Las poblaciones de arapaima, que habían caído significativamente en la década de 1990, ahora están protegidas por una política estatal que impone cuotas y una temporada de pesca de seis meses, además de limitar su captura a áreas de manejo certificadas.
Por Alessandro Ford
Brasil, 15 de diciembre (InSightCrime).- Mientras el pez de agua dulce más grande del mundo, el arapaima, es atacado por cazadores furtivos en Brasil, los miembros de las comunidades indígenas hacen todo lo posible para protegerlo.
La comunidad indígena Paumari, que vive a lo largo Del Río Taupauá en la Amazonía brasileña, ha construido 16 lagos dedicados a la pesca sustentable del arapaima, conocido localmente como el pirarucú. El programa se inició en 2009 cuando se contaron apenas 251 peces. La población de arapaimas ahora es de mil 835 peces, informó EcoDebate el 9 de diciembre.
En otros lugares, los pescadores de la comunidad indígena Pixuna do Tapará en el estado de Pará también hacen todo lo posible por aprovechar de manera sostenible el arapaima.
Aun así, se cree que el pez, que puede alcanzar los tres metros de largo y pesar más de 200 kilogramos, está en peligro crítico de extinción después de años de sobrepesca. Este año, las autoridades han realizado varias incautaciones de arapaima capturado ilegalmente. En noviembre, la policía incautó 2.5 toneladas de arapaima en un barco que viajaba por el estado de Amazonas, según Globo.
En septiembre hubo interdicciones casi diarias, que terminaron con la interceptación de 16.5 toneladas de arapaima extraído ilegalmente. Uno de los barcos interceptados contenía 12 toneladas de pescado. Ese barco fue liberado y nuevamente interceptado menos de 24 horas después con otras 4.5 toneladas de pescado a bordo.
Las poblaciones de arapaima, que habían caído significativamente en la década de 1990, ahora están protegidas por una política estatal que impone cuotas y una temporada de pesca de seis meses, además de limitar su captura a áreas de manejo certificadas.
El programa también subsidia a los pescadores con licencia durante la temporada de veda, pagándoles por no pescar. La política ha tenido mucho éxito, aumentando las poblaciones locales de arapaima en más del 600 por ciento en los últimos 12 años, según un informe de un medio de comunicación brasileño.
Sin embargo, en abril, el medio de comunicación ambiental Mongabay encontró que esta recuperación está plagada de pesca furtiva, que ha aumentado en medio de la pandemia de coronavirus, gracias al aumento de la pobreza y la reducción de la aplicación de la ley.
ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME
El caso del arapaima brasileño representa un enfoque creativo, aunque no inusual, para acordar el comercio ilegal de productos de mar. La política de gestión del país posterior a 1999 convirtió a los cazadores furtivos en guardabosques al hacer que las comunidades locales fueran parte clave en los esfuerzos de conservación.
Debido a que no constituye una prohibición comercial, los pescadores en áreas de manejo certificado también son incentivos a proteger las poblaciones de arapaima, que luego seguirán creciendo y permitirán la relajación gradual de las cuotas, según un reporte de la Convención de Comercio Internacional en Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
A finales de 2020, la población de arapaima de Brasil se estimó en más de 330 mil en 35 áreas administradas, con más de 930 trabajadores pesqueros recibiendo pagos de subsidios para las temporadas de veda.
El problema, sin embargo, es que con un número cada vez mayor de arapaima y áreas de manejo, el monitoreo se ha vuelto más difícil y han surgido dificultades para diferenciar la captura legal de la ilegal, lo que ha llevado a un lavado masivo, según un informe de 2020 de la ONG para la conservación de la vida silvestre Traffic.
"Puede que no sea una coincidencia que hubo picos en las incautaciones de arapaima ilegal después de la emisión de más permisos para la pesca de la especie", señala el informe.
Solo este año, se capturaron legalmente unas mil 037 toneladas métricas de arapaima. Las grandes incautaciones ciertamente sugieren un problema creciente.
Pero la aplicación selectiva también puede exagerar la magnitud del problema. En agosto de 2020, las autoridades amazónicas se instalaron a lo largo de layase del rio Arpão en el río Solimões, principalmente para obstruir el flujo de drogas desde Colombia y Perú. Sin embargo, en su primer año de operaciones, también incautaron 42.5 toneladas de pescado ilegal.