El Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, declaró durante una transmisión en vivo que las vacunas anticovid estaban relacionadas con el desarrollo del Sida, cosa que ha sido desmentida por la comunidad científica.
Por Debora Alvares
BRASILIA, 4 de diciembre (AP).— Un juez del máximo tribunal de Brasil ordenó el viernes que se investigue al Presidente Jair Bolsonaro por los comentarios que hizo que asocian las vacunas contra la -COVID-19 con el Sida, una afirmación rechazada por médicos y científicos.
El Juez del Supremo Tribunal Federal Alexandre de Moraes instruyó al principal fiscal del país, Augusto Aras, que investigue la acusación planteada por una investigación sobre la pandemia realizada por el Senado de Brasil.
Bolsonaro dijo en una transmisión del 24 de octubre que “los informes oficiales del gobierno del Reino Unido indican que las personas totalmente vacunadas... están desarrollando el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida mucho más rápido de lo previsto”. Facebook e Instagram retiraron ese video días después, por considerar que violaba sus normas.
El Presidente brasileño, que sigue sin vacunarse contra la COVID y se ha opuesto con frecuencia a los mandatos de vacunación, argumentó que él se limitaba a citar un artículo de la revista Exame y que no hacía afirmaciones.
En su orden, Moraes dijo que Bolsonaro “utilizó el modus operandi de esquemas de difusión masiva en las redes sociales”, lo que requiere una mayor investigación.
Sin embargo, el futuro de cualquier investigación es incierto. Es raro que Aras vaya en contra del presidente, y no ha abierto una investigación sobre el manejo de la pandemia por parte de Bolsonaro, a pesar de las peticiones de la comisión del Senado.
Bolsonaro ha burlado los protocolos sanitarios locales desde el inicio de la pandemia y se ha quejado de que las restricciones destinadas a controlar el coronavirus hacen más daño que bien.
Más de 610 mil personas han muerto a causa de la COVID-19 en Brasil, un total nacional sólo superado por el de Estados Unidos. El promedio de muertes a siete días en el país sudamericano es inferior a 300 al día, lo que los analistas han atribuido en gran medida a las campañas de vacunación.