Gustavo Sosa Núñez
07/11/2021 - 12:02 am
El contexto de la COP26
En algunos radica la esperanza de que esta serie de reuniones sea parteaguas en beneficio de la humanidad, otros exigen soluciones inmediatas y apelan a la justicia ambiental
Al momento de leer estas líneas se lleva a cabo, en Glasgow, la Conferencia de las Partes número 26 (COP 26, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas para combatir el cambio climático. Varían las expectativas sobre el reforzamiento o relanzamiento de los compromisos que permitan mantener la temperatura del planeta en límites pactados desde 2015, a través del Acuerdo de París. En algunos radica la esperanza de que esta serie de reuniones sea parteaguas en beneficio de la humanidad, otros exigen soluciones inmediatas y apelan a la justicia ambiental e intergeneracional, al observar que el tiempo apremia y que lo hecho hasta el momento no refleja el discurso de compromiso que se frecuenta en este tipo de eventos.
En conjunto, las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) no alcanzan para que el planeta se caliente solo hasta 1.5°C más. Esto es de conocimiento público, al punto de que, en su reunión previa a la COP26, el G20 reiteró su compromiso para limitar el aumento de emisiones, pero también recordó que es necesario lograr acuerdos. Esto se entiende al considerar las afectaciones al crecimiento económico que aun no se desacopla de la degradación ambiental, por más que haya esfuerzos de unos cuantos actores en transitar en esa dirección.
A título individual, distintos gobiernos también han expresado su preocupación y decisión para actuar al respecto. En este contexto, la administración de Joe Biden ha anunciado que realizará lo que ha definido como el mayor esfuerzo en la historia de Estados Unidos para combatir el cambio climático; al destinar recursos monetarios importantes a la energía limpia, vehículos eléctricos, y la gestión de infraestructura ante inundaciones, por citar ejemplos. No obstante, no contempla reducción alguna sobre el uso de combustibles fósiles, al ceder espacio a poderes intereses en el sector. Aun con esto, Estados Unidos busca posicionarse como líder para recuperar credibilidad en el tema. Habrá que ver el impacto que la delegación de ese país tiene en las negociaciones de esta COP26.
Otro ejemplo es Boris Johnson. Al ser anfitrión de la cumbre mundial, el primer ministro británico ha advertido de eventos geopolíticos difíciles por venir, incluyendo migración masiva y competencia mundial por agua y alimentos. Señaló que la civilización tal como se conoce está en riesgo y que la humanidad enfrenta un serio problema. Simultáneamente, reconoció que el éxito de las negociaciones en Glasgow está en la balanza, pues muchos países aún están haciendo muy poco. Estos comentarios fueron hechos aun cuando Johnson ha sido criticado por falta de acción en la materia.
Y así se pueden narrar otros ejemplos de discursos alarmantes o alentadores con acciones insuficientes, mismos que pueden ser evocados en estos días. Mientras tanto, la inauguración de la COP26 sirvió de marco para subrayar la necesidad de una mayor ambición para reducir emisiones, ambición que es crítica ante la emergencia climática en puerta. Para ello, Naciones Unidas busca enfatizar en la importancia de desarrollar lineamientos para la implementación del Acuerdo de París, así como en la entrega de recursos a países en vías de desarrollo para que transiten a tecnologías y empleos verdes.
¿Será este un relanzamiento real del combate al cambio climático o será una COP habitual de dialogo político y diplomático cuyo impacto se diluirá en la cotidianeidad? Habrá que esperar los resultados que se den en Glasgow para dilucidar una respuesta al respecto.
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