La falta de pagos a los profesores en medio de la pandemia, las condiciones desiguales que enfrentan los profesores de asignatura y la violencia de género fueron algunos de los motivos por el que se generaron diversas marchas y movimientos al interior de la máxima casa de estudios durante este año.
Ciudad de México, 19 de diciembre (SinEmbargo).- La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue el centro de polémica y señalamientos durante este año. La precarización a profesores de asignatura, que se agudizó por la falta de pagos; las denuncias y paros por violencia de género, así como las declaraciones del Presidente Andrés Manuel López Obrador al señalar la corrupción y malos manejos fueron los temas que mantuvieron en el ojo del huracán a la máxima casa de estudios este año.
La precarización a sus profesores de asignatura, por ejemplo, que representan el 70 por ciento del personal docente, se agudizó a principios de año y se viralizó cuando empezó a moverse en redes sociales el hashtag #LaUNAMNoPaga, con el cual los profesores denunciaron reducciones de hasta el 50 por ciento de sus salarios y con el que reclamaron que llevaban meses sin siquiera recibir un pago. Para el mes de marzo, la situación se agravó con la falta de pagos a más de un centenar de docentes que están bajo las figuras de Profesor de Asignatura y Ayudante de Profesor, lo que desencadenó un paro en al menos 21 escuelas y facultades.
A los señalamientos por la falta de pago comenzaron a sumarse otras denuncias de irregularidades y prácticas en la Universidad, como el derroche de recursos, la ostentación de sueldos, la desigualdad entre profesores y mafias de los grupos de élite que controlan la instituciones y sus procesos.
Pero las condiciones desiguales que enfrentan los profesores de asignatura no fue el único motivo por el que se generaron diversas marchas y movimientos en el interior de esta institución; la violencia de género y los señalamientos del letargo para atenderlas también movilizaron a estudiantes y maestras en al menos ocho escuelas y facultades.
No obstante, la UNAM obtuvo mayores reflectores cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador reprochó y señaló que los problemas de corrupción y malos manejos que se registran en diversas universidades públicas del país, no estaban exentos en la UNAM que ha sido considerada por años como la mejor de México y una las 100 más importantes del mundo.
El mandatario también reprochó que la institución, la cual tiene en su matricula al menos unos 367 mil alumnos, fue puesta al servicio del régimen neoliberal y se “derechizó”. Ante las críticas del ejecutivo, la institución a través de Secretario General de la UNAM, Leonardo Villegas Lomelí, respondió que la casa de los Pumas fue una de las primeras instituciones que advirtió sobre el cambio de rumbo de la economía mexicana y sobre las implicaciones del modelo neoliberal en el país.
No obstante, por otro lado, el presidente del Tribunal Universitario de la UNAM, Eduardo López Betancourt, dijo que era momento de iniciar un proceso de autocrítica para reconocer que la corrupción ha impregnado diversos ámbitos académicos y administrativos.
SU BASE PRECARIZADA
La brecha salarial, precarización y desigualdad entre los diferentes docentes de esta institución fue denunciada por varios profesores de asignatura en diferentes entrevistas con SinEmbargo.
“Si la UNAM fuera un país, sería el más desigual del mundo”, concluyó el profesor investigador de la Facultad de Economía, Carlos Guerrero de Lizardi al realizar una estimación de cual sería en el coeficiente de Gini para dimensionar la desigualdad en la Universidad.
El coeficiente de Gini es la medida económica (entre 0 a 1) más utilizada para calcular la desigualdad de ingresos donde un valor cercano a cero representa una desigualdad nula y un valor cercano a 1 representa una desigualdad total. De acuerdo con el cálculo Doctor Guerrero, basado en los salarios hora-semana-mes, el coeficiente Gini-Puma es de 0.65.
Maestros de diferentes facultades de la UNAM explicaron a este medio, que en la UNAM los profesores de asignatura ganan entre mil 700 pesos o poco más de 4 mil pesos; mientras que otros maestros que están contratados por otro mecanismo y son los de tiempo completo, reciben remuneraciones de entre 20, 30 o 50 mil pesos, y en algunos casos, una élite pequeña percibe más de 100 mil pesos al mes.
Alfonso Bravo Olivares, maestro de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, explicó que los sueldos tan bajos de los profesores de asignatura son porque ganan por hora y el pago es de aproximadamente 101.56 pesos por hora de clase, sin contar estímulos. Es decir, que por cuatro horas a la semana perciben poco más de 400 pesos por asignatura (al menos 1 mil 600 al mes).
Luis Jaime Estrada Castro, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), relató que la desigualdad y la precarización en los sueldos de los profesores data desde la década de los ochenta cuando comenzó a incrementarse la matrícula de estudiantes y con ello la necesidad de más profesores. Sin embargo, indicó, disminuyeron las condiciones de estabilidad laboral.
“Las plazas se han reducido y el número de aspirantes ha aumentado y eso ha generado que —ante la necesidad del crecimiento de la matricula— se ha tenido este crecimiento de profesores en condiciones precarias”, explicó Estrada.
Crecer no es una opción tan viable o fácil para los docentes de la UNAM, según explicaron, debido a que en la institución también existen prácticas y vicios que obstaculizan que los profesores de asignatura puedan acceder a una plaza o subir en el escalafón que tiene copado una élite, la cual controla el presupuesto, las reglas, estatutos, es decir, se decide con criterios opacos quiénes pueden acceder al crecimiento.
“Hay una mafia en la UNAM, hay un grupo de élite que junto al resto de los profesores nos miran (a los profesores de asignatura) por encima del hombro y cuando queremos nosotros subir en ese escalafón, sobre la base de nuestro esfuerzo hacen todo lo posible para meternos en pie”, expresó el profesor Alfredo Bravo.
“Se ha constituido una suerte de elite burocrática, que de alguna manera ha exacerbado y recrudecido las diferencias salariales de manera muy marcada; hay un manejo del prepuesto por grupos, por ciertas elites de poder en el Universidad que de alguna manera hace que no llegue el presupuesto como quisiéramos a sectores históricamente precarizados”, coincidió el académico Luis Estrada Castro.
Bravo Olivares también denunció que los exámenes de oposición —con los cuales los profesores pueden ascender — son evaluados por una Comisión Dictaminadora en cada Facultad, sin embargo, acusó que están amañados.
“Entrar a un examen de oposición y ganarlo es muy difícil porque nos mantienen bajo un esquema en el cual la precarización se hace evidente. Los concursos de oposición se abren cuando las autoridades universitarias lo consideren, como lo consideren y de acuerdo a los recursos presupuestales. O sea prácticamente es cuando ellos quieran y como ellos quieran”, dijo el catedrático.
Y añadió: “no todos son así, pero lo que domina en la UNAM son los concursos amañados donde estas élites favorecen un grupo”.
Además, explicaron los profesores, los procesos no sólo para el ascenso o promoción, sino para asignación de grupos o de retiro de horas son procesos totalmente discrecionales.
“La Universidad es totalmente antidemocrática, su personal académico ha sido ninguneado desde mucho tiempo atrás […] Son las asociaciones de personal académico, lo que se llamaría un sindicato patronal, y éstas siempre han funcionado de esa manera, entonces los trabajadores académicos, aun los de tiempo completo, estamos indefensos de las decisiones de las autoridades. Todos los procesos son discrecionales”, narró en una entrevista previa el profesor Jacobo Alavéz Medina, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, que a pesar de tener de 28 años de antigüedad en la UNAM, le retiraron uno de sus grupos al aplicarle un reglamento que establece que aquellos cursos con menos de 10 alumnos se cerraban.
El profesor aclaró que, aunque se puede considerar que su caso está dentro de lo “legal” no deja de ser un hecho injusto: “es injusto porque todo el proceso es discrecional, todos los profesores de asignatura dependen de caerle bien o que se lleven bien con el coordinador de carrera para que éste los programe, y puede darse el caso que, aun siendo programados, se generen formas mediante las cuales se limite a los profesores de asignatura su participación, como en mi caso”.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador se pronunció por las problemáticas de la UNAM en diversas ocasiones. En la conferencia del 7 de octubre, el mandatario llamó a los maestros y estudiantes a oponerse a los grupos de poder que tienen las universidades bajo control del país, y dijo que sólo la resistencia al interior de las instituciones puede resolver los abusos porque el Gobierno federal no puede meterse.
Ese mismo día, el Tribunal Universitario de la UNAM reconoció que dentro de la institución había mafias y corrupción. Eduardo López Betancourt, su presidente, señaló que era momento de iniciar un proceso de autocrítica en las instituciones educativas para reconocer que la corrupción ha impregnado diversos ámbitos académicos y administrativos.
“Con un sentido de autocrítica y de particularidad conocimiento aceptemos que la corrupción también ha invadido los ámbitos académicos. Lo dicho por el Presidente es una realidad que ya no se puede seguir ocultando; las mafias y grupos de poder se han incrustado de manera lamentable en la gran mayoría de las universidades públicas del país”, expuso Betancourt.
Pero ese no fue el único señalamiento hecho a la UNAM desde Palacio Nacional. El 21 de octubre, el Jefe del Ejecutivo dijo que la Universidad se volvió individualista al defender proyectos neoliberales y que perdió su esencia de formar a profesionales para servir al pueblo.
El Rector Enrique Graue no contestó directamente a los cuestionamientos del mandatario, aunque indirectamente sí lo hizo. De acuerdo con comunicado de prensa, durante una exposición de orientación vocacional realizada el 25 de octubre, el Rector señaló que la UNAM formaba cuadros comprometidos con la prosperidad del país y que brinda fuerza moral a los jóvenes.
“La educación que imparte la Universidad Nacional responde al llamado de la sociedad que demanda la superación colectiva y la formación de cuadros competentes y comprometidos con la prosperidad de la nación”.
Días después, el 27 de octubre, el Jefe de Ejecutivo insistió en el tema y dijo que la casa de los Pumas fue puesta al servicio del régimen neoliberal. “Se cooptó a académicos, que se convirtieron en ideólogos del neoliberalismo, sobre todo en el Gobierno de (Carlos) Salinas”, argumentó en su conferencia mañanera de ese día.
Al respecto, la UNAM respondió con un comunicado de prensa en el que aseguraba que en sus aulas y espacios no se imponen ideologías y que tienen "un compromiso con el país”
Leonardo Villegas Lomelí, Secretario General de la institución, dijo que la UNAM ha sido crítica en torno al neoliberalismo desde que éste se comenzó a manifestarse en México durante la crisis de la deuda externa en 1982.
URGE REFORMA AL INTERIOR
Profesores consultados por SinEmbargo coincidieron en que en la praxis dentro de la Universidad hay aspectos y procedimientos neoliberales, mismos deben combatirse con una reforma al interior de la institución y con una urgente democratización.
Fernando López Bonifacio, de la Facultad de Arquitectura, explicó que frente a un contexto global inmerso en el modelo neoliberal, la Universidad no ha sido la excepción. "La elitización de las categorías de los académicos es una muestra de ello; además, hay una desigualdad salarial muy marcada”, ejemplificó.
Por su parte, Luis Jaime Estrada Castro, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, destacó que es necesario matizar y no caer en los extremos, puesto que no se puede decir que en la UNAM haya una generalización en términos de derechización o neoliberalización.
“Hay grandes sectores históricos de la Universidad, estudiantes, profesores, investigadores, que han pugnado en las últimas décadas por evitar los efectos corrosivos que tienen este modelo económico de desigualdad, exclusión, marginación sobre grandes sectores del país, y que de alguna manera han luchado para frenar los efectos del neoliberalismo dentro y fuera de la universidad, particularmente dentro de la Universidad”.
No obstante, el académico no descartó que la Universidad desde la década de los ochenta haya pasado por un proceso que podrían llamarse de neoliberalización: “a mi parece que uno de sus más claros ejemplos tiene que ver con las condiciones laborales y de trabajo de sus profesores”.
Por su parte doctor Octavio Rosaslanda Ramos, de la Facultad de Economía, explicó que es necesaria y urgente una reforma para la democratización de la máxima casa de estudios, a fin de combatir la corrupción y las problemáticas que arrastra.
“Tendríamos que poder elegir a nuestros rectores, porque los rectores de la UNAM han sido seleccionados a través de procesos de cuotas de poder al interior de los grupos políticos. Por otro lado, no están claramente ni adecuadamente representados los intereses de los estudiantes que son los que reciben”, expresó Rosaslanda Ramos.