Tatiana Huezo da foco a las mujeres en Noche de Fuego, en cómo la condición de su mismo sexo las deja aun más expuestas ante esta violencia de narco que se vuelve parte de su día a día. Sin embargo, esas figuras del crimen organizado tan retratadas hasta el cansancio en el cine y la televisión no forman parte del filme, están implícitas sólo en el miedo de un pueblo que trata por sobrevivir.
Ciudad de México, 16 de septiembre (SinEmbargo).– Este jueves llega a salas de cine Noche de Fuego, filme de la documentalista Tatiana Huezo sobre las secuelas que recaen en las mujeres de la violencia que deja el narcotráfico en México.
La película, basada en la novela Prayers for the Stolen (titulada Ladydi en español) de Jennifer Clement, sigue a tres niñas que crecen rodeadas de esta violencia inclemente que parece introducirse en muchos de los aspectos de su vida a lo largo de años.
«Ese fue el reto más grande para mí, contar la historia desde los ojos de una pequeña que está creciendo, que se cuestiona el mundo, que surgen sus dudas, sus miedos y que lo cuestionan todo. Una realidad tan difícil que parmea su vida. Ver esta movilidad del mundo adulto y este silencio. Eso fue el motor para mí de la película, por eso me sedujo tanto la novela», cuenta Tatiana Huezo en entrevista exclusiva para SinEmbargo.
La directora decidió contar la historia desde el «poderoso» punto de vista de la infancia, una marcada por esta violencia y tan desprotegida.
«Me parecía muy interesante que no se ha hablado de la violencia en México desde ahí, desde las infancias mexicanas que están tan expuestas y tan vulneradas en los pueblos en donde hay violencia. Los niños que están creciendo, escuchando balazos, escuchando que hay secuestros, que hay muertos; y en estos contextos, las niñas además están todavía más expuestas a la brutalidad».
Huezo da foco a las mujeres en su cinta, en cómo la condición de su mismo sexo las deja aun más expuestas ante esta realidad lastimada por el de narco que es parte de su día a día desde que nacen. Sin embargo, esas figuras del crimen organizado tan retratadas hasta el cansancio en el cine y la televisión no forman parte del filme, están implícitas sólo en el miedo de un pueblo que trata por sobrevivir.
Lejos están las sangrientas escenas que forman parte del audiovisual mexicano que al final sólo se vuelven complices de un «espectáculo» que difunde a la misma y muchas veces con mensajes equivocados o como si fuera una «decoración» de fondo.
«Me propuse huir del espectáculo. Siento que el espectáculo de la violencia en México, que es eso ‘espectáculo’, nos ha enfermado más de lo que ya estamos. El espectáculo de la violencia ha vulgarizado nuestra realidad, eso pienso que ha pasado. Pienso que nos ha vuelto indiferentes, nos ha vuelto insensibles, nos ha empañado los ojos, nos ha hecho mirar muy de lejos lo que está pasando y nos hemos acostumbrado a ello, y yo creo que esa es la gran tragedia que tiene este país, que ya nos acostumbramos, que ya no nos afecta, que ahí está el monstruo, pero que le damos la vuelta y no importa. Eso es muy grave».
Si en algo estaba Tatiana más que convencida era en no hacer una representación explícita de la violencia en el filme. En vez de eso, la documentalista buscó las formas en que los personajes pudieran transmitir su realidad a través de lo que sentían y lo que pensaban.
«Mi apuesta fue por caminar en los pies de estos personajes, muy de cerca, quererlos, meternos en la piel de estas niñas y caminar desde ahí y sentir entonces la presencia de este monstruo. Siento que la evocación, la no representación no explicita es mucho más poderosa para provocar una emoción en el espectador porque te implica, porque te toca a ti espectador, imaginar tus propios monstruos y tus propios miedos».
UNA FICICÓN BASADA EN LO REAL
Tatiana, que viene de la realización de los largometrajes documentales El lugar más pequeño (2011) y Tempestad (2016), que retratan las consecuencias que deja la violencia, regresa al tema ahora desde su primera ficción.
No obstante, la directora no hace de lado su formación en el género documental y Noche de fuego tiene tintes de ello. La película es el resultado también de una investigación sobre el cultivo y producción de amapola que se ha enraizado en los pueblos más pobres del país.
«Siento que mi forma de mirar el mundo como documentalista perneó los procesos de toda la película. En muchos de los procesos de la ficción se coló mi propia forma intuitiva de encarar las cosas desde ser documentalista porque no sé hacerlo desde otro lugar, de ahí vengo. Aunque por supuesto tuve que adaptarme y de entrarle a otros mecanismos nuevos de la ficción. […] Tuve que adaptarme a este aparato enorme de la ficción, pero siento que este aparato se tuvo que adaptar un poco a mí».
La ficción fue rodada en la Sierra Gorda de Querétaro para evitar el peligro que hubiera representado filmarla en Guerrero, uno de los principales estados de siembra de amapola. Sin embargo, el filme no se sitúa en una entidad en específico, podría ser cualquier rincón de México.
«Ésta es la realidad de muchísimos pueblos en México en donde el crimen organizado ha llegado, y ha obligado a los campesinos a trabajar con ellos, cediéndoles sus tierras, trabajándolas, sembrando la amapola, y el que no se ‘cuadra’ pues es desplazado, amenazado, le quitan la tierra, le matan a los hijos o los desaparecen».
La directora que muestra en su filme a un pueblo sometido y obligado a cultivar esta flor deseaba además mostrar la realidad de estos miles de campesinos que se convierten en víctimas del narco.
«Son trabajadores que se buscan la vida como cualquier campesino en México, yo creo que no son parte del sistema de la droga en México, creo que son víctimas más bien de ese sistema, son sobrevivientes y en los lugares donde habitan hay una enorme desigualdad, como en el mundo del campo en general en Mexico, en donde no hay oportunidades de trabajo, ni de educación, de salud, ni de tantas cosas tan básicas para supervivencia del ser humano, de repente esta es la única posibilidad que existe».
Noche de fuego ya está disponible en salas de toda la República mexicana tanto como en el circuito comercial como en el independiente. Se sabe que la cinta también llegará más adelante a Netflix, aunque la plataforma no ha ofrecido una fecha estimada.
Por ahora seguirá su camino en festivales como el de Guanajuato en México, San Sebastián en España y el de Nueva York.