Al cumplirse un año del inicio de la campaña de vacunación contra la COVID-19 en Estados Unidos, y que se creyó contribuiría a terminar con la crisis sanitaria que provocó el nuevo coronavirus, gran parte de los estadounidenses siguen sin vacunarse, de los cuales muchos están muriendo.
Por Carla K. Johnson
Hace un año, la campaña de vacunación más grande en la historia de Estados Unidos comenzó con un arrebato de emoción en un mes de diciembre por demás sombrío. Camiones cargados con viales empacados a bajas temperaturas de una vacuna contra la COVID-19 que había resultado extremadamente exitosa en las pruebas clínicas se distribuyeron por todo el país, llevando inyecciones que muchos esperaban implicarían el final de la crisis.
Eso no ha ocurrido. Un año después, demasiados estadounidenses siguen sin vacunarse y demasiados están muriendo.
La cifra de muertos por COVID-19 se ubica en unos 800 mil al cumplirse el primer aniversario del inicio de la campaña de vacunación en Estados Unidos. Hace un año ese número era de aproximadamente 300 mil. Una cantidad incalculable de vidas, quizá decenas de miles, han sido salvadas por la vacunación. Pero la que podría ser una época para celebrar un logro científico está cargada de desacuerdos y duelo.
El director de los Institutos Nacionales de Salud, Francis Collins, ha dicho que los científicos y las autoridades sanitarias podrían haber subestimado cómo la difusión de información falsa podía entorpecer el “logro asombroso” de las vacunas.
"Los decesos continúan... la mayoría de ellos de personas no vacunadas porque alguien en algún lugar les proporcionó información que era categóricamente errónea y peligrosa", afirmó Collins.
Desarrolladas y distribuidas a enorme velocidad, las vacunas han demostrado ser increíblemente seguras y altamente efectivas en la prevención de muertes y hospitalizaciones. La gente que no se ha vacunado tiene 14 veces más riesgo de morir en comparación con las personas completamente vacunadas, según estimaron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) con base en datos disponibles de septiembre.
Siguen siendo efectivas en su mayor parte, lo que ha permitido la reapertura de escuelas, que los restaurantes reciban a comensales y que las familias se reúnan para la temporada navideña. En el conteo más reciente, el 95 por ciento de los estadounidenses de 65 años o más han recibido al menos una primera dosis.
“En términos de logros científicos, de salud pública y logística, esto está en la misma categoría que poner a un hombre en la Luna”, dijo el doctor David Dowdy, epidemiólogo de enfermedades infecciosas en la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins.
El primer año de existencia de las vacunas se ha visto sacudido por la decepción de las personas que se contagiaron a pesar de estar inoculadas, las disputas políticas en torno a las órdenes de vacunarse y, ahora, las preocupaciones en torno a si la variante Ómicron podrá evadir la protección que brindan las vacunas.
A pesar de todo eso, señaló Dowdy, “vamos a ver hacia atrás y decir que las vacunas fueron una enorme historia de éxito”.