Jorge Alberto Gudiño Hernández
12/02/2022 - 12:05 am
El colapso
"Lo peor es que, a fuerza de berrinches y a falta de argumentos, cada vez queda más claro que sí, que en efecto, deben ser graves los actos de corrupción en su círculo cercano. Y aunque siga habiendo una enorme red de aplaudidores, lo cierto es que esas cosas no se hacen".
A Carlos Loret de Mola lo saludé una vez en casa de Carlos Fuentes. Él lo había entrevistado por su nuevo libro (y, supongo, incluyó preguntas políticas) y yo iba a entrevistarlo por su nueva novela (sin incluir preguntas políticas). Fue afable y nos dimos la mano. Si acaso, el intercambio duró un minuto. Años después me hizo una entrevista radiofónica por alguna de mis novelas pero, dadas las agendas y los tiempos, fue por teléfono, así que no nos volvimos a ver. Digo esto para aclarar que no es mi amigo ni mucho menos. Es más, estoy seguro de que si nos topamos un día en la calle, él no sabrá quién soy.
Si lo pienso con un poco de calma, debo decir que no me gusta su trabajo periodístico. Tampoco me parece el peor de los que hay en el espectro. Cada tanto leo sus columnas y, cuando me topo con su noticiero en la radio, lo dejo si dice algo que me interesa. Nunca he visto uno de sus videos de Latinus aunque, alguna vez, vi su noticiario televisivo (no con mucha frecuencia porque a esas horas yo no veo la tele).
Entiendo que, a últimas fechas ha sacado reportajes que apuntan a revelar la corrupción dentro del círculo cercano del Presidente. Si bien hay voces que señalan una suerte de montaje o exageración, queda claro que es algo que le molesta a AMLO. Como lo escribí la semana pasada, uno debe desconfiar. Así que desconfío de la totalidad de los reportajes de Loret tanto como desconfío de la palabra del presidente. Como no los conozco, no son mis amigos ni mis familiares, sería insensato de mi parte confiar a ciegas en sus palabras.
Cuando uno se enfrenta a declaraciones contradictorias tiende a creer en una o en otra. Esto, en ocasiones, lleva a la polarización. Lo más prudente, en dado caso, es escuchar los argumentos. Si bien algunos se tambalean, Loret es el único que los ha presentado en esta etapa de su pleito, cuando habla de los actos de corrupción de uno de los hijos de AMLO, de la casa gris, de los contratos de Pemex, del conflicto de intereses… Si a mí me acusaran de algo grave, que pueda lesionar mi imagen o mi conveniencia, buscaría defenderme. ¿Cómo? Presentando pruebas. Nada más sencillo que eso. ¿Cómo no? Insultando al acusador. De entrada, porque eso provoca más ruido pero, además, porque contribuye a crear la impresión de que no hay argumentos con que refutar los decires del otro.
No soy ingenuo. Aunque nunca he conocido los montos reales, sé que los líderes de opinión de los medios ganan mucho dinero. Mucho más que los políticos si sólo se considera su sueldo. De eso no hay ninguna duda: los medios son un negocio y la política no debería serlo. No tengo idea de cuánto gana Loret, algún otro conductor mediático ni la mayoría de mis amigos. Así que cuando el Presidente dice que Loret gana mucho yo me digo que sí, es lo lógico, más allá de que me quiera poner a cuestionar si es un ingreso justo por determinado trabajo. En una economía como la nuestra, si alguien paga mucho por lo que uno hace uno no se rebela y se niega.
Si todas las descalificaciones, señalamientos e insultos presidenciales contra Loret (y contra muchos otros periodistas) ya eran graves lo de hoy ha sido un exceso. Coincido con los que hablan de una falta de decencia presidencial o con quienes lo califican como un acto deleznable. De entrada, porque de ser cierta la información, se está haciendo uso de datos confidenciales del SAT, algo que bien podría constituir uno o varios delitos. De no ser cierto lo mostrado en la mañanera entonces el Presidente miente con flagrancia para afectar los intereses de una persona específica. ¿Está consciente de lo grave que es decir que Loret gana tanto dinero?
Lo peor es que, a fuerza de berrinches y a falta de argumentos, cada vez queda más claro que sí, que en efecto, deben ser graves los actos de corrupción en su círculo cercano. Y aunque siga habiendo una enorme red de aplaudidores, lo cierto es que esas cosas no se hacen. También a los bullies les aplauden. El simple aplauso o la aprobación no sirven para validar un acto reprobable. Y éste, sin duda, lo fue.
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