Las niñas conmovieron al mundo cuando salieron de Afganistán a competir con sus robots. Pero aquello era un sueño. Hoy es otra realidad. Unas son refugiadas y otras esperan en casa un futuro incierto con los talibanes. Y no sólo son ellas: las noticias tristes se acumulan. Un miembro del equipo nacional de futbol juvenil de Afganistán estaba entre las personas que se colgaron al avión militar estadounidense que evacuaba a personas de Kabul. Su nombre era Zaki Anwari. Tenía 17 años...
–Con información y fotos de Associated Press
Washington/Kabul (SinEmbargo).– Las camisetas de su equipo no decían “Afganistán” y sus tarjetas de identificación estaban escritas a mano, no mecanografiadas, lo que sugería que habían entrado de último minuto a Estados Unidos. Pero las chicas afganas que compitieron en un concurso internacional de robótica en Washington estaban claramente emocionadas de representar a su nación, contaba entonces Associated Press.
Era julio de 2017. Las niñas podían estudiar. Ahora nadie sabe qué sucederá con millones de mujeres como ellas en Afganistán. Los talibanes han dicho que les darán “libertades”, pero aplicarán la sharía, la Ley coránica, que tiene mil maneras de ser interpretada.
La última vez que los radicales islámicos decidieron su destino, antes de ser derrocados, las obligaron a la oscuridad: a trabajar sólo en casa, a salir sólo acompañadas por un hombre. A cubrirse los ojos, el rostro. A veces, incluso, a cubrirse las manos. Y cuidado con estudiar porque eso les costaba la vida: el movimiento islamista de línea dura prohibió a las niñas asistir a la escuela la última vez que gobernó Afganistán, de 1996 a 2001.
Algunos miembros del equipo de niñas afganas que captó la atención internacional en 2017 llegó ayer a Qatar, uniéndose a un número creciente de personas que huyen de Afganistán, dice The New York Times. Los miembros del equipo partieron de Kabul en un vuelo comercial desde el martes. Permanecerán en Qatar para continuar su educación. Pero no son todas. Otras niñas decidieron quedarse con sus familias en el país. Roya Mahboob, una emprendedora tecnológica expatriada afgana y fundadora del equipo, reconoció que enfrentan un futuro preocupante.
“Los talibanes han prometido permitir que las niñas reciban educación en la medida que lo permita la Ley islámica”, afirmó Mahboob a The New York Times. “Tendremos que esperar y ver qué significa eso. Obviamente, esperamos que las mujeres y las niñas puedan perseguir los sueños y las oportunidades bajo los talibanes porque eso es lo mejor para Afganistán y, de hecho, para el mundo”.
Los miembros del equipo abandonaron su ciudad natal, Herat, en el oeste de Afganistán, cuando los talibanes tomaron todo el país la semana pasada. Estaban programados para volar desde Kabul el lunes, pero en medio del caos en el aeropuerto, incluidos los afganos que abarrotaban la pista e incluso se subían al fuselaje de los aviones que partían, su vuelo y otros fueron cancelados.
En aquel 2017, el equipo formado por seis adolescentes fue rechazado dos veces en su intento de obtener visas estadounidenses antes de que el entonces Presidente Donald Trump interviniera en el último minuto. Llegaron a Washington desde su natal de Herat, un sábado temprano. Su robot clasificador de pelotas compitió en su primera ronda un lunes por la mañana.
“Encontramos una gran oportunidad para mostrar el talento y la capacidad de los afganos; demostrar que las mujeres afganas también pueden hacer robots”, dijo Rodaba Noori, una del equipo. Las niñas tenían entre 14 y 16 años. Y algunas sí fueron rechazadas por temor a que no regresaran a Afganistán. “Estoy tan feliz de que puedan jugar”, manifestó Alireza Mehraban, ingeniera de software, una vez en Estados Unidos. Añadió: “Están muy felices de estar aquí”.
Si bien los equipos tenían hasta cuatro meses para construir sus robots, el equipo afgano construyó los suyos en dos semanas antes de que tuvieran que ser enviados para llegar a tiempo a la competencia, dijo Mehraban. Recordó que las niñas tenían un día para probar el robot en Afganistán antes de que fuera necesario enviarlo por correo.
Aquello parece un sueño. El equipo se ganó los corazones del mundo en 2017. Viajaban entre Afganistán, América del Norte y Europa. Acumulando trofeos y seguidores en las redes sociales.
En 2019, cuando los talibanes y Estados Unidos estaban trabajando para negociar un acuerdo de paz, uno de los miembros del equipo, Kawsar Roshan, dijo que un futuro en el que los talibanes le negaran una educación “sería inaceptable para mí”.
Empezaban las negociaciones de paz entre los talibanes, dentro y fuera de Afganistán. Ellas temían que los avances en los derechos de las mujeres y la educación de las niñas pudieran desaparecer. A principios de marzo de 2019, Mahboob envió una carta a Melania Trump, quien estaba entusiasmada con el equipo, suplicando que la juventud de Afganistán no fuera olvidada en las conversaciones.
Las visas de un año de las niñas expiraron en el otoño de 2017. Kawsar y Fatemah Qaderyan volvieron a sus escuelas afganas. La capitana es fan de “Harry Potter”, había estudiado inglés en un programa extracurricular; otra soñaba con una universidad en Canadá, donde el equipo entrenó un invierno. El currículum de las niñas es demasiado abultado; sus sueños, demasiado carnales: son casi una condena de muerte ahora que volvieron los talibanes.
En 2019 estaban ansiosas de que las conversaciones de paz volvieran a su país. Pero sabían que el regreso de los talibanes sofocaría sus sueños.
Recientemente, un periodista The New York Times, a través de WhatsApp, le preguntó a Kawsar si no soñaba con seguir con sus estudios. “Sería increíble para mí”, respondió. Y añadió un emoji de cara triste.
Las noticias tristes se acumulan. Un miembro del equipo nacional de futbol juvenil de Afganistán estaba entre las personas que murieron cuando intentaban desesperadamente aferrarse a un avión militar estadounidense que evacuaba a personas de Kabul esta semana. Su nombre era Zaki Anwari. Tenía 17 años.
El lunes, una multitud de afganos subió a la pista del aeropuerto internacional en la frenética lucha por escapar de un país recientemente invadido por los talibanes. En una escena que conmocionó al mundo, y en un solo momento desgarrador encapsuló el caos de la salida de Estados Unidos de Afganistán, algunos de ellos persiguieron aviones que transportaban estadounidenses e intentaron subirse a sus costados, alas y ruedas.
El joven futbolista estaba entre ellos. “Anwari era uno de los cientos de jóvenes que querían salir del país y, en un incidente, se cayó de un avión militar estadounidense y murió”, dijo la federación afgana en un comunicado en Facebook.
La comunidad deportiva de Afganistán estaba afligida. Le deseó a Zaki un lugar en el cielo. Le ofreció una oración para que Dios le conceda a su familia, amigos y compañeros paz y paciencia, mientras lloran.