La actual pandemia originada por el virus SARS-CoV-2 provocó significativas transformaciones en la vida cotidiana, entre ellas el incremento del uso del Internet y de las tecnologías de información. Sin embargo, muchas personas quedan rezagadas de la vida digital ya sea por situación económica o geográfica, lo cual también se agrava entre los grupos de edad, pues las personas mayores han quedado desplazadas al no tener acceso a la enseñanza de las nuevas tecnologías de la información.
Ciudad de México, 11 de febrero (SinEmbargo).- En los primeros días de febrero, un jubilado español presentó al Gobierno una petición con más de 610 mil firmas para que se mantengan los servicios de atención al cliente en persona en oficinas bancarias porque se sintió “apartado” por el cambio hacia la banca digital. Carlos San Juan, de 78 años, es un médico retirado de Valencia quien logró que el Gobernador del Banco de España y el Gobierno pidieran públicamente a los bancos que garantizaran la atención a las necesidades de las personas mayores.
De acuerdo con Associated Press, Carlos explicó ante el Ministerio de Economía, que en ocasiones se sentía “humillado” al pedir ayuda. “Ahora casi todo es por Internet y no todos nos entendemos con las máquinas. […] Pedía ayuda y que me hablaran como si fuera idiota por no saber completar una operación”, dijo el jubilado.
La situación de Carlos no es única, ni de él ni de España. Por el contrario, es un hecho que la brecha digital mantiene alejada a la población adulta mayor de lo que ocurre en Internet, lo que sucede principalmente por una falta de enseñanza. Sin embargo, en la segunda década de los años 2000 los foros de la web van más allá de los gustos, se ha vuelto una necesidad.
ANALFABETISMO DIGITAL EN MÉXICO
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta 2021 en México una de cada cinco unidades económicas utiliza Internet para desarrollar sus actividades; los principales usos son la búsqueda de información sobre bienes y servicios, los trámites o gestiones gubernamentales y las operaciones bancarias y financieras. En ese sentido, el 4.3 por ciento de los negocios en el país efectúa compras por Internet mientras que 3 por ciento realiza ventas a través de este medio.
El Inegi precisó que hasta mayo del año pasado, el 81 por ciento de las empresas de los «Servicios financieros y de seguros» utilizó Internet para realizar la gestión del negocio, seguido de 75.9 por ciento para la búsqueda de información para bienes y servicios.
Pese a estas cifras, es el 72 por ciento de la población de seis años o más en el país es usuaria de Internet, es decir, 84.1 millones de personas tuvieron conexión a la red en 2020, pero más de un 28 por ciento de la población mexicana no pudo hacerlo.
El tema se agrava no sólo en cuestión de edad, sino que también se junta con interseccionalidades por zona rural o urbana, y por nivel de estudios.
En el primer año de la pandemia, la relación de acceso a Internet por zona urbano-rural presentaba una diferencia de 28.9 puntos porcentuales, es decir, que un 76.6 por ciento tiene cobertura en las zonas urbanas frente a un 47.7 por ciento en las rurales.
Por escolaridad, de la población con estudios universitarios el 96.4 por ciento se conecta a la red, mientras que del grupo de personas con estudios de educación básica se conecta el 59.1 por ciento.
Según datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), se estima que en 2020 aumentaron los usuarios de la red en México en un 1.9 por ciento respecto a 2019, cuanto era de 70.1 puntos porcentuales.
Del total del primer año de coronavirus, 71.3 por ciento ocupaban las mujeres y 72.7 por ciento correspondía a los hombres.
Por grupos de edad, el que concentra la mayor proporción de usuarios de Internet es el grupo de 18 a 24 años con una participación de 90.5 por ciento. Le sigue el grupo de 12 a 17 años, con 90.2 por ciento; en tercer lugar se encuentran los usuarios de 25 a 34 años, quienes registraron 87.1 por ciento. Por su parte, el grupo de edad que menos usa Internet es el de 55 y más años, ya que registraron únicamente 37.5 por ciento. En contraste con esta última cifra, el grupo de 6 a 11 años de edad utiliza más el Internet, con un 68.2 por ciento.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), hasta 2019 en la región sólo el 66.7 por ciento de los habitantes tenían conexión a Internet; el tercio restante tenía un acceso limitado o no tenía acceso a las tecnologías digitales debido a su condición económica y social, en particular su edad y localización.
El hecho de que las personas adultas mayores tengan poco acceso al Internet y a las tecnologías de la información los limita en la comunicación remota, en trámites que ahora se realizan por Internet, y en la recreación a la que podrían tener acceso por medio de las plataformas digitales.
De acuerdo con artículo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), titulado Adultos Mayores en la era digital, la brecha digital de las personas adultas mayores está relacionada a su poca familiaridad con las nuevas tecnologías.
Mientras que una persona de entre 50 a 60 años pudo tener un mayor acercamiento a dichas herramientas, ya sea en su vida laboral o incluso escolar, alguien mayor a 70 años puede tener mayor dificultad para entender el funcionamiento útil de una computadora o un celular.
“Lo más común es el uso del celular, pero no a toda su capacidad. Se subutiliza, pues no se sabe cómo bajar aplicaciones o usar las que el celular tiene. También hay dificultades sobre el acceso a internet y todo lo que ello implica”, explicó la doctora Margarita Maass Moreno, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, al mismo tiempo que delimita que la mayoría de personas adultas mayores sólo aprovechan el celular para llamar o mensajear a sus seres queridos.
Agregado a ello, los adultos mayores no sólo deben lidiar con las brechas generacionales y de educación, sino también contra la mala conectividad que hay en algunas regiones, lo que muchas veces complica aún más la usabilidad del Internet.
La investigación de la Máxima Casa de Estudios apunta a que si bien algunas personas de este grupo de edad tienen resistencia a usar y aprender estas tecnologías, hay otros que han tenido la oportunidad y han decidido aprender muchas veces de la mano de sus hijos y nietos.
Sin embargo, los estudios muestran que las y los adultos de la tercera edad también se sienten discriminados y desplazados en el uso del Internet de las tecnologías de la información.
Como en el caso del español Carlos San Juan, algunas personas consideran que si piden ayuda a algún funcionario público, en el caso de trámites de Gobierno, o a un empleado, en el caso de servicios generales y financieros, los trataran con desprecio y poca paciencia.
La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) reportó que en 2021 recibió 24 mil 215 quejas por fraudes cibernéticos, un 52 por ciento más con respecto a 2020, de las cuales, entre el 30 y 35.6 por ciento de las quejas recibidas fueron de adultos mayores, lo cual se debe a que son la población más propensa a ser víctimas de este tipo de delitos debido a la desventaja que tienen con respecto a la tecnología y la banca móvil, según dijo a SinEmbargo el director de Análisis y Estadísticas de Servicios y Productos Financieros de la Condusef, Jesús Chávez Ugalde.
LA NECESIDAD DE CONECTARSE A INTERNET
La inclusión digital de las personas mayores es esencial para alentar la cultura del envejecimiento activo, por lo que deberá ser un pilar para el desarrollo económico, político y social de las sociedades que transitan hacia un proceso de envejecimiento demográfico. Que este grupo pueda usar y aprovechar por completo el uso de las tecnologías de la información y del Internet les otorga autonomía y una vejez sin estigmas, en la que pueden continuar aprendiendo y recreándose diariamente.
El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) señaló en 2021 que la inclusión digital de las y los adultos mayores favorecen la comunicación con sus familiares y núcleos sociales, al mismo tiempo que fomentan las relaciones intergeneracionales —en la medida que facilitan la interacción y el intercambio de habilidades y saberes con niñas, niños y jóvenes—, debido a que tienen un mayor dominio de las TIC. sin importar el lugar en dónde estén, ya sea por mensajes instantáneos, notas de voz o videollamadas. Esto mejora su estado anímico y reduce el sentimiento de aislamiento o soledad, los cuales se incrementaron con los confinamientos sanitarios provocados por la COVID-19.
Al mismo tiempo, generan mayor independencia y autonomía, ya que tienen al alcance herramientas para realizar actividades de la vida cotidiana de forma práctica e inmediata. También facilitan su acceso a la información de su interés, y por ende, permiten la adquisición de habilidades, saberes y aprendizajes para su desarrollo personal por medio de portales de información, blogs, periódicos digitales, educación en línea —cursos, talleres, charlas y conferencias—, lo cual fortalece su autoestima y anula el prejuicio que relaciona la edad avanzada con la incapacidad para aprender cosas nuevas.
De la misma forma, brindan una gran variedad de actividades lúdicas y de entretenimiento, entre las que destacan ver y descargar juegos, actividades de estimulación cognitiva, música, series, películas, videos, o juegos más tradicionales como sopas de letras o sudoku.
También les agilizan la vida al ofrecer una gran cantidad de servicios digitales, como la banca en línea, institucionales y de salud (a través de la programación de citas médicas en línea o videoconsultas). Ofrecen aplicaciones que ayudan en la asistencia y cuidados que se dan a personas mayores con dependencia funcional. Estas herramientas ayudan a mejorar el bienestar de la persona y a optimizar el tiempo y las tareas de cuidado que proporcionan familiares y profesionales de este ámbito.