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Titane: Cinta con un infierno, un Cadillac y la ultraviolencia, ahora en MUBI

06/02/2022 - 12:00 am

Titane se sirve de uno de los tópicos de la liturgia cristiana, aquel en que el hijo de Lucifer habrá de venir al mundo. Sin darle ese tratamiento específico, Julia Ducournau se agencia el recurso, visto en el Bebé de Rosemary, en que el engendro del mal habrá de nacer a través de una humana, causando una disrupción.

Ciudad de México, 6 de febrero (SinEmbargo).- Una de las máximas del pensamiento filosófico es que la religión y la ciencia comparten más alma de lo que ambas disciplinas quisieran aceptar: que son caras de la misma moneda. Unos se apoyan en Dios y en su inherente creencia en el infierno. Para otros, el ser supremo es la tecnología.

Titane, la última cinta dirigida y escrita por la cineasta francesa Julia Ducournau, abarca esta premisa poco visible a través de Alexia, una bailarina con una sed hiperviolenta que sufrió un accidente automovilístico en su niñez, y que deriva en una operación donde le insertan una placa de titanio en la cabeza.

El conflicto arranca cuando ella se embaraza de forma sobrenatural de un Cadillac, semejante a cuando el Diablo elige a una mujer para alumbrar a su hijo.

Algunos de los análisis que pueden consultarse en Internet, versan en interpretaciones enfocadas al género, subrayando la condición andrógina que una persona puede asumir, sin encasillarse en una determinada preferencia y apariencia sexual. Si bien existen estos elementos en la película, también hay otros aspectos que no han sido abordados detalladamente, pese a su evidente presencia.

Quienes prefieran verla antes de leer este extenso artículo, repleto de spoilers, pueden hacerlo en Mubi, plataforma de streaming que recientemente expandió en México, el filme que se estrenó en octubre pasado.

EL DIABLO Y LA TECNOLOGÍA

Los primeros minutos bastan para reconocer que Alexia está fuertemente trastocada por un apetito inconmensurable hacia la violencia y a su forma más concreta: la muerte. Sin cadenas morales, la impulsiva bailarina de 32 años no se contiene en asesinar a hombres y mujeres de forma indiscriminada.

La semilla del mal crece, y con ello, se manifiesta el único destino para una persona con sus características: el infierno, espacio que aparece hacia donde ella mire. Cada asesinado conduce a Alexia hacia un punto sin retorno, donde solo le queda continuar, adentrarse hacia el averno.

Quienes hayan visto la película, podrán señalar que no aparece un infierno de manera explicita. Sin embargo, abundan demasiadas reminiscencias semióticas: el fuego del Cadillac que la embaraza; el incendio de su hogar; tratar con el fuego en el trabajo de los bomberos. Hacia donde Alexia apunte, las llamas definen los contornos de su camino.

El rojo abunda como elemento del infierno y la violencia, observado en la piel rojiza del pseudo padre, en sus pants, en el sillón de su hogar, la alfombra, en el color filtrado de las ventanas y en las cortinas del autobús al que la protagonista sube efímeramente.

La cinta está disponible en Mubi. Foto: Canibal

Otra muestra, es el tatuaje en el pecho de la protagonista: “Love is a dog from hell” (el amor es un perro del infierno).

Titane se sirve de uno de los tópicos de la liturgia cristiana, aquel en que el hijo de Lucifer habrá de venir al mundo. Sin darle ese tratamiento específico, Julia Ducournau se agencia el recurso, visto en el Bebé de Rosemary, en que el engendro del mal habrá de nacer a través de una humana, causando una disrupción. En su versión, se trata del advenimiento de la persona-máquina.

De esa forma, la cineasta transmuta la forma cristiana, rescatando su condición elemental, y adaptándola al factor de la tecnología que, en nuestros tiempos, es igual de religioso. La forma clásica habla de la llegada del ser superior, cuando Alexia justamente habrá de engendrar a un individuo que es igual de extrahumano. Dos caras de la misma moneda.

Basada en las declaraciones de la cineasta, la crítica ha interpretado a ese nuevo ser como representación de una persona que rompe con cualquier género y norma preestablecida, a través del absurdo de que alguien incluso puede ser mitad máquina. Aunque esta explicación resulta cuestionable, indudable es que existen elementos clásicos, yuxtapuestos a una modernidad.

LA MALDAD Y SU ORIGEN 

Dejando de lado el eje conceptual de Titane, la biografía de Alexia arroja otros puntos a considerar y que acentúan su consolidación como asesina serial. En la primera escena, vemos el rechazo del padre hacia su enfadada hija, antes del accidente. Las escenas siguientes nos muestran una clara distancia entre ambos.

La psicología ha definido esto como una ruptura del vinculo protector de los padres. Cuando se niegan a brindar cobijo, ya sea por el odio al embarazo o con faltas radicales de atención, los hijos vislumbran a un enemigo común, que a veces se amplía sobre otros.

Tanto Titane como Tenemos que hablar de Kevin dan muestra de ello, aunque la película protagonizada por Tilda Wilson es más amplia en el tema.

No es gratuito que, en Titane, Alexia encuentre por primera vez un violento cariño en su pseudo padre, a quien no le interesa su origen, con tal de tener un hijo al cual proteger, a cualquier costo.

Está por demás decir que la cineasta Julia Ducournau abastece su estética de creadores como David Cronenberg, Andrzej Zulawski y David Lynch. Ella misma se define como un “monstruo”.

Póster oficial de Titane. Foto: Canibal

Bryan Rivera
Nací en la Ciudad de México. Reportero, ensayista y escritor ocasional. Estudié Creación Literaria. Persigo cualquier cosa que tenga una historia.
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