Un reciente estudio indica que la desigualdad de carácter social tiene «profundas raíces evolutivas» en la fauna de nuestro planeta.
Ciudad de México, 17 de diciembre (RT).- Un estudio en materia de ecología conductista ha detectado «fenómenos sorprendentemente paralelos» entre la distribución de la riqueza y los privilegios en el mundo animal y los que observamos en la sociedad humana. La investigación concluye que los animales, al igual que nosotros, también heredan «bienes no genéticos» y externos a cada individuo particular, como nidos, territorios y herramientas, lo cual influye en la desigualdad, las aptitudes y la supervivencia de las nuevas generaciones.
Entre los ejemplos que los investigadores citan en un artículo recientemente publicado figura una práctica, conocida desde hace décadas, de las ardillas rojas norteamericanas, que almacenan alimentos para el disfrute de su descendencia. Una madre puede hacer acopio de piñas en su territorio y concederle a una de sus crías el «derecho» de usar el territorio donde están escondidas estas provisiones. El resultado es que las ardillas jóvenes que reciben estos recursos sobreviven más tiempo y procrean antes que las que no los tienen.
The nature of privilege: intergenerational wealth in animal societies «Wealth inequality is widespread in human societies. Parallel phenomena exist in animal societies. Integration of approaches may establish a framework for studying inequality in animals» https://t.co/urMArAEgcG
— Rebecca Sear 💙 (@RebeccaSear) December 11, 2021
Varios ejemplos más muestran que los privilegios hereditarios no son exclusivos de los mamíferos, sino que se observan también en distintas especies de peces, aves e insectos:
– Las crías de las hienas que ocupan una posición más alta en la jerarquía de la manada heredan de sus madres la prioridad del acceso a alimentos dentro del territorio compartido.
– Las crías de los urogallos rojos ganadores en una asamblea de cortejo reciben una mejor posición en la misma cuando su padre está cerca de la muerte y una vez fallecido, algo que mejora sus oportunidades de apareamiento. Además, heredan el territorio paternal.
– Algunos peces payaso heredan de su progenitor una anémona de mar más grande que las de otros congéneres, lo cual permite a ambas generaciones esconderse mejor de los depredadores y reproducirse de manera más segura entre sus tentáculos.
– Algunas hembras privilegiadas de avispa heredan nidos de sus madres, mientras que otras no, beneficiando a sus linajes sobre otros «para perpetuar aún más el ciclo de privilegio», según afirman los autores.
– Las crías de varias especies de chimpancé y monos capuchinos pueden recibir de su padre o madre herramientas de piedra para romper nueces y los conocimientos necesarios para utilizarlas. Esos individuos se ven en una situación ventajosa en términos de capacidad de acceder a un recurso alimentario clave.
Los investigadores ven «profundas raíces evolutivas en la desigualdad de la riqueza en el árbol de la vida» y creen que, estudiándolas, se podría comprender mejor el mismo fenómeno entre las personas. Además, el equipo de etólogos estadounidenses enfatiza el carácter multigeneracional de la desigualdad animal.
La superioridad en algo se acumula pasando de una generación a otra y los privilegios se perpetúan, mientras que la descendencia de los individuos no privilegiados recibe menos alimentos, se expone más a menudo a distintos peligros, deja menos progenie y en ocasiones se extingue por completo.