La pandemia de la COVID-19 ha marcado un capítulo en la historia reciente de las enfermedades a nivel mundial, sin embargo, también ha dado paso a avances científicos y médicos gigantescos. La tecnología de las vacunas apunta a abrir todo un panorama de opciones contra afecciones, hasta ahora, incurables.
Ciudad de México, 14 de julio (SinEmbargo).– La pandemia de SARS-CoV-2 ha dejado millones de muertos por la COVID-19, decenas de millones de enfermos crónicos y miles de millones de personas sometidas por el miedo, la reclusión, la falta de respuestas y un daño psicológico que, según los institutos de salud del mundo, es posible que no se supere en esta generación.
Millones caerán en pobreza y pobreza extrema; las naciones tendrán que revisar sus sistemas de salud y proponer otros, alejados de la idea de que es el mercado, y no los Estados nacionales, los que deben responder por sus ciudadanos.
Pero algo más podría cambiar para siempre: la manera en que vemos las enfermedades raras y hasta ahora incurables. Las nuevas tecnologías que permitieron tener en tiempo récord una vacuna contra la COVID-19 ahora abren paso a lo que nadie imaginaba hace dos años: que es posible desarrollar vacunas contra la gripe común o contra el VIH, el Zika o el cáncer.
“Para esta pandemia ya tenemos vacunas y son muy buenas”, dijo en una entrevista reciente el doctor Héctor L. Frisbie, quien tiene experiencia tanto en México como en Estados Unidos.
“Los experimentos que se están haciendo ahorita son para las siguientes pandemias. Es más, les doy una primicia: en septiembre va a salir la primera vacuna de influenza estacional cuadrivalente por ARNm. ¿Por qué? Porque aprendimos mucho de los resultados de Pfizer y de Moderna para COVID-19. Y ahora eso, esa plataforma de conocimiento, la vamos a usar para cuatro variantes de influenza”, declaró en “Los Periodistas”, programa con Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela en el canal de YouTube de SinEmbargo Al Aire.
El doctor Frisbie estaba optimista de ver pronto, además, vacunas que pongan un freno a males con los que la humanidad se ha enfrentado, muchas veces sin éxito, durante décadas. Y hoy, un despacho de Bloomberg, coincide en ello.
Allá por 2005, dos investigadores de la Universidad de Pensilvania, Katalin Karikó y Drew Weissman, lograron modificar ligeramente el ARNm para que generara menos reacción inmune en el cuerpo. El hallazgo atrajo poco reconocimiento en ese momento, pero resultó ser un avance crítico. Katalin dejó Penn para unirse a BioNTech en 2013. En 2010, un trío de científicos de Harvard y del MIT financiados por la empresa de riesgo Flagship Pioneering recogió la idea y fundó Moderna, lo que llevó a Bancel al año siguiente. Moderna y BioNTech luego obtuvieron la licencia de la tecnología Penn.
“Hace un año, Moderna era una empresa no rentable, sin productos comercializados y una tecnología prometedora pero totalmente no probada”, cuenta Bloomberg. “Ninguno de sus medicamentos y vacunas experimentales había completado nunca un ensayo a gran escala. Los expertos estaban divididos sobre qué tan bien la vacuna COVID-19, basada en ARNm y que estaba a punto de ingresar en un ensayo de Fase III, se compararía con tecnologías de vacunas más antiguas y establecidas”.
Este año, Moderna podría entregar mil millones de dosis de su inyección COVID y generar 19 mil millones en ingresos. Se ha convertido en la rara biotecnología que alcanza el gran momento sin ser devorada por una empresa más grande y establecida, ni dividir las ganancias con ella. Su valor de mercado, calcula Bloomberg, que alcanzó los 100 mil millones de dólares por primera vez el 14 de julio, supera al de firmas incondicionales como Bayer AG, el inventor alemán de la aspirina, y de empresas de biotecnología como Biogen Inc., fundada tres décadas antes.
“La velocidad con la que Moderna y su principal competidor de ARNm, una asociación entre Pfizer y BioNTech, idearon sus vacunas, ha contribuido enormemente a la lucha para poner fin a la pandemia. Con una gran eficacia, un suministro constante y ningún temor de seguridad que parezca que se detenga (los funcionarios están monitoreando cuidadosamente los casos raros de inflamación cardíaca en adolescentes y adultos jóvenes), las inyecciones de ARNm se han convertido en las vacunas de elección, al menos en los países que pueden obtenerlas”, continúa el texto.
Luego cita a Stéphane Bancel, director ejecutivo de Moderna. La vacuna COVID, dice, es sólo el comienzo. Durante mucho tiempo ha prometido que si el ARNm funciona, dará lugar a una nueva industria gigante capaz de tratar casi todo, desde enfermedades cardíacas hasta cáncer y afecciones genéticas raras. “Moderna tiene medicamentos en pruebas para las tres categorías, y Bancel dice que su compañía también puede convertirse en un fabricante de vacunas dominante, desarrollando vacunas para virus emergentes como Nipah y Zika, así como patógenos más conocidos y difíciles de atacar como como VIH”.
En los últimos 40 años se han descubierto más de 50 nuevos virus humanos. Sólo tres tienen vacunas autorizadas. “Bancel lo ve como una oportunidad. "Vamos a interrumpir totalmente el mercado de las vacunas", dijo durante una entrevista a fines de mayo en la sede de Moderna en Cambridge, Massachusetts.