En su página electrónica no se definen como médiums, pero explica en qué consiste su servicio: “Técnica electrónica de comunicación con nuestros seres queridos que se encuentran en otro plano de existencia. […] se realiza dentro de principios de moral y ética que nos hacen comprender mejor el sentido de la vida”.
Sin embargo, Andrea Soto, parapsicóloga y terapeuta, expone: “No creo que haya un aparato que te comunique con el más allá. Es suficiente con estar en una habitación cerrada, con dos personas como mínimo; cuatro, máximo. Una vela encendida y mucha seguridad de que el contacto se va a realizar. Basta con que una persona dude, que vacile o que esté sólo ahí para comprobar que eso no existe, para que el contacto no se realice o se presenten hechos inesperados. La experiencia sería negativa para todos”.
Pero Heidi Rosado alega que la tecnología es un medio muy eficaz. Ella trabaja de la siguiente manera: recomienda al cliente que días antes de hacer el contacto, piense en la persona que se busca contactar. De preferencia, en la primera sesión se debe llevar una fotografía. Se colocan aparatos electrónicos de reproducción y grabación. Se deja un sonido base “en el cual los seres de otro plano utilizan las ondas transmitidas para manifestar su voz ya que ellos no cuentan con cuerdas vocales”. Se hace una meditación propicia para el contacto. La persona hace tres preguntas y deja un intervalo de 30 segundos entre una y otra.
“Todo se hace en presencia de la persona, para que no haya malas interpretaciones. Al final, escucha las voces o sonidos captados. Se revisa con la persona el contenido y después se le entregan por escrito los resultados y un disco”, explica la médium. Añade que los espíritus quieren dar a conocer un mensaje, despedirse, decir que están bien. “Yo soy un puente para que las personas se vayan tranquilas”, dice.
¿Pero qué opinión tiene el presidente de la AMTAC y también médico geriatra? “De los médiums o cualquier otra opción que sirva para entender la muerte o el duelo, no estoy en contra, cuando sirve para que la persona logre superarlo y estar bien. La tanatología no ayuda al bien morir, sino al bien vivir, a hacer consciente que todos vamos a morir pero tranquilos”, afirma Martínez Arronte.
UN OFICIO MUY VIEJO
La segunda visita que el médium hizo a la casa de Silvia, trajo más resultados. Por ejemplo, que Mariana “necesitaba verme tranquila para que ella pudiera descansar”. Fue a partir de aquel día en que dejó de cuestionarle a la vida la muerte de su hija. “Es una incertidumbre saber qué pasó con ella, si sufrió antes de morir, si pensó en alguno de nosotros”, dice.
El doctor Felipe Martínez dice que la incertidumbre de la muerte comienza porque no se habla de ella como algo natural. “Queda esa sensación de que con la muerte se acaba todo, y no es cierto. Con la muerte también se puede vivir en paz. El principal problema de algún duelo, lo sufren quienes se quedan. Muchos se aferran al dolor de la partida”, insiste.
Silvia lo sabe. Recuerda aquellas sesiones frente a la tanatóloga, reconstruyendo la vida de su hija, la de su familia, la de ella. Pero está consciente que no le satisfacía imaginarse a Mariana. Silvia la había visto en sueños, la sentía pasar por su casa, sentía su mirada. “Era una intranquilidad, por eso creo que los médium tienen una labor importante”, se le cuestiona si no tiene miedo a ser engañada. Enseguida responde:
“No. Me dio información que nadie sabía de mi hija, más que nosotros. He leído sobre la vida después de la muerte y hay casos inexplicables”, lo que afirma Silvia, el doctor Martínez Arronte tampoco lo desmiente. “Se hicieron estudios serios sobre la energía que deja la gente; también de personas que estuvieron al borde de la muerte y relatan lo que pensaron segundos antes de pensar que estaban muertos. No es un asunto de fe o de ciencia, si no de espiritualidad”, enfatiza.
Acerca de los médiums, el especialista en religiones e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Elio Masferrer Kan, argumenta que hay antecedentes y referentes muy claros en culturas indígenas y precolombinas de la comunicación de los vivos con los muertos:
“Está el nahual que viaja a otros mundos. Las creencias indígenas creen en estos viajes o traslados. O en la transformación, después de la muerte, en animales muy simbólicos. Luego está la tradición europea con el pensamiento de Allan Kardec, acerca de los médium y su comunicación con los espíritus. Existe, además, el espiritismo de Cordon, que proviene de algunas religiones africanas asentadas en México. Durante la historia existe la noción de que unos personajes pueden comunicarse con los muertos”, explica.
Referente al trabajo de los médiums el tanatólogo, Felipe Martínez, piensa que en un proceso de pérdida, sobre todo en muertes inesperadas, es válido que una persona decida recurrir a un médium. “La pregunta es, ¿después de la muerte, qué? Es ahí cuando creo que es importante hablar de espiritualidad. Desarrollarla para estar bien en cualquier etapa de la vida”.
Silvia reconoce que a partir de que recibió el mensaje de Mariana, puede conciliar el sueño. “Puedo hablar con ella y saber que está bien. Ahora preparo su fiesta porque sé que está presente. Muchos dirán que estoy loca. Una tía que es muy católica me cuestionó. Dice que no me resigno. Pero tengo paz. No puedo comprobarle nada sobre los espíritus, pero sí puedo asegurar que estoy muy bien ahora”, lo dice tranquila, con la mirada fija.
EL DESCRÉDITO DE LAS CIENCIAS OCULTAS
Hablar sobre médiums también nos remite al mundo místico. Andrea Soto estudió parapsicología en una escuela de Barcelona, además de algunos cursos que tomó en La India. Actualmente vive al sur del estado de Puebla, donde crea sus propias investigaciones sobre medicina alternativa. Ella encontró en la parapsicología, respuestas que en otras disciplinas no hallaba, aunque la ciencia la tilde de falsa o donde también esoterismo es sinónimo de charlatanería.
“Un místico era un hombre de ciencia”, profundiza Andrea Soto: “Su palabra estaba llena de sabiduría y su conocimiento estaba en equilibrio con la naturaleza. Era una persona respetable en la comunidad. Con mucho poder. Muchos ambicionaron el poder del místico, el poder sanar, el poder predecir, el poder convencer”.
Allan Kardec, quien acuñó el término espiritismo aseguraba que figuras importantes como el filósofo Arthur Schopenhauer fue un espiritista. En El libro del espiritismo, Kardec dijo sobre el filósofo: “Creía en la existencia de los espectros, aunque sin alienarse aún con la doctrina espiritista. Solamente dio un paso al frente y se preguntó: ¿Dios es solamente un médium?”. Menciona al escritor francés Víctor Hugo como un asiduo participante en sesiones con médiums donde invocaba a célebres personajes, quienes les dictaban sus versos. Otros autores místicos nombran al autor de Las aventuras de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle. “Publicó el 21 de octubre de 1916, en la revista Ligth un artículo que causó una verdadera revolución. Llegó a la conclusión de que es posible comunicarse con los espíritus de los difuntos”, indica Andrea.
Desde el punto de vista antropológico, Masferrer Kan explica que hay dos corrientes opuestas. Por un lado, la de Claude Levi-Satrauss; y por el otro, Ernesto de Martino. “El planteamiento de Levi-Strauss es racionalista y perspicaz; el de Martino es más cauteloso. Afirmaba que hay situaciones científicamente inexplicables, pero que suceden. Es autor del Mundo mágico, donde dice que se deben analizar los procesos en concreto. Donde no todos los médiums, por ejemplo, son charlatanes”.
MÉDIUMS: ¿HAY ÉTICA?
Andrea Soto afirma que ser médium, más que un don, es un oficio. “Pero alguien que se quiere dedicar a eso, debe estudiar”. La mayoría de la gente quiere contactar con los espíritus, sobre todo de cuestiones mundanas”, dice. Pero advierte que un médium no puede prometer aquello que no puede cumplir, tampoco mentir, ni jugar con la necesidad de la gente.
“Hay gente que utiliza el conocimiento místico para comerciar, aprovechándose de la ignorancia de la gente, en lugar de ayudar. Si un médium cobra tres mil pesos, es demasiado; cinco mil pesos, es una exageración, por ejemplo. Un buen médium tiene que explicarte que no molesta a un espíritu para un fin material. No promete lo que no está a su alcance”, aclara.
En el caso de Heidi Rosado, todos los días tiene algún cliente. Trabaja de 9 de la mañana a la 1 de la tarde. Recibe gente, sobre todo en fines de semana. Vienen de todas partes del país. Ella asegura que un médium que miente, afecta la percepción que se tenga de ellos. “Una de mis reglas es que la ITC la doy para fines buenos, es decir, para que la gente quede en paz. No es para saber detalles negativos del espíritu”, asegura.
Por su parte, Elío Masferrer asevera que la dificultad radica en cómo saber si un médium es charlatán o no. Lo que sí es cierto, asegura el investigador, es que desde siempre “han recurrido a los médiums personajes como el ex presidente estadunidense Ronald Reagan o como Francisco I. Madero, entre muchos otros”.
Para el 31 de octubre, Silvia ya tiene casi todo listo. Ha recibido llamadas que le confirmaron su asistencia. No acude al panteón y la única ofrenda que le pone a Mariana es una fiesta para recordarla con sus seres queridos. “Desde que recibí el mensaje de mi hija, estoy más tranquila. Sé que la muerte es vida. Ya no me preocupa”, suspira con tranquilidad.