Gustavo Sosa Núñez
05/12/2021 - 12:02 am
Resultados de la COP26
"El acuerdo final en Glasgow incluye las opiniones de grandes contaminantes, como China e India, y de pequeños estados insulares cuya existencia está en riesgo, pasando por una diversidad de países con distintas características y necesidades".
Recientemente tuvo lugar la Conferencia de las Partes número 26 (COP 26), por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas para combatir el cambio climático. Las expectativas para reforzar o relanzar los compromisos que permitan mantener la temperatura del planeta en un máximo de 1.5°C fueron diversas. Hubo quienes tenían perspectivas esperanzadoras para alcanzar acuerdos sustanciales y definitivos. Hubo otros que auguraban la necesidad de trabajo colaborativo y diplomático para lograr objetivos mundiales. Otros más daban por hecho que esta conferencia sería una más en la serie de reuniones que no tienen impacto real en la cotidianeidad que apremia el combate al cambio climático.
El acuerdo final en Glasgow incluye las opiniones de grandes contaminantes, como China e India, y de pequeños estados insulares cuya existencia está en riesgo, pasando por una diversidad de países con distintas características y necesidades. En total, fueron 197 países firmantes.
Los resultados muestran progreso y decepción. Del lado positivo, se preserva el consenso de buscar que la temperatura no se incremente 1.5°C por encima de niveles preindustriales para finales de siglo. Para ello, se buscará que los países revisen y refuercen, a más tardar a finales del año que entra, sus planes climáticos hacia el 2030. Esto resulta crucial tomando en cuenta que las proyecciones actuales para ese año resultarán en un incremento de 2.4°C para el 2100. No obstante, no hay garantías de que se endurezcan las acciones.
Otro aspecto refiere al llamado a reducir – y no eliminar – el uso de las energías fósiles. Aun cuando este es un tema pendiente, el hecho de que hayan sido mencionadas como una de las principales causas de la crisis climática es considero como un logro en sí mismo. Asimismo, el texto acordado invita a disminuir las emisiones de metano – un gas de efecto invernadero, como el dióxido de carbono – ocasionado esencialmente por la agricultura u la producción de combustibles fósiles. Mientras tanto, la referencia a soluciones basadas en la naturaleza como elemento central para la mitigación fue rebajada a una nota sobre la importancia para proteger, conservar y restaurar la naturaleza y los ecosistemas.
Por otra parte, los países desarrollados se comprometieron a otorgar más fondos a países pobres para adaptarse al cambio climático, reconociendo que no han hecho suficiente al respecto. Simultáneamente, los países en vías de desarrollo mostraron decepción ante la falta de esquemas de compensación por pérdidas y daños. Aun con esto, se reconoció el papel que desempeñan las comunidades indígenas, los jóvenes y los niños para combatir la crisis climática. Finalmente, reglas sobre transparencia en torno al reporte de emisiones fueron incluidas, aunque habrá que observar la implementación de medios de verificación y monitoreo.
Estos resultados invitan a preocuparse por el camino planteado en Glasgow. La urgencia e intensidad con las cuales debe actuarse infieren compromisos mayores y una participación común hacia objetivos específicos. Sin embargo, los intereses nacionales y de grandes corporaciones siguen marcando la pauta de los trabajos colectivos. Teniendo esto en mente, la COP26 acabó siendo una conferencia habitual de diálogo político y diplomático cuyo impacto parece no permeará en la cotidianeidad. Ahora a esperar a la siguiente COP en Egipto y repetir la historia discursiva sobre el combate al cambio climático.
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