La Cepal explicó que la situación de pobreza en la región también está ligada a una inequidad en la distribución de la riqueza, lo cual se agravó con el coronavirus. Si bien reconoció que los Gobiernos de al menos siete países evitaron que incrementara el número de pobres gracias a una mayor designación de gasto social, señala que los esfuerzos aún no son suficientes, y que una de las principales soluciones converge en gravar la riqueza de los multimillonarios de la región.
Ciudad de México, 27 de enero (SinEmbargo).- México creció un 2 por ciento sus índices de pobreza y pobreza extrema en el primer año de la pandemia, con lo que fue uno de los cuatro países de América Latina menos afectados por los cambios sociales y económicos que perpetró la COVID-19, reveló un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El su informe anual titulado Panorama Social de América Latina, la Comisión estimó que entre 2020 y 2021 las personas en situación de pobreza extrema se incrementaron en cerca de cinco millones, con lo que la medición de la precariedad extrema se habría elevado hasta 86 millones de latinoamericanos en el segundo año de la pandemia.
pobreza-extrema-en-al-y-el-caribe-cepal«Como consecuencia de la crisis sanitaria y social prolongada de la pandemia de COVID-19, la tasa de pobreza extrema en América Latina habría aumentado del 13.1 por ciento de la población en 2020 al 13.8 por ciento en 2021, un retroceso de 27 años, mientras que se estima que la tasa de pobreza general habría disminuido levemente, del 33 por ciento al 32.1 por ciento de la población. Esto significa que la cantidad de personas en pobreza extrema pasaría de 81 a 86 millones, y el número total de personas en situación de pobreza bajaría ligeramente de 204 a 201 millones», se explica en el documento.
Así como México, en Bolivia y República Dominicana sólo se elevaron a menos del 2 por ciento los indicadores de pobreza y pobreza extrema. El único país de la región que logró un retroceso en dicho ámbito fue Brasil, el cual redujo sus niveles en 2020 hasta un 1.8 y 0.7 por ciento, respectivamente.
Por el contrario, los mayores incrementos de la pobreza tuvieron lugar en Argentina, Colombia y Perú, donde alcanzaron o excedieron los 7 puntos porcentuales; mientras que la tasa de pobreza creció entre 3 y 5 por ciento en Chile, Costa Rica, Ecuador y Paraguay.
Todos estos países también registraron aumentos de al menos 2 puntos porcentuales en la pobreza extrema, excepto Costa Rica, donde la pobreza extrema varió 0.6 puntos porcentuales, y Paraguay, donde el indicador se mantuvo prácticamente sin cambios.
“Pese a la recuperación económica experimentada en 2021, los niveles relativos y absolutos estimados de pobreza y de pobreza extrema se han mantenido por encima de los registrados en 2019, lo que refleja la continuación de la crisis social. La crisis también ha puesto en evidencia la vulnerabilidad en que vive buena parte de la población en los estratos de ingresos medios, caracterizados por bajos niveles de cotización a la protección social contributiva y muy baja cobertura de la protección social no contributiva”, señala el informe.
Los indicadores de la pobreza en la región aumentaron por sexto año consecutivo, y a detalle, en 2020 la pobreza extrema se elevó a niveles registrados 27 años atrás, mientras que la tasa de pobreza general se ubicó en un nivel similar al de finales de la década de los años 2000.
Las cifras del primer año del coronavirus implican un retroceso importante para varios de estos países. Particularmente, en México la tasa de pobreza y pobreza extrema de 2020 es cercana a la de 12 años antes, en 2008.
Sin embargo, la Cepal expuso que la pobreza habría sido mayor si los países de la región no hubieran adoptado medidas como las transferencias de ingresos de emergencia y el aumento en el gasto social.
Las previsiones de la Comisión apuntan a que la pobreza extrema habría sido alrededor de 1.8 puntos porcentuales más alta, y la pobreza general habría sido 2.9 puntos porcentuales más elevada en promedio en 7 países.
«Pese a su menor participación respecto del ingreso laboral, las transferencias no contributivas fueron muy relevantes para evitar un mayor aumento de la pobreza en la región. […] Si esos países no hubieran contado con las transferencias de emergencia, la pobreza extrema habría sido alrededor de 1.8 puntos porcentuales más alta y la pobreza habría sido 2.9 puntos más elevada», subraya el informe.
Aún así, el organismo resalta que los esfuerzos aún no han sido suficientes y que la pobreza que se generó entre los dos últimos años remarcó las desigualdades ya existentes en la región. Tan sólo en 2020 aumentó la proporción de mujeres que no recibe ingresos propios y se mantuvieron las brechas de pobreza en áreas rurales, pueblos indígenas y la niñez.
El documento sostiene que la desigualdad aumentó entre 2019 y 2020, con lo que se quebró una tendencia decreciente que venía observándose desde 2002. El Coeficiente de Gini —utilizado internacionalmente para medir la distribución del ingreso— aumentó en 0.7 puntos porcentuales para el promedio regional entre 2019 y 2020. Este deterioro tiene relación directa con las repercusiones de la pandemia.
.@aliciabarcena #CEPAL: El Coeficiente de Gini aumentó en 0,7 puntos porcentuales para el promedio regional entre 2019 y 2020. Este deterioro en la situación distributiva tiene relación directa con las repercusiones de la pandemia. Sigue la transmission: https://t.co/0MxL5hSKrS pic.twitter.com/eJ8l6olj5T
— CEPAL (@cepal_onu) January 27, 2022
“La ‘recuperación’ económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la pandemia, estrechamente vinculados a la desigualdad de ingreso y género, a la pobreza, a la informalidad y a la vulnerabilidad en que vive la población”, declaró Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Cepal, en la presentación del informe.
Por ello, el informe de la Cepal sostuvo que un pacto social requiere de «un nuevo contrato fiscal con progresividad, acompañado de objetivos muy concretos, como darle sostenibilidad financiera a una protección social universal y con niveles de suficiencia adecuados que incluya al conjunto de la población».
También urgió reestructurar los sistemas de salud, avanzar hacia una cobertura universal, con atención oportuna y de calidad para toda la población, y que el Estado actúe como garante del derecho a la salud.
En ese sentido, la Comisión recordó que América Latina es la región con el mayor número de defunciones informadas por COVID-19 a nivel global —con un total de un millón 562 mil 845 casos registrados hasta el 31 de diciembre de 2021—, cifra que representa el 28.8 por ciento del total de defunciones por COVID-19 informadas en el mundo, pese a que la población de la región apenas asciende al 8.4 por ciento de la población mundial.
La Cepal recalcó que sin control de la crisis sanitaria la recuperación económica no será sostenible, y advierte que América Latina y el Caribe es la región más vulnerable del mundo ante el coronavirus.
“La pandemia es una oportunidad histórica para construir un nuevo pacto social que brinde protección, certidumbre y confianza. Un nuevo contrato social debe avanzar y fortalecer la institucionalidad de los sistemas de protección social y promover que estos sean universales, integrales, sostenibles y resilientes. Vienen años de menor crecimiento económico y, si no se mantienen los esfuerzos para proteger el bienestar de la población, serán mayores los aumentos en pobreza y desigualdad en la región”, destacó Alicia Bárcena.