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Depredadores de océanos

La historia de cómo la pesca ilegal logró arrasar con los mares de Latinoamérica

24/12/2021 - 8:40 pm

Barcos semi-industriales de la región emularon las tácticas predatorias de las flotas extranjeras, usando transbordos e invadiendo las aguas de los países vecinos.

Por Alessandro Ford 

Ciudad de México, 24 de diciembre (Insight Crime).- En 2021, unos 350 barcos de bandera china pasaron durante el primer semestre del año flotando frente a las aguas territoriales de Argentina.

Allí, la flota —con viejas acusaciones de uso de transbordos no reportados que disfrazan la pesca ilegal transfiriendo pescado entre barcos y apagando los transpondedores— saqueó las reservas de calamares.

El pillaje fue apenas un escenario dentro de una oleada más general de pesca ilegal, no regulada y no reportada (IUU, por sus siglas en inglés) en toda la región durante el último año, gran parte de ella motivada por una competencia por la pesca cada vez más escasa.

Barcos semi-industriales de la región emularon las tácticas predatorias de las flotas extranjeras, usando transbordos e invadiendo las aguas de los países vecinos. Ecuador exportó una cantidad récord de aletas de tiburón, gracias a las tácticas agresivas de pesca y a las regulaciones que permiten la venta de productos de tiburón si se declaran como fauna acompañante accidental. En México, Chile y Brasil, los pescadores locales infringieron las vedas de temporada y extrajeron valiosas especies no permitidas.

Este abanico de pesca IUU mermó aún más la vida de los océanos y amenazó los ecosistemas marinos. Pero los países empezaron una búsqueda de estrategias para afrontar el problema, mediante la firma de acuerdos para extender las reservas, el refuerzo de la vigilancia y la divulgación de los datos de localización de flotas en una apuesta por una mayor transparencia.

FLOTA DE CHINA BAJO ESCRUTINIO 

China ha sido clasificada de manera consistente como el peor infractor mundial de pesca IUU por su monumental flota pesquera en aguas remotas, que incluso según los estimativos más conservadores asciende a miles.

Varios centenares de barcos chinos operan en los océanos de Latinoamérica durante todo el año y por mucho tiempo se los ha acusado de saquear dos importantes terrenos pesqueros: las aguas cercanas a Argentina en el Atlántico sur y las aledañas a Chile, Perú y Ecuador en el Pacífico sur.

Usando principalmente poteras, que se valen de lámparas brillantes para atraer a los calamares a la superficie durante la noche, estos barcos se han especializado en la pesca de arrastre justo en el límite de las zonas económicas exclusivas (ZEE) de 200 millas náuticas de estos países, aspirando peces por millones. Los capitanes también «salen del radar», apagando los sistemas de identificación automática (AIS) basados en GPS de sus barcos.

La rapacidad de la flota china provocó alarma en 2020, cuando Ecuador alertó que la flota estaba haciendo pesca de arrastre a lo largo de la ZEE que rodeaba las islas Galápagos, una de las reservas marinas más biodiversas del mundo y altamente protegida. Pronto se conocieron denuncias de que muchos barcos chinos habían salido del radar, a la par que aparecían barcos no identificados dentro de los límites de la ZEE.

En 2021, la flota china pareció cambiar de curso, según expertos en pesca IUU.

Un barco pesquero chino es perseguido por la Prefectura Naval de Argentina. Foto: Prefectura Naval Argentina.

Cuando la flota se desplazó hacia el Pacífico sur durante el segundo semestre de este año, los barcos se mantuvieron a 100 millas náuticas de la ZEE de las Galápagos, según comentó Milko Schvartzman*, especialista en pesca IUU de la ONG argentina Círculo de Políticas Ambientales.

«No se sabe por qué lo hicieron, pero creo que es por órdenes del gobierno», señaló Schvartzman a InSight Crime, en referencia al gobierno chino.

Pero la razón para la reubicación de la flota puede tener una explicación más simple en las corrientes oceánicas. Bruno Leone, presidente de la Cámara Nacional de Pesquería de Ecuador, señaló que los calamares jumbo que buscan las flotas chinas cerca de las Galápagos favorecen las temperaturas heladas. Este año, la corriente Humboldt fue mucho más al sur de lo habitual, lo que llevó al calamar migratorio lejos de la ZEE, comentó el experto.

La flota pareció hacer gala de mayor disciplina a comienzos del año cuando pescó frente a la ZEE de Argentina. De los cientos de embarcaciones, no se capturó a ninguna cruzando a las aguas nacionales entre enero y abril. Aunque lo cierto es que es raro que se detengan barcos. Desde 2016, la Marina argentina solo ha interceptado seis barcos de bandera china.

En noviembre, volvieron los barcos de bandera china y comenzaron a pescar calamares un mes completo antes del inicio de la temporada, lo cual interrumpe el ciclo reproductivo de las especies y viola prácticas elementales de sostenibilidad.

El pillaje en que incurrió esa flota quedó bien documentado. Un informe publicado en junio por Oceana, organización no gubernamental que hace seguimiento a la pesca IUU, empleó datos satelitales para mostrar que más de 400 barcos de bandera china pescaron por cerca de 621.000 horas a lo largo de la ZEE argentina entre 2018 y 2021. Esas embarcaciones desaparecieron de los sistemas de rastreo más de 4.000 veces.

El informe también identificó un facilitador de la pesca IUU china en el Atlántico sur: el puerto de Montevideo en Uruguay, que sirve como depósito y como estación de despeje para las flotas extranjeras. Es el segundo mayor puerto del mundo para la pesca IUU, según una investigación de Oceana en 2017, el último año del que tiene datos el grupo.

Cerca del 30 por ciento de los barcos chinos que apagaron sus sistemas atracaron allí.

Aunque no ha habido evidencia de pesca ilegal de la flota china este año, sí se ha multiplicado la sobrepesca no regulada, observó Schvartzman. La flota de calamar en Latinoamérica aumentó otro 5 por ciento, dijo.

«Si la flota china sigue creciendo, aumentará el riesgo de colapso del caladero», pronosticó Schvartzman.

PESCA IUU Y OTROS DELITOS 

Considerada la sexta mayor economía ilícita del mundo, la pesca IUU genera ingresos globales anuales de entre US$15 mil y $36 mil millones, según un informe de Global Financial Integrity publicado en 2017. En todo el mundo, esta actividad representa cerca del 20 por ciento de la pesca total. En Latinoamérica, esa cifra puede ser aun mayor, para alcanzar cerca del 50 por ciento en países como México.

Muchas veces, la pesca IUU va de la mano con otros delitos, como el trabajo forzado y el tráfico de narcóticos.

Los barcos pesqueros extranjeros han descargado cientos de cuerpos muertos en el puerto de Montevideo. En 2021, el informe sobre tráfico de personas, del Departamento de Estado estadounidense, llevó la cuenta de 17 muertes de tripulantes asociadas a barcos taiwaneses, chinos y de otras banderas extranjeras en aguas uruguayas entre 2018 y 2020. Antes de 2018, los observadores reportaron un promedio de 11 muertes de tripulantes anuales, según el informe.

La tripulación muchas veces es sometida a prácticas de trabajo inhumanas, entre las que se cuentan el no pago de salarios, la confiscación de documentos de identificación, el abuso físico y el encierro a bordo de las naves. Según ese informe, también hay relatos anecdócticos de homicidios en el mar.

Desde lanchas rápidas hasta barcos industriales, los barcos pesqueros también se usan para encubrir el trasiego de narcóticos.

Este año, en el sur de México, carteles de drogas montaron cooperativas de pescadores falsas, cuyos barcos recibían cocaína procedente de Colombia y Ecuador, según un reciente informe de la Secretaría de Marina (SEMAR) de México. Conformadas por miembros de los carteles y pescadores, las tripulaciones viajaban unas 350 millas náuticas y permanecían en el mar hasta por diez días para recoger los narcóticos.

En Brasil, las autoridades desmantelaron una red internacional de tráfico de cocaína que usaba barcos pesqueros industriales para transportar cargamentos de drogas hasta aguas internacionales para hacer transbordo a barcos extranjeros. Esos barcos, que simulaban actividades de pesca industrial y contrataban tripulaciones especializadas en navegación marítima, traficaban hasta más de seis toneladas de cocaína hacia Europa y el sur de África.

Las poblaciones costeras de pescadores también han quedado atrapadas en medio de las disputas territoriales de las bandas narcotraficantes. El pueblo de Posorja, en Ecuador, un importante punto de salida de cocaína hacia el Pacífico, padeció un aumento de la violencia este año. Dispararon a los pescadores y les robaron sus barcos, mientras que otras embarcaciones incendiadas iluminaban el cielo nocturno.

EXPLOSIÓN DE PESCA 

Una consecuencia de la sobrepesca desenfrenada en los océanos de Latinoamérica ha sido el incremento de las naves regionales que cruzan a aguas de países vecinos para pescar ilegalmente. Las incursiones se han presentado en niveles variados de sofisticación y escala.

Los pescadores mexicanos han respondido al colapso total de las reservas locales apuntando a las poblaciones de pargo rojo bien valoradas y mejor manejadas en el Golfo de México, cerca del sur de Texas. Pequeñas lanchas rápidas salen de Playa Bagdad, franja costera al este de la ciudad mexicana de Matamoros, para incursionar en aguas estadounidenses.

Una investigación realizada en julio pasado por la Radio Pública Nacional (National Public Radio, NPR) estimaba que la Guardia Costera de Estados Unidos detecta solo un 10 por ciento de esas incursiones.

Los pescadores relataron a NPR que venden una carga de pargo rojo estadounidense hasta por US$250, el triple del precio del pargo mexicano. El Cartel del Golfo presuntamente se lleva una tajada del contrabando de pargo. Se sospecha que el cartel compra barcos nuevos para los pescadores cuyos barcos son incautados después de ser detenidos por la Guardia Costera, informó NPR, citando fuentes de la Administración Antidrogas (DEA).

En Centro y Sur América, se han sorprendido varios barcos pescando ilegalmente en aguas de otros países. En enero, la Marina venezolana detuvo a tres barcos pesqueros guyaneses por presunta pesca dentro de su ZEE.

En febrero, dos naves de la Marina Francesa interceptaron un barco venezolano en aguas de la Guyana Francesa, con casi una tonelada de pargo rojo extraído ilegalmente. La Guyana Francesa ha presentado un incremento de pesca ilegal en el último año.

En marzo, detuvieron otro barco venezolano frente a la costa del norte de Brasil con cerca de tres toneladas de mero, una especie protegida. Las autoridades brasileñas detuvieron a 15 pescadores brasileños.

Frente al archipiélago colombiano de San Andrés, barcos industriales con tripulación armada ahuyentaron a los pescadores locales. Según oficiales del ejército, una nave de República Dominicana detenida este año llevaba 60 miembros de tripulación y casi seis toneladas de producto ilegal.

También hay embarcaciones pequeñas que se adentran en aguas de otros países. Entre ellas ha habido pescadores haitianos en el Parque Nacional Estero Balsa, de República Dominicana, y pescadores paraguayos en el lado argentino del río Paraná.

LA PESCA ILEGAL INTERNA ACABA CON LA VIDA 

Este año, las embarcaciones locales han dejado una estela de destrucción, con la extracción de vida marina sin el tamaño adecuado, el uso de técnicas agresivas y la infracción de las vedas y cuotas según la temporada. La pesca ilegal y el tráfico de productos de mar valiosos hacia el este asiático también sigue descontrolado.

La flota atunera de Ecuador ha sido objeto de críticas durante largo tiempo por la captura de fauna acompañante debido al uso de grandes redes y aparejos de pesca de palangre, cuyos kilómetros de ganchos con carnada muchas veces atrapan tiburones y otras especies marinas. Según la ley ecuatoriana, está permitida la venta de tiburones pescados accidentalmente, incluidas las cotizadas aletas. Para julio de este año, Ecuador había exportado casi 170.000 kilos de aletas de tiburón por un valor récord de US$5,4 millones.

La política, dicen los ambientalistas, ha llevado a la captura ilegal de tiburones y su venta haciéndolos pasar por fauna acompañante. El apetito del este de Asia por la sopa de aletas de tiburón alimenta gran parte del tráfico, pues un solo plato de ese manjar puede alcanzar precios hasta de US$300.

Tiburones incautados por autoridades en Ecuador. Foto: Subsecretaría de Recursos Pesqueros.

Una dinámica similar de legitimización deliberada de la pesca de tiburones se observa en Perú, país por el que hacen tránsito la mayor parte de las aletas ecuatorianas.

En Yucatán, México, el mercado negro de productos de mar tuvo una bonanza este año. Los pescadores locales dijeron que barcos de fuera del estado incursionaron en sus aguas, pescando día y noche, haciendo transbordos y rehuyendo las vedas de temporada. El resultado, según Carlos Puga, líder de una cooperativa pesquera de Yucatán, fue una ostensible caída de la pesca. En julio de 2020, se pescaron unas 11 toneladas de mero, declaró a Milenio. La pesca de este año fue la mitad.

La corrupción aceita las ruedas de la comunidad pesquera de Yucatán en Dzilam de Bravo, donde cinco enormes decomisos de pulpo extraído ilegalmente terminaron en la sospechosa fuga de dos presuntos líderes de redes. Los medios informativos del estado afirmaron que la policía municipal advirtió a los traficantes de la llegada de los destacamentos federales.

En otros países latinoamericanos, como Brasil y Chile, siguieron presentándose en niveles alarmantes transgresiones a las temporadas de veda y sobrepesca por encima de las cuotas permitidas.

La policía militar en el estado brasileño de Amazonas decomisó 800 por ciento más pescado ilegal en los dos primeros meses de 2021 que en el mismo periodo de 2020.

Gran parte de lo decomisado fue pesca ilegal de arapaima, el pez de escamas más grande del mundo. Esta especie solo puede pescarse en zonas de manejo certificadas, y su temporada de pesca está cerrada en Brasil durante la mitad del año, tiempo en el cual los pescadores con licencia reciben subsidios.

Pero la política, una de las pocas medidas de conservación que intenta tener en cuenta las necesidades económicas de los pescadores locales, ha sido tildada de contraproducente por llevar a un fraudulento aumento de personas que se presentan como supuestos pescadores. Y entretanto, la pesca ilegal se mantiene al mismo ritmo durante la temporada de veda.

En Chile, se decomisaron más de 450 toneladas de pescado ilegal en el primer semestre del año, incluidas 82 toneladas de merluza, pariente del bacalao, por la cual existe un gran apetito en el país. Los culpables de gran parte de la sobrepesca de merluza son barcos pequeños, según un informe de la iniciativa por océanos vibrantes de Bloomberg (Philanthropies Vibrant Oceans Initiative), una organización que trabaja para mejorar la transparencia del sector pesquero.

La extracción ilegal de abulón, un tipo de caracol marino, y de algas marinas también creció en Chile. Estos productos marinos estaban muy probablemente destinados al este de Asia. La demanda asiática también fomentó el crecimiento de los mercados negros de pepinos de mar en Honduras y de almejas generosas en México.

Los problemas de la pesca ilegal y la sobrepesca se han exacerbado con las dificultades económicas que acarreó la pandemida de coronavirus, que llevó a más pescadores locales pobres a adoptar prácticas de pesca ilegal no reportada y no reglamentada (IUU).

¿QUÉ SE ESTÁ HACIENDO? 

Este año, la flota china fue el centro de las campañas en muchos países latinoamericanos. Pekín también pareció responder a la atención negativa.

China, un país que entrega miles de millones en subsidios a sus flotas en aguas remotas, impuso sanciones más severas sobre las empresas sorprendidas apagando sus transpondedores, endureció los requerimientos de notificación de transbordos e impuso una veda a la pesca de calamares fuera de temporada cerca de Argentina y Ecuador.

Sin embargo, China ha mantenido actuaciones que a juicio de los conservacionistas expertos constituye mala fe, como la falta de transparencia sobre los subsidios a las flotas y la denegación de las propuestas de varios países suramericanos de imponer medidas regionales contra la pesca IUU.

Algunos países no esperaron la reacción del gobierno chino.

Ecuador firmó un acuerdo con el gobierno canadiense para mejorar su monitoreo satelital y realizó más vigilancia oceánica aérea usando aviones espías. El país también amplió su zona de reserva marina en las Islas Galápagos y abanderó una propuesta para unirla con las de Panamá, Costa Rica y Colombia.

Panamá anunció que prohibiría el arribo a sus puertos y la compra de licencias y banderas panameñas a los barcos pesqueros reportados en listas negras. La implementación adecuada de esta última sería un golpe importante para la pesca IUU por parte de China en la región, dado que los barcos de bandera panameña —muchos de propiedad china— por lo general pasan la pesca de origen sospechoso para cargar en los puertos locales.

Es posible que ambos países hayan tenido incentivos de actores externos. Este año, Estados Unidos se fijó como prioridad el combate a la pesca IUU en Latinoamérica, lo que puede deberse en parte a su puja global de poder con China.

La Guardia Costera estadounidense, que recientemente calificó la pesca IUU como la mayor amenaza a la seguridad marítima global— desplegó a comienzos del año un buque guardacostas hacia el Atlántico sur. En su misión de 68 días, la embarcación visitó Guyana, Brasil y Uruguay, donde los guardacostas realizaron ejercicios de adiestramiento conjuntos, dictaron presentaciones sobre tácticas de aplicación de la ley y patrullaron las aguas.

El despliegue, sin embargo, encontró un ambiente más hostil cuando se canceló su visita a Argentina. Representantes de los gobiernos de Estados Unidos y Argentina afirmaron que se descartó el arribo de la nave por inconvenientes logísticos. Pero un funcionario del gobierno argentino, cuyo nombre no se reveló, declaró al medio informativo La Nación que la decisión tuvo que ver más con la presencia de la flota china frente a aguas argentinas.

El mes pasado, Argentina reforzó la vigilancia sobre la flota, incrementando el monitoreo satelital apostando un barco de la Marina en el Estrecho de Magallanes para identificar la entrada de barcos sospechosos, y desplegando aviones, buques de guerra y tres nuevos barcos patrulla de factura francesa para proteger sus aguas territoriales.

El país también implementó una serie de medidas a menor escala contra la pesca IUU, entre ellas leyes más estrictas y mayores multas.

Estados Unidos, entre tanto, respondió al saqueó de sus reservas de pargo con la descertificación de México. Esa drástica medida implica que se negará el ingreso de barcos mexicanos a puertos estadounidenses en los próximos dos años y puede enfrentar restricciones a la exportación de pescado hacia Estados Unidos, según un informe reciente de la Asociación Nacional Oceánica y Atmosférica (National Oceanic and Atmospheric Association, NOAA).

La recertificación «demandará la reducción del número de incursiones de lanchas mexicanas en la ZEE estadounidense, así como una reducción del número de infractores reincidentes», explicó la NOAA.

Aunque Ecuador puso en evidencia las acciones de China, el país ha mostrado falta de resolución para frenar la extracción de aletas de tiburón. A mediados del año, los legisladores rechazaron un proyecto de ley que pedía la prohibición durante un año sobre la venta de pesca accidental, incluidos los tiburones.

Dicho eso, en Costa Rica, una prohibición similar sobre la venta de pesca accidental de tiburón no ha arrojado los resultados deseados, pues la falta de control adecuado permite que prospere el tráfico de aletas ilegales.

El gobierno de Ecuador, sin embargo, sí propuso otras varias reformas para combatir la pesca IUU de manera más general, como el cubrimiento de observadores en los barcos pesqueros industriales y la eliminación de transbordos en altamar.

En abril, Brasil dio un paso adelante hacia la transparencia, cuando accedió a compartir datos de ubicación de su flota de pesca industrial con Global Fishing Watch, una alianza entre Oceana, la empresa de tecnología satelital SkyTruth y Google. En esta acción, siguió el ejemplo de Costa Rica, Panamá, Chile y Perú, entre otros, en la divulgación de datos para crear un mapa de flotas en tiempo casi real con el fin de identificar el ingreso de barcos de pesca comercial en zonas protegidas y la realización de operaciones de pesca ilegal.

Esos datos son una herramienta crucial para combatir la pesca IUU, dijo Michelle Carrere, editora que cubre el tema de pesca ilegal en Latinoamérica para el medio de noticias ambientales Mongabay.

«Transparentar los datos satelitales de la actividad pesquera», dijo, «sin duda es una ayuda que suma».

*Milko Schvartzman trabaja actualmente con InSight Crime en un proyecto sobre pesca IUU.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE Insight Crime. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

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