A siete años de que 43 estudiantes fueran víctimas de desaparición forzada, la Normal de Ayotzinapa se mueve y tiene vida. En un rincón de Tixtla, Guerrero, la escuela alberga a estudiantes y familias que caminan entre paredes con murales revolucionarios, pero también entre ausencias.
Tixtla, Guerrero, 25 de septiembre (SinEmbargo).- Apenas se cruza el arco en el que se lee “Normal Rural Raúl Isidro Burgos”, el símbolo de los 43 estudiantes se hace presente. Se debe recorrer todavía unos metros para llegar a la entrada de la escuela y ese camino sin dudas evoca a la noche del 26 de septiembre de 2014: por aquí salieron ese día y no han vuelto desde entonces.
Es una tarde de septiembre y llueve en el Guerrero húmedo. Hay actividad en la Normal porque no debe pasar desapercibido el 26. Es la dolorosa fecha, sí, pero los estudiantes preparan todo para hacer notar que aún esperan a sus compañeros desaparecidos. Además porque esta fecha enmarca a su vez otras tragedias, por ejemplo, la de 2011 cuando policías estatales y federales asesinaron a dos estudiantes de Ayotzinapa, o la "Guerra Sucia", ese proyecto de Estado que se creó para perseguir y masacrar a los campesinos de Guerrero que se armaron en guerrilla liderados por Lucio Cabañas Barrientos, quien fue estudiante de ese plantel. Esa guerra se extendió a familias y generaciones completas.
Aquí, en la Normal, está la placa de la generación del maestro Lucio, la de 1957-1963. Tiene un lema: “Ayotzinapa: corazón de nuestro pueblo cuyos latidos son reclamos perennes de justicia”.
Todas las normales rurales de México fueron creadas con el fin de acercar la educación a los pueblos. La Raúl Isidro Burgos se fundó en 1926 y desde entonces alberga a jóvenes provenientes de la montaña y la Costa Chica de Guerrero. El sistema de normales rurales, además de formarlos como maestros de primaria, les da también la oportunidad de vivir ahí para que los largos traslados no sean un obstáculo, entonces hay aulas, dormitorios, tendederos, un auditorio, la biblioteca y tierra para la siembra.
Pero no sólo alberga a estudiantes, también es espacio para las familias de los 43; a la escuela llegan las madres a bordar en mantas los rostros de sus hijos, a los que siguen esperando. Llegan con una lona enrollada bajo el brazo, la cual los ha acompañado durante siete años.
El Comité de Relaciones Exteriores de la Normal permitió al equipo de SinEmbargo realizar un recorrido por parte de las instalaciones. Las imágenes muestran los murales con rostros del Che, Lenin, Marx, un “Viva la educación socialista” y la consigna que proviene de la década de los 50: “ser pueblo, hacer pueblo, estar con el pueblo”.
Pero además, en las ventanas está estampada la pregunta sin respuesta a siete años: ¿dónde están?