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¿Cuáles son los síntomas de la COVID persistente y quiénes pueden verse afectados?

19/01/2022 - 12:05 pm

La sintomatología suele presentarse tres meses luego de la infección, pero «no se dispone de un tratamiento específico para estos pacientes, por lo que el tratamiento en general es sintomático».

Madrid, 19 de enero (Europa Press).- La denominada COVID persistente puede afectar a aproximadamente el 10 por ciento de los pacientes que tuvieron COVID-19, aumentando al 15 por ciento en los pacientes que sufrieron la enfermedad de forma grave, según ha destacado el jefe de servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Córdoba, Luis Manuel Entrenas, que ha insistido en la importancia de la vacunación, pues «la posibilidad de desarrollar COVID persistente se reduce a la mitad en personas que han completado la pauta de vacunación».

Tal y como ha indicado la institución hospitalaria en una nota, Entrenas ha explicado que el término COVID persistente, según la definición realizada por expertos internacionales y publicada recientemente en la revista científica The Lancet Infectious Diseases, se refiere a los síntomas que se producen en personas con antecedentes de infección probable o confirmada de COVID-19, generalmente tres meses después del inicio, que duran al menos dos meses y no pueden explicarse con diagnóstico alternativo.

Se trata pues de una patología nueva que es importante distinguir, según el especialista, de las secuelas de COVID que aparecen tras padecer la enfermedad de manera grave, generalmente con necesidad de ingreso en UCI, aunque algunos pacientes con secuelas también sufren esta patología persistente.

Este síndrome se caracteriza por la continuación de síntomas semanas o meses después de la infección inicial, o por la aparición de síntomas tras un tiempo sin ellos, entre cuatro y 12 semanas. En muchas circunstancias los síntomas se solapan con las secuelas, lo que incrementa la prevalencia.

El doctor Entrenas ha recalcado que la aparición de «COVID persistente» no está relacionada con la gravedad de la infección inicial, por lo que puede afectar tanto a pacientes leves como a graves hospitalizados y normalmente no tienen antecedentes de patologías previas.

Las razones que pueden llevar a esta patología «se centran en tres hipótesis, la de la persistencia viral, que provoca un estado inflamatorio crónico, la hipótesis inflamatoria (permanencia de restos virales que fomentan la inflamación), y la hipótesis del trastorno de la inmunidad, en el que el sistema inmune del paciente reacciona de manera exagerada, provocando un problema de autoinmunidad».

«Lo que ocurre posiblemente –según ha explicado el especialista– es una combinación en diferente proporción de estas tres hipótesis, provocando así la aparición de diferentes formas clínicas de intensidad y afectación muy variada. Los datos del Ministerio de Sanidad indican que aproximadamente una de cada cinco personas tiene algún síntoma tras cinco semanas de la infección y uno de cada 10 personas tiene algún síntoma después de 12 semanas tras infectarse.

La COVID persistente puede afectar a cualquier persona sin importar la edad, sexo y condición, aunque el 50 por ciento de los pacientes se encuentran entre los 36 y los 50 años y la mayoría son mujeres. Se están empezando a describir también casos en menores, pese a que entre este colectivo la gravedad suele ser menor.

SÍNTOMAS MÁS FRECUENTES

Se han descrito múltiples síntomas que pueden fluctuar o persistir en el tiempo, empeorar con el esfuerzo físico y mental y provocar limitación de la capacidad funcional. Los más frecuentes son cansancio, malestar general, dolor muscular y articular, mareos, fiebre y trastornos del sueño. Entre los síntomas respiratorios, los más comunes son tos y sensación de falta de aire, también pueden producirse síntomas digestivos como diarrea, pérdida de apetito y dolor de estómago.

La COVID persistente puede afectar a cualquier persona sin importar la edad, sexo y condición, aunque el 50 por ciento de los pacientes se encuentran entre los 36 y los 50 años y la mayoría son mujeres. Foto: Dolores Ochoa, AP

Entre los dermatológicos se encuentran erupciones, caída del pelo y debilidad en las uñas, entre los neurológicos, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, pérdida de gusto y olfato, parestesias y alteraciones del estado de ánimo. También puede producirse dificultad para tragar, pitidos en los oídos, ojos secos y conjuntivitis, así como cardiovasculares como palpitaciones y cambios en la tensión arterial.

El doctor Entrenas ha resaltado que «el problema de estos síntomas es que muchos son poco medibles». Por ejemplo, no hay un marcador en una analítica que «nos haga fácilmente diagnosticable la COVID persistente con síntomas como sensación de falta de aire, dolor de cabeza o pitidos en los oídos».

Cuando se tienen cinco síntomas o más durante la primera semana de enfermedad por COVID-19 hay una mayor predisposición a tener «COVID persistente» y en los mayores de 70 años la pérdida de olfato puede predecir su aparición.

Por tanto, «no se dispone de un tratamiento específico para estos pacientes, por lo que el tratamiento en general es sintomático». Se distinguen medicamentos que se dirijan a combatir el trastorno inflamatorio combatiendo la principal acción del virus, la tormenta de citoquinas.

Además, en los pacientes que han sufrido un COVID grave «hay que implementar medidas correctoras de los déficits nutricionales, de la reposición de masa muscular y añadir rehabilitación e incluso tratar el daño psicológico, por lo que la atención a estos pacientes debe ser multidisciplinar, «incluyendo de manera muy importante a profesionales de Enfermería, que sabe valorar muy bien la atención domiciliaria, el apoyo a los familiares y cuidadores, así como detectar las necesidades de cuidados que puedan aparecer», ha destacado.

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