El mundo enfrenta problemas inflacionarios cada vez más marcados. Mientras las autoridades piensan y ponen en práctica algunas estrategias para contener el golpe económico, los bolsillos de la población se vacían tan sólo al comprar los insumos básicos para la alimentación. En el caso de México, las presiones en los costos al consumidor se agravan debido a que el país importa una buena parte de sus alimentos, a la par de sus gasolinas.
Ciudad de México, 15 de enero (SinEmbargo).- Los costos de los alimentos son los más altos en todo el mundo desde hace dos años. La pandemia de COVID-19 marcó un antes y un después en el precio de los productos de mayor demanda al frenar la producción, enfermar a los trabajadores y cambiar los comportamientos de consumo. Sin embargo, ya había problemas existentes, que se hicieron más evidentes y que agravaron la situación.
En Estados Unidos, por ejemplo, no sólo se enfrentan a altos costos de comida, también lidian con estantes vacíos en los supermercados a causa de los problemas en la cadena de suministro. Sin embargo, la falta de algunos productos —principalmente pollo, carne y lácteos— está presente en la economía del país vecino del norte desde hace aproximadamente cuatro meses, así como la elevada inflación, que tan sólo a final de 2021 se ubicó en un 7 por ciento, la peor desde 1982. Según el informe del Gobierno estadounidense, en diciembre los precios de la energía bajaron por primera vez desde hace varios meses, un 0.4 por ciento, pero los de los alimentos subieron un 0.5 por ciento.
Mientras, países europeos también están condicionados a altos índices inflacionarios. En el caso de España, el doceavo mes del reciente año que terminó se registró un Índice de Precios de Consumo de 6.5 por ciento, su cifra más alta desde 1992, la cual fue cimbrada por la crisis en los precios de la electricidad —que ha escalado un 96.8 por ciento sin subsidios gubernamentales, según el diario Europa Press—, y los elevados importes en alimentos como legumbres, hortalizas, pan, cereales, aceite de oliva y la carne.
En ambos casos, estos países tienen un factor en común: el tipo de alimentos que se han encarecido, y no es coincidencia. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dio a conocer el pasado 6 de enero que su índice de precios de los alimentos —que incluye carnes, lácteos, cereales, aceites vegetales y azúcares— subió un 28.1 por ciento durante 2021.
Y México no es ajeno a toda esta situación. El último reporte presentado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre el Índice de Precios al Consumidor (INPC) el limón fue el producto con mayor variación mensual al alza, un 46.11 por ciento, agregando así una incidencia inflacionaria de 0.052; la carne tuvo un aporte a la inflación general de 0.064 puntos. Por su parte, los productos agropecuarios tuvieron una incidencia anual de 1.661 puntos. En el desglose del indicador, las frutas y verduras aportaron un 1.006 por ciento a la inflación decembrina, mientras que los Pecuarios (productos de la ganadería) un 0.655 por ciento.
En ese sentido, doctor Arturo Huerta, profesor de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM, apuntó en entrevista con SinEmbargo que los sobreprecios alimentarios tienen su raíz en una falta de atención en el sector agropecuario, que deriva en una producción insuficiente de éstos productos, a la que se le suma que México importa el 48 por ciento de los granos básicos que consume.
«Hemos venido importando desde hace años estos granos básicos y estamos sujetos a los precios internacionales de estos bienes. Entonces, tienes la escasez de producción nacional, la escasez de productos que ocasiona el sobreprecio y a eso le sumas que importamos alimentos, el 48 por ciento de lo que consumimos, pues importamos la inflación internacional».
Son los alimentos los productos con mayor afectación por la subida de la inflación, ya que presenta una demanda constante y permanente. Aunque ya eran existentes los problemas de alimentación en el mundo, la reconfiguración que desató la pandemia de COVID-19 desde 2020 cambió la jugada, principalmente por el freno en las cadenas productivas, lo cual derivó en altos índices de desempleo en varios sectores.
«Efectivamente la pandemia en el 2020 y parte del 2021 frenó procesos productivos y de ahí que aumentó la escasez de muchos productos y entre otros los productos agropecuarios. Entonces se da una especulación en torno a los alimentos, y esto te pasa a aumentar más los precios a nivel internacional, que te repercuten al momento en el cual tú dependes de importaciones», destacó el especialista.
PROBLEMAS EN LA CADENA DE SUMINISTROS
En 2021 la mayoría de los países en el mundo reabrieron sus comercios y dieron paso a la vuelta de la «vieja normalidad», pero conforme fueron pasando los meses, poco a poco las localidades comenzaron a tener rebrotes —primero ocasionados por Delta y ahora por Ómicron—, los cuales dieron la vuelta al confinamiento una vez más.
Aunque México aún no se ha visto severamente afectado por la cuarta ola de COVID-19 (en las aerolíneas se han tenido que cancelar vuelos debido a casos positivos en sus trabajadores), en Estados Unidos hay falta de trabajadores de varios sectores por los brotes de contagios.
Huerta señaló a SinEmbargo que ya estamos en un contexto de nuevo de confinamientos por Ómicron, lo cual volverá a frenar procesos productivos y mantendrá la escasez de productos agropecuarios, y «con las constantes presiones sobre los precios, queda de evidencia que la inflación no va a ser temporal».
«Es una inflación estructural dado de la escasez de productos a nivel internacional. Y en el caso nuestro, si nosotros fuéramos autosuficientes no nos estaría afectado la inflación internacional, pero nos afecta porque importamos el 48 por ciento de los granos básicos que consumimos».
LOS ENERGÉTICOS TAMBIÉN SUBEN
Pero los problemas no sólo se encuentran en el sector alimenticio. Los precios de los energéticos se han disparado en niveles alarmantes a nivel mundial.
En el país, la gasolina de bajo octanaje fue el sexto de los 10 productos con mayor incidencia en la inflación de diciembre, mientras que en el 2021 el Gobierno tuvo que implementar medidas para frenar la subida en el costo del gas doméstico LP.
En ambos casos, «estos costos de producción son transmitidos a precios más caros en toda la cadena», refirió el doctor de la Facultad de Economía de la UNAM.
«Resulta que México no es autosuficiente en gasolinas, también porque se descuidó en los gobiernos anteriores en la producción de gasolina en el país, y México tiene mucho gas; en los gobiernos anteriores y en el actual han relegado la producción de gas, entonces estamos importando inflación ante la insuficiente producción nacional. Y por esa política de austeridad fiscal, de no endeudarse, más se contrae la inversión y por tanto, los rezagos en la producción de energéticos, del gas y más con las consecuentes presiones inflacionarias en toda la cadena de bienes», comentó en la entrevista.
En Estados Unidos, el problema en la cadena también se ubica en la carestía de los fletes ante una falta de trabajadores (por bajos salarios y malas condiciones laborales), la cual ya se presentaba desde años atrás y que la pandemia sólo se encargó de remarcar.
En Reino Unido, también hay escasez de empleados, situación que se agravó por los nuevos trámites migratorios impuestos por el Brexit; los precios de los combustibles se dispararon desde finales de septiembre, cuando se enfrentaban a la mayor falta de éstos.
En consecuencia, no hay principio ni fin en los problemas que aquejan la cadena de suministros; falta de empleados en sectores como el transporte y los fletes, lo que produce que las mercancías y los combustibles no lleguen a sus destinos, derivando en escasez de productos, lo que a su vez produce desempleo en otros sectores, compras de pánico y subida en los precios de todos los productos, porque la demanda de éstos sigue presente.
POSTURA DE BANXICO
Como parte de una respuesta a las presiones inflacionarias, el pasado 16 de diciembre la Junta de Gobierno del Banxico tomó su postura más estricta hasta ahora y elevó la tasa de interés en 50 puntos base, con lo cual ésta cerró el 2021 e inició el 2022 en 5.5 por ciento.
El banco central destacó que el incremento surgió después de evaluar la “magnitud y diversidad de los choques que han afectado a la inflación y a los factores que la determinan, el riesgo de que se contamine la formación de precios y los retos por el apretamiento de las condiciones monetarias y financieras globales”.
La autoridad monetaria destacó que la inflación global siguió aumentando, presionada por los cuellos de botella en la producción, la recomposición del gasto hacia mercancías, los elevados precios de alimentos y energéticos, y la recuperación de algunos servicios.
En contraste, el doctor Arturo Huerta expuso para SinEmbargo que aunque el Banxico ha centrado sus esfuerzos en el aumento de la tasa de interés, los precios al consumidor no se reducirán, pues las autoridades están apuntando hacia la estrategia incorrecta al enfrentarse a una inflación estructural.
«México debería tener una política agrícola, que implica disminución de la tasa de interés, política de subsidios, política de infraestructura, de gasto púbico, crear condiciones de rentabilidad al sector productivo, al sector agrícola, para que la inversión se enfoque en dicho sector y así aumentar la producción de productos alimenticios», consideró.
Y anota que aumentar la tasa de interés sólo provoca restricciones en la inversión porque se encarece el crédito, con lo cual se recrudecen los problemas estructurales que están detrás de la inflación.
«El Gobierno debería incrementar el gasto público y tener política de subsidios a favor de la producción, tener política agrícola, tener política industrial para ser autosuficiente y así disminuir la inflación en condiciones de crecimiento, pero el Banxico no te baja la tasa de interés, porque de hecho el capital se está yendo, no obstante se trabaja con alta tasa de interés en comparación con otros países. Están más preocupadas las autoridades por la estabilidad del tipo de cambio, de ahí que aumente la tasa de interés, y se trabaja con autoridad fiscal a costa de relegar los objetivos de producción, de empleo, de crecimiento y del bienestar de la población […] Estamos viendo que las autoridades monetarias y fiscales no están respondiendo a los desafíos y los problemas que el país enfrenta», insistió el académico.