Durante la presentación de Travis Scott en el festival Astroworld en Estado Unidos, una estampida de personas provocó la muerte de algunos asistentes. Aquellos que lograron salvarse de la tragedia han contado su versión de los hechos.
Por Matt Sedensky
Estados Unidos, 12 de noviembre (AP).- La anticipación se había acumulado por horas, pero nunca como el momento cuando una cuenta regresiva en rojo desapareció y vibraron las primeras notas de los sintetizadores. La imagen de un águila en una bola de fuego se elevó por encima del escenario. Un túnel neón apareció y ocho columnas de flamas se elevaron al cielo. Saliendo de entre la oscuridad y hacia dentro de la luz, emergió el rapero Travis Scott. Ése era el instante que decenas de miles reunidos ahí habían esperado.
En la emoción del momento, clamando por su ídolo, muchos empujaron hacia el frente, presionando a la gente contra la gente, más y más y más cerca, hasta que parecía que no había un centímetro libre. Entonces, para luchar contra la compresión, o buscando escapar, la gente empezó a empujar del frente hacia atrás, y nuevos golpes vinieron con ello.
Lo que ocurrió después el viernes pasado en Houston está nublado con preguntas sin responder y experiencias bastante diferentes basadas en el lugar donde estaba parado alguien, cuáles olas de movimiento llegaron a ellos y cómo manejaron el aplastamiento. Pero tras los 70 minutos que el artista principal estuvo en el escenario, el show terminó con nueve personas muertas, hasta el momento, y algo es seguro: Casi todos sintieron esas olas de humanidad, surgidas por la emoción pero llenas de riesgo a medida que se expandían.
“Te convertías en un organismo”, dijo Steven Gutiérrez, de 26 años, de Ellenville, Nueva York, quien mide 1,87 y pesa 177 kilos y sin embargo se vio sobrepasado por el poder de los empujones que lo enviaban de un lado a otro. “Todos éramos uno, moviéndonos con la multitud. La multitud es como agua, como un océano”.
El entusiasmo de unos 50 mil espectadores en el festival Astroworld, que tenía entradas agotadas, era evidente desde el momento en el que se abrieron las puertas siete horas antes, cuando algunos de los primeros en llegar corrieron por las entradas con tal fuerza que los detectores de metales fueron derribados mientras los guardias de seguridad y la policía montada tenían problemas para mantener el orden. Aunque el festival tuvo numerosos actos, Scott, un músico originario de Houston, que fundó el festival en 2018 tras el lanzamiento de su popular álbum “Astroworld”, era sin duda el artista que todos querían ver. Algunos fans hicieron una fila para el escenario construido exclusivamente para Scott, apartando lugares por horas bajo los picos de escenografía de “Utopia Mountain”.
A medida que la tarde se convirtió en noche y el reloj de la cuenta regresiva apareció cerca de las 20:30 horas, la multitud se volvió más y más densa, de acuerdo con personas que asistieron, y las primeras olas de movimiento comenzaron a sentirse.
A cinco minutos de empezar y con la llegada de personas de último minuto se compactó más.
En los últimos 30 segundos en el reloj los picos de la montaña en el escenario se volvieron un volcán y cuando llegó el momento la multitud comenzó a gritar: “¡Diez, nueve, ocho, siete!...”
Scott apareció y los empujones se volvieron más fuertes y entonces comenzaron también las olas de miedo.
Eligio Garcia, de 18 años, originario de Corpus Christi, Texas, dijo que habían pasado unos 40 segundos del concierto cuando miró a su novia con preocupación. Sentían un calor que envolvía sus cuerpos y se volvió difícil respirar.
A lo lejos se oían ecos de gritos: “¡Por favor ayúdame!”. Detrás de él la gente se estaba cayendo, parecía un remolino humano. Sentían los empujones y su novia se desprendió de su brazo izquierdo.
En un instante los dos quedaron atorados en el piso en una pila de cuerpos.
Lograron levantarse y García dijo que le pidieron ayuda a gritos al personal de producción que vieron cerca, pero no tuvieron respuesta. Cualquier camino hacia afuera parecía imposible, pero eventualmente lograron llegar a un lugar seguro.
“Tenemos que salir de aquí”, le dijo a su novia. “No podemos volver a caer en ese círculo de slam”.
Los fans de Scott tienen el apodo de ragers (enfurecidos) y se espera que estén en constante movimiento en un concierto. El rapero, que soñó con ser luchador cuando era niño, dijo que quería que sus conciertos parecieran combates de la liga de lucha libre WWF. Suele incitar al caos desde el escenario y agita la energía frenética. Incluso tiene una cadena de oro que parece una señal callejera: Un círculo rojo con incrustaciones de joyas con una persona de pie cruzada por una línea diagonal roja que parece decir: Nada de observadores pasivos en los conciertos. Sólo ragers.
Y el show continuó, con Scott haciendo headbanging (baile con movimientos duros de la cabeza) y gritando en una rápida sucesión de sus éxitos.
Algunos asistentes experimentados en conciertos tomaron silbatos que llevaban en sus cuellos o gritaban “¡ábranse!” para hacer huecos para el slam (conocidos en inglés también como mosh pits), círculos que eran pequeños vacíos en la multitud. Como suele ocurrir en los conciertos, las personas haciendo slam se empujaban agresivamente unas a otras. En el perímetro de los círculos los participantes rotaban y la gente entre la multitud terminaba por pelear.
La gente que hace slam quiere que sus círculos sean tan grandes como sea posible. Sus empujones hacia afuera se combinaron con la rotación de los participantes. Esto no era nada nuevo para muchos en el concierto. Pero combinado con los empujones hacia el escenario otros sintieron que la multitud se comprimió como nunca antes.
Billy Nasser, de 24 años, originario de Indianápolis, se dio cuenta cuando habían pasado pocas canciones. Sus brazos estaban alzados y no tenía espacio para bajarlos. La gente se estaba cayendo. Algunos pisoteaban el cuerpo inanimado de un hombre inconsciente con los ojos en blanco.
“Lo tuve que dejar ... estaba a su suerte”, dijo Nasser. “Y ahí me di cuenta qué mal estaba porque literalmente lo tuve que dejar caer y nadie más me ayudó”.
En algunos lugares comenzaron a surgir banderas rojas, pero el concierto no paró. Los láseres que salían del túnel del escenario hacían que pareciera como un prisma que capturaba un sol brillante.
Unos 503 policías de Houston estaban en el lugar y en sus radios se escuchó una advertencia: No se separen de sus grupos, no menos de 10 policías juntos. Hay peligro.
“Estamos teniendo problemas estructurales que pueden ser catastróficos”, advirtió una voz.
A los 22 minutos de empezado el concierto Scott parecía ver algo en el público.
“Asegúrense de que está bien”, dijo. “Caminen con él, llévenselo”.
Al mismo tiempo, en el radio de la policía, una voz aconsejó: “La gente se está saliendo de la multitud quejándose de dificultades para respirar, heridas de tipo aplastamiento. Parece que la multitud se está comprimiendo”.
La masa de gente continuó agolpándose en algunos puntos, pero todavía había algunas rutas de escape.
Kevin Pérez, de 19 años, originario de Davenport, Florida, vio cómo se colapsó un círculo de slam detrás de él y se dio cuenta que ya no controlaba su movimiento. Sus antebrazos quedaron pegados a su pecho, sus manos cerradas en puños cerca de su cuello. Miraba hacia el cielo para poder respirar un poco.
“Pasé de estar emocionado a estar asustado”, dijo. “La gente estaba tratando de salir”.
Pérez comenzó a seguir una fila de gente que estaba abriéndose paso entre el público. Otros escalaron las barricadas.
Ante las cosas que vivieron en la noche, algunos detalles adquirieron nuevos significados. La primera canción era “Escape Plan”, camisetas que decían “te veo del otro lado”, un hombre con un cartel que decía “Vamos a sobrevivir”.
La situación parecía empeorar. Las olas se volvían más fuertes, y las oportunidades para salir cada vez menores.
“Llegó a un punto”, dijo Jason Rodríguez, de 21, de Texas City, Texas, “En el que nadie se podía mover”.
A 28 minutos de empezado el set de Scott, un carrito de golf con luces rojas y azules apenas logró abrirse paso en el mar.
“Hay una ambulancia en el público”, dijo el rapero. “Guau”.
Scott pausó cerca de un minuto y le pidió al público que levantara sus brazos hacia el cielo. “Todos ustedes saben a lo que vinieron”, dijo., era una señal para que dos hombres que fueron elegidos entre el público se lanzaran desde el escenario a la multitud.
Scott terminó “Upper Echelon” al llegar a los 30 minutos en el escenario. El jefe de la policía de Houston Troy Finner dijo después que este fue el momento en el que su departamento notó que había gente en el público “cayendo”.
En la carpa médica, donde la capacidad era para solo 10 personas, de acuerdo con los archivos de los permisos, la preocupación iba en aumento. En el radio de la policía se dijo: “Hay mucha gente atrapada y se están quedando inconscientes”.
En el perímetro de la zona del concierto, la gente estaba siendo empujada hacia barricadas de metal, algunas comenzaron a doblarse.
En la siguiente canción una mujer joven fue grabada en video escalando a una plataforma con un camarógrafo.
“¡Hay alguien muriendo!”, gritó. “¡Hay alguien muerto!”.
Un joven se subió con ella en la plataforma de la cámara gritando: "¡Detengan el concierto, detengan el concierto!”.
Pero el show siguió.
No está claro qué podía ver el rapero. Tenía una perspectiva ventajosa desde una plataforma elevada en el centro del escenario y dijo en algún momento que podía ver “todo hasta atrás”. Pero viendo hacia los espectadores, miles de teléfonos celulares brillantes lucen como un mar de estrellas. Sus abogados dijeron en una carta que no supo de las muertes o de los lesionados sino hasta después del concierto.
Mientras Scott cantaba desde la plataforma, los guardias de seguridad atendían a la gente en la multitud: “No tiene pulso” y “Hay cuatro personas aquí sin pulso”. La policía dijo que la empresa promotora del festival, Live Nation, acordó frenar el festival en este momento. Pero inexplicablemente el show continuó.
Cuarenta minutos habían pasado desde que Scott subió al escenario y nuevamente paró por un momento.
“Necesitamos ayuda. Alguien quedó inconsciente aquí enfrente”, dijo.
Scott siguió trabajando poco después, cantando letras que hablan de estar “parado en el océano”. Ante el artista el verdadero mar de humanidad estaba lleno de problemas. El pánico se expandió.
“¡Tenemos que salir, tenemos que salir!”, gritaba Ariel Little, con su pecho aplastado por la multitud.
“¡Nos vamos a quedar atrapados!”, se dijo Michael Suarez, luchando para no caer.
“¡Voy a morir aquí!”, pensó Stacey Sarmiento mientras trataba de escapar.
Una mujer tuvo que morder a un hombre para abrirse paso. Un hombre dijo que la gente se volvió como animales a medida que la situación empeoraba.
Para algunos ya no podía ser peor, pero llegaba otra ola. A 52 minutos de comenzado el concierto de Scott, el famoso rapero Drake apareció en el escenario, una sorpresa que hizo que la multitud nuevamente se empujara.
Gutiérrez, un ex socorrista musculoso, había regresado al público después de retirarse brevemente y guiar a dos personas hacia un lugar seguro. Ahora estaba de vuelta entre ellos, sobrepasado por la alegría de ver a Drake.
“Uno sentía las prisas hacia el escenario, hubo un gran empujón”, dijo. “El efecto Drake”.
Scott y Drake compartieron el escenario 14 minutos hasta que Scott quedó solo de nuevo para la última canción mientras la montaña detrás de él se encendía con colores y salían fuegos artificiales.
“¡Regresen a casa seguros!”, gritó antes de salir corriendo del escenario.
El océano de gente descendió, dejando el piso lleno de zapatos, ropa y basura. Un hospital se llenó de heridos y entre la gente comenzó a difundirse la noticia de la tragedia.