Héctor L. Frisbie
03/03/2022 - 12:02 am
Homeopatía, placebo y el método científico
Haré mejor una revisión histórica de cómo en el mundo y en México la homeopatía se ha posicionado como alternativa para cursar la carrera de Medicina en un modelo mixto que igual enseña microbiología y también tiene lecciones de “doctrina homeopática” relacionada con los miasmas, la generación espontánea y los humores.
Recientemente he recibido una serie de preguntas respecto a la utilidad, indicaciones médicas y posibilidades de tratamiento de la medicina homeopática.
Como habitualmente lo hago, procuraré no darles una opinión personal con un volumen elevado de adjetivos. Haré mejor una revisión histórica de cómo en el mundo y en México la homeopatía se ha posicionado como alternativa para cursar la carrera de Medicina en un modelo mixto que igual enseña microbiología y también tiene lecciones de “doctrina homeopática” relacionada con los miasmas, la generación espontánea y los humores.
A finales del siglo XVIII, Hanneman con conocimientos de química presenta una serie especulaciones personales con teorías de curación que nombró postulados de la doctrina homeopática. Desde 1842, el médico Wendel Holmes demostró la inutilidad de la homeopatía en su libro Homeopatía e ilusiones relacionadas (Homeopathy and kindred delusions).
La homeopatía fue inicialmente aceptada como alternativa de tratamiento por la ausencia de efectos secundarios. Alrededor de esos años los tratamientos médicos estaban fundamentados en creencias mágicas de los humores, alquimia y magia. Entre los tratamientos más comunes encontrábamos las sangrías, el uso de sanguijuelas, la deprivación del sueño, la aplicación enemas o provocar el vómito, infusiones e irrigaciones de prácticamente todos los orificios naturales con metales como el oro, la plata o el mercurio. Con frecuencia estos tratamientos causaban un daño mayor e incluso la muerte. El uso de diluciones prácticamente inexistentes de sustancias derivadas de plantas fue una opción aceptada por la ausencia de efectos adversos y muertes. Tampoco había diferencia si a esas personas, usando las diluciones, sólo se les observaba, sin embargo, se le atribuyeron propiedades curativas a las diluciones prescritas.
La homeopatía llega a México en 1849 y su uso es muy restringido y poco conocido. Es en 1893 que el Presidente Porfirio Díaz inaugura el primer hospital nacional homeopático con financiamiento y control de inversionistas privados. La homeopatía recibe un impulso desde el poder y la farmacia que dispensaba las diluciones homeopáticas se convierte en poco tiempo en un negocio altamente rentable. A los pacientes hospitalizados se les daban y les dan actualmente medicamentos no-homeopáticos de manera conjunta con las infusiones, diluciones y gránulos de azúcar impregnados.
Es en 1925 que se asigna presupuesto y se da reconocimiento oficial para la creación de la Escuela Nacional Homeopática.
En 1926, José Vasconcelos, el primer Secretario de Educación Pública en México, intentó otorgarle el reconocimiento a la carrera de Homeopatía desde la UNAM, a lo que la institución respondió con un rechazo e incluso canceló todo reconocimiento, aval y titulación de estudios homeopáticos.
En 1933 se debatió en la Cámara de Diputados una iniciativa para retirar a la homeopatía del listado de “Profesiones legítimas”. La iniciativa fue rechazada con fundamento en discusiones políticas y económicas. El análisis científico no se incluyó en la discusión ni en la deliberación.
En 1936, el General Lázaro Cárdenas incorpora la escuela Nacional de Homeopatía al Instituto Politécnico Nacional (IPN), en donde se establece el plan el estudios dual con conocimiento científico y doctrina homeopática, lo que continúa hasta el día de hoy.
A la discusión de las autoridades de salud acerca de los fundamentos científicos y el valor terapéutico de la homeopatía no se han involucrado científicos, expertos en ciencia, farmacología, ni salud publica. Dese hace 150 años, las discusiones a ese respecto son sociológicas, económicas y políticas. Mientras tanto, se siguen destinando recursos provenientes de los impuestos para algo que hasta hoy no ha demostrado en estudios aleatorios doble ciego ser diferente a un placebo.
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