La historia ficticia de Teresa y Montoya que aparecen en Una película de policías de Ruizpalacios se estrena en noviembre a través de Netflix.
Por Alicia García de Francisco
España, 19 de septiembre (EFE).- Es tan documental como ficción y desde su original estructura narrativa, Una película de policías busca hacer reflexionar a los espectadores del Festival de San Sebastián sobre la policía y la corrupción pero también sobre la humanidad que hay detrás de cada uniforme.
El mexicano Alonso Ruizpalacios se llevó un premio en la Berlinale por la contribución artística de una película que destila verdad en cada fotograma, aunque deje instalada la duda de qué es real y qué ficción en la historia, que compite en la sección Horizontes Latinos de San Sebastián.
"Empezó siendo un documental clásico porque tras el sexenio desastroso con Enrique Peña Nieto a Ruizpalacios no le apetecía hacer una película que fuera puro entretenimiento", explica a Efe el realizador de películas como su premiada ópera prima, Güeros (2014), que fue la vencedora del Horizontes Latinos de San Sebastián aquel año.
Con su idea en la cabeza, se unió a las productoras Daniela Alatorre y Elena Fortes, especializadas en documentales, y empezaron a dar forma a la idea de contar una historia sobre la crisis de la impunidad en el estado mexicano de Morelos, punto de partida que terminó en Una película de policías.
El filme cuenta la historia de una pareja de policías, Teresa y Montoya que entran en el cuerpo por tradición familiar y que en medio del dominio asfixiante del sistema, solo encuentran refugio en su relación amorosa.
Pero en realidad Teresa y Montoya son Mónica del Carmen y Raúl Briones, que han formado parte de un proyecto peculiar de Ruizpalacios porque entraron en la academia de policía y cuentan su experiencia en la película, en la que van cambiando de nombre y personalidad según evoluciona la historia.
"El juego con los límites del documental y la ficción se convirtió en una de las fortalezas de la película", reconoce Ruizpalacios.
Una forma de trabajar que Briones conoce bien porque es compañero de Ruizpalacios en una compañía teatral, "Todas las fiestas de mañana", y conoce bien sus locuras.
"Cuando trabajo con él ya sé que me voy a enfrentar a un reto importante", señala el actor, que aunque en un primer momento tuvo miedo por la entrada en la academia de policía, el trabajo fue "un reto y un regalo a nivel actor".
Para Del Carmen, lo más interesante del proyecto es que les enfrentó a ellos y lo hará con los espectadores, a descubrir que detrás de una institución tan controvertida como es la Policía en México y en muchos otros países, hay una humanidad muy profunda, que es la de los agentes.
Participar en esta película les ha cambiado a los dos y de forma radical su relación con los policías, a los que diferencian claramente de la institución a la que pertenecen.
Y creen que la película puede y debe generar un fuerte debate sobre la estructura social de México y de muchos otros países.
"Siempre pensamos en los policías corruptos pero Teresa, mi personaje, es otra cosa. Muestra la complejidad de un oficio, su humanidad frente al sistema", que es el corrupto.
Una película como esta, opinó la actriz, "merece una plática profunda cuando sales de verla", a lo que su compañero apuntó que está convencido de que la gente que la vea "va a poner en tela de juicio cuál es su visión respecto a los policías".
La historia ficticia de Teresa y Montoya y la real de los agentes que aparecen en Una película de policías, en la que es difícil discernir quiénes son personajes y quiénes no. Pero eso es parte del juego que plantea Ruizpalacios y en el que los espectadores podrán entrar en noviembre, cuando el filme se estrene en Netflix.