The Batman, dirigida por Matt Reeves (Let me in) supone el nuevo renacer de las películas sobre este superhéroe de DC, cuyo traje se han enfundado Michael Keaton, Val Kilmer, George Clooney, Bale o Affleck (el último en aparecer en el cine, en Justice League, en 2017).
Por Alicia García de Francisco
Madrid, 3 marzo (EFE).- Había mucha expectación por ver a Robert Pattinson como Batman, en sustitución de Ben Affleck, cuya elección estuvo rodeada de gran polémica. Pero ninguno de los dos hace olvidar a Christian Bale, el que mejor ha encarnado al hombre murciélago en el cine. Así que la pregunta es ¿era necesario?.
Muy oscuro, muy atormentado, muy asocial, muy silencioso...todo en este nuevo Batman es excesivo, desde su peso dramático a la omnipresente lluvia -diluvio en muchos momentos-, la cantidad de secundarios robaplanos y, en el extremo contrario, lo poco que se explota a Zoe Kravitz como Catwoman.
The Batman, dirigida por Matt Reeves (Let me in) supone el nuevo renacer de las películas sobre este superhéroe de DC, cuyo traje se han enfundado Michael Keaton, Val Kilmer, George Clooney, Bale o Affleck (el último en aparecer en el cine, en Justice League, en 2017).
Ahora es el turno de Pattinson, cuyo papel más conocido es el del vampiro Edward Cullen en la saga Twilight, y que se ha metido en la piel de un personaje tan icónico, complejo y poderoso como Batman, aunque para su nueva caracterización ha mantenido el tono blanquísimo de la piel y las ojeras vampíricas.
Pero apenas se le va la cara a Pattinson, que se oculta continuamente tras la máscara de Batman y deja salir muy poco a Bruce Wayne, el lado público de un superhéroe que tiene mucho de redentor y poco de superhéroe.
Es algo que también ha ocurrido con otras películas anteriores de Batman, en las que el peso de la narración siempre cae del lado del hombre murciélago y Bruce Wayne pierde el protagonismo que tenía en las historias originales de Bob Kane y Bill Finger.
Junto a él, un reparto de lujo, que incluye a Kravitz (Selina/Catwoman), John Turturro, Colin Farrell (absolutamente irreconocible como Oz, el Pingüino), Andy Serkis (Alfred), Peter Sarsgaard o Paul Dano.
Pero que, al igual que pasa con Pattinson, que no se acerca a Bale, tampoco este plantel de secundarios hace olvidar grandes interpretaciones de versiones anteriores, como las de Heath Ledger -el Joker de The Dark Night (2008)- o Michael Caine, como el Alfred de la trilogía de Christopher Nolan.
Los tres filmes dirigidos por Nolan, con Bale como protagonista, - Batman Begins (2002), The Dark Knigh (2008) y The Dark Knight Rises (2012)-, son los mejores y más populares de las numerosas adaptaciones del personaje del cómic al cine.
Solo hay que comparar las taquillas de cada película. Las dos protagonizadas por Keaton -Batman (1989) y Batman Returns (1992)-, recaudaron 411 y 265 millones de dólares, respectivamente.
Batman Forever (1995), con Kilmer, 336 millones; Batman & Robin (1997), con Clooney, 238,2; y Batman v Superman: Dawn of Justice (2016) y Justice League (2017), los filmes en los que el personaje fue encarnado por Affleck, lograron 873 y 657 millones de dólares, respectivamente.
Sin embargo, la trilogía de Bale consiguió 2 mil 457 millones de dólares, de los que 2.084 fueron con la segunda y tercera entrega, que son los dos únicos títulos de Batman que están entre las 50 películas más taquilleras de la historia.
El Batman de Bale ha sido el que mejor ha reflejado las historias de un superhéroe -si es que se le puede considerar como tal, ya que sus poderes proceden de sus múltiples gadgets desarrollados gracias a su inmensa fortuna, algo similar a lo que le ocurre a Iron Man, de Marvel-, metido a vengador por un doloroso y tormentoso pasado.
Quizás por ello, las interpretaciones más festivas de Clooney o Kilmer pasaron sin pena ni gloria. A Affleck le sobró pose. Keaton se lo tomó demasiado en serio. Y fue Bale el que clavó la compleja personalidad de Batman.
Ahora llega Pattinson, con esa imagen desaliñada que cautivó a las adolescentes desde sus particulares crónicas vampíricas y que en su transformación en Batman ha ganado en músculo pero no en la necesaria profundidad de un personaje intenso, complejo y lleno de remordimientos.
Si a eso se añade la atmósfera pesada, que la acción apenas vea la luz del día o que la historia se centre en la corrupción y los asesinatos, quizás es que Reeves ha decidido hacer un thriller al más puro estilo noir. Que Batman sea el protagonista, es solo una anécdota.