Mundano

Insectos contra el hambre

Daña menos el ambiente, tiene más proteínas: el alimento del futuro está aquí

14/08/2021 - 10:30 pm

Las tierras y aguas para el cultivo son limitadas. Además, el cambio climático, las prácticas ambientales perjudiciales y las enfermedades emergentes amenazan las cadenas de suministro. Una forma de lidiar con esta crisis es recurriendo a los insectos: más de dos mil millones de personas en 130 países ya consumen insectos.

Por Esther Ndumi Ngumbi, Bryan Lessard y Rocio Ponce-Reyes

Ciudad de México, 14 de agosto (The Conversation).- Los insectos podrían ser una pieza clave en la lucha contra la inseguridad alimentaria y conseguir al fin eliminar el hambre en el mundo. Comer insectos puede contribuir en la lucha contra el hambre porque son una fantástica fuente de nutrientes —como las proteínas— y sirven como alimento cuando la producción de alimentos básicos —como el maíz— falla en África debido al clima cambiante, las sequías o el daño producido por las plagas.

Comer insectos es una antigua práctica que aún perdura. Cerca de dos mil millones de personas, más de una cuarta parte de la población mundial, comen insectos. La mayoría vive en África, Asia y Latinoamérica.

Debemos sacarles provecho ya que son una excelente manera de combatir el hambre y la desnutrición por varias razones: son abundantes y saludables, producirlos conlleva una menor huella de carbono y pueden ofrecer una gran variedad de oportunidades empresariales.

Entre las razones generales para comer insectos se encuentra que son abundantes, un ejemplo es que en África cohabitan más de 1900 especies de insectos comestibles, en su mayoría escarabajos, orugas, saltamontes, avispas y hormigas. Además, se reproducen rápidamente y tienen altas tasas de crecimiento, por lo que pueden alcanzar la madurez en menos de un mes. Así, la mayoría de los insectos tarda unas tres semanas, o incluso menos, en completar su ciclo vital. Además, criar insectos no requiere mucha tierra y agua, como pasa en la agricultura tradicional.

La cría de insectos ya es una realidad en ciertas partes de África. En Kenia, por ejemplo, los grillos se crían en cubos y cajones donde las hembras adultas ponen los huevos fertilizados bajo un algodón húmedo. Después de un mes, nacen las ninfas, que se alimentan de vegetales, harina de soja y agua. Tras tres meses, los grillos alcanzan finalmente la madurez.

Los insectos utilizan mucha menos agua que el ganado tradicional. Foto: José I. Hernández, Cuartoscuro

PRUEBAS

Comer insectos es una práctica muy extendida en África. En Costa de Marfil, una encuesta reciente afirmó que más del 59 por ciento de los encuestados comía insectos. Del mismo modo, en Zimbabue, otro sondeo confirmó que la mayoría de las personas había comido insectos. Este consumo se da en las zonas rurales, más que en las ciudades.

En Sudáfrica, comer insectos es habitual. Encabezando la lista de los más populares se encuentra la oruga mopane, un manjar que también se come en otros países africanos, como Zimbabue y Namibia.

En Kenia, los agricultores y los empresarios están recurriendo cada vez más al consumo de insectos para luchar contra el hambre. Por ejemplo, las familias de los pequeños agricultores comen termitas para complementar sus comidas en épocas de cosechas fallidas. Asimismo, crían insectos para venderlos en los mercados locales. Un reciente estudio en Kenia, mostró que más del 80 por ciento de los encuestados afirmaron que comían insectos, siendo las termitas y las moscas de los lagos las primeras de la lista. También consumen otros insectos como saltamontes, langostas, hormigas y grillos.

Los insectos, como los jumiles, solución para la alimentación mundial. Foto: EFE

AÚN QUEDA MUCHO POR HACER

Utilizar los insectos para luchar contra el hambre, la inseguridad alimentaria y la desnutrición también acarrea una serie de desafíos. Es decir, manipular insectos requiere una atención y un trato especiales. Esto incluye regular la temperatura y la humedad y mantener un alto nivel de higiene, ya que los insectos son muy susceptibles a las infecciones microbianas y bacterianas. De momento, no existe regulación al respecto. Por ello, se debe establecer una nueva legislación para garantizar que los empresarios que decidan aventurarse en la cría de insectos mantengan unos estándares adecuados de higiene y alimentación.

Pero dado que numerosos desafíos —como las sequías relacionadas con el cambio climático— continúan agravando los problemas relacionados con la seguridad alimentaria, los insectos ofrecen una oportunidad para innovar.

CUATRO RAZONES POR LAS QUE DEBERÍAMOS COMER INSECTOS

Dado que se prevé que la población mundial alcance los 9 mil 700 millones para el 2050, uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es asegurar que haya suficiente comida para todos.

Una forma de lidiar con esta crisis es recurriendo a nuestros amigos los insectos. No se resista: más de dos mil millones de personas en 130 países ya consumen insectos.

UNA LARGA TRADICIÓN DE CONSUMO DE INSECTOS

Las ganas de comer insectos está creciendo. Un estudio del 2006 encontró que el 20 por ciento de australianos encuestados estaría dispuesto a comer una ‘larva witjuti’.

Al fin y al cabo, los australianos de los pueblos nativos han comido insectos durante decenas de miles de años, especies autóctonas como esas larvas witjuti, que saben a huevos revueltos con un toque de nuez; o las polillas bogong, que tienen un gusto a mantequilla de maní, y las hormigas arborícolas verdes, con un sabor ácido, parecido al limón.

Estas son tan solo algunas de las 60 especies autóctonas de insectos comestibles registradas en Australia.

Los insectos podrían ser una pieza clave en la lucha contra la inseguridad alimentaria. Foto: Shutterstock

LOS INSECTOS PODRÍAN AYUDAR A MEJORAR NUESTRA SALUD

Los insectos pueden servir como fuentes alternativas y sostenibles de proteínas y otros nutrientes, ya que son ricos en aminoácidos esenciales y proteínas. Los insectos son fuente de proteínas de alta calidad,  ácidos grasos omega-3, hierro, zinc, y vitaminas B12, C y E.

Estudios recientes han demostrado que consumir algunos insectos –como los gusanos de seda, orugas de la polilla de la cera y larvas de tenebrio, los gusanos de la harina– podrían mejorar la salud intestinal, la presión sanguínea y reducir los niveles de glucosa en sangre.

Los beneficios nutricionales pueden variar de una especie de insecto a otra. Por ejemplo, los ortópteros —entre los que se incluye el saltamontes— tienen el mayor contenido proteico. Es necesario realizar más estudios para identificar especies y determinar el valor nutricional de cada una de ellas, para así poder elegir cuáles consumir y maximizar los beneficios para la salud.

Atención, personas con alergias a mariscos: los insectos comestibles son parientes de los crustáceos y podrían causar reacciones alérgicas similares.

YA EXISTEN PRODUCTOS CON INSECTOS

Aunque podrían parecer alimentos del futuro, los productos hechos con insectos comestibles ya están disponibles en algunos supermercados. Nuevas empresas y productores de insectos que pertenecen a la Asociación de Proteínas de Insectos de Australia están cultivando insectos y convirtiéndolos en nuevos productos comestibles. Podemos incluso conseguir el consejo de nutricionistas especializados en insectos comestibles.

Si siente curiosidad, ¿por qué no prueba una deliciosa mantequilla de maní con grillos ahumados? Otras sugerencias podrían incluir nachos preparados con totopos de maíz enriquecidos con polvo de grillo, o quizá, espaguetis con pasta con polvo de grillo. Tal vez, un poco de ginebra con una infusión de hormigas arborícolas verdes le ayude a armarse de valor.

Y si se siente muy aventurero, puede llevar sus cualidades culinarias al siguiente nivel, horneando sus propias magdalenas, panes o bases con polvo de grillo rico en proteínas.

¿Y para su perrito? Intente alimentarlo con productos sostenibles para mascotas preparados a base de mosca soldado negra o de tenebrios.

Si los comparamos con animales de granja convencionales, como vacas, cerdos y pollos, los insectos producen menos gases de efecto invernadero. Foto: Shutterstock

CULTIVAR INSECTOS BENEFICIA AL MEDIO AMBIENTE

Si los comparamos con animales de granja convencionales, como vacas, cerdos y pollos, los insectos producen menos gases de efecto invernadero, pues no defecan tanto y, por lo general, no fermentan alimentos en sus entrañas produciendo metano (solo las cucarachas y las termitas producen metano de esta manera).

Además, solamente una muy pequeña parte del insecto se desperdicia, ya que entre el 80 y el 100 por ciento del animal se consume. Incluso los desechos de los insectos (o excrementos) se pueden convertir en fertilizantes ricos en nutrientes para el jardín.

Los insectos proporcionan una estupenda oportunidad para emprender. Los criadores de insectos están también reduciendo la huella de carbono relacionada con el transporte, al desarrollar minigranjas urbanas de insectos, y produciendo así proteínas sostenibles cerca del consumidor. Quizá algún día los insectos puedan ser útiles a los agricultores, complementando la alimentación de sus animales en épocas de sequía.

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