Hace dos décadas, Medellín era el estandarte de la violencia latinoamericana con 32 mil muertos al año. Ahora es el lugar a donde los alcaldes nuevoleonenses fueron a pedir asesoría para redimir a sus municipios
Medellín de los años 80 ha desaparecido. La muerte de Pablo Escobar en 1993 fue el inicio del fin de un capítulo para la ciudad, pero que el tiempo y su gente han ayudado a superar. Los paisas, como se les llama en Colombia, son perfeccionistas, ya sea para lo bueno o para lo malo. Hace dos décadas, su urbe era el estandarte de violencia latinoamericana con 32 mil muertos al año y ahora es el lugar a donde los alcaldes nuevoleonenses fueron a pedir asesoría.
Dieciséis presidentes municipales electos de Nuevo León se reunieron a finales de septiembre en el taller “Experiencia Medellín” con académicos del Centro de Estudios Urbanísticos y Ambientales Urb Am Medellín, perteneciente a la Escuela de Administración, Finanzas y Tecnología (EAFIT), el gobernador del departamento Antioquia, Sergio Fajardo –ex alcalde de Medellín de 2004 al 2008– el alcalde actual, Aníbal Gaviria; su antecesor, Alonso Salazar y otras personas que estuvieron implicadas en la transformación de la ciudad.
El programa se planeó a finales de agosto en una reunión cerrada entre políticos nuevoleonense, José Antonio Fernández Carbajal, de FEMSA –en representación de los empresarios regiomontanos– y la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública (EGAP) del TEC de Monterrey, que auspició el viaje. Y contó también con la participación de Oscar Naranjo Trujillo, quien fuera director general de la Policía colombiana y es el actual consejero de seguridad de Enrique Peña Nieto.
Además, el polémico ex militar radica en México –una figura contradictoria que divide en elogios y dudas a la prensa colombiana– y ha sido nombrado primer director del Instituto Latinoamericano de Ciudadanía (ILC) del TEC. Un proyecto dado a conocer el 21 de septiembre en el Foro Global de Ciudadanía en la Ciudad de México.
El grupo de 55 mexicanos, entre ellos, los futuros alcaldes de Monterrey, Apodaca, San Pedro, Guadalupe, Escobedo, Santa Catarina y García, sus equipos más cercanos, empresarios, religiosos y académicos del TEC, asistieron durante ocho días al taller y abarcaron temas como: gestión pública, proyectos de urbanismo social, eficiencia y trasparencia. Asimismo, realizaron varios recorridos por algunos puntos importantes en la restructuración de Medellín, como bibliotecas públicas, la Unidad Deportiva Atanasio Girardot y la comuna 13, en busca de puntos que conecten las dos urbes y den soluciones a la crítica situación regiomontana.
El arquitecto Alejandro Echeverri Restrepo, director de proyectos urbanos en la administración de Sergio Fajardo, dijo que “el objetivo del evento fue ponerlos en contacto con diferentes experiencias de la ciudad, pero sobre todo para que ellos construyan aquí ciertos consensos que necesitan”. Y mencionó la importancia de que el evento incluyó a gobierno, empresarios y representantes civiles.
LA VIOLENCIA NO ES LO ÚNICO
Las similitudes entre Monterrey y Medellín no son del todo violentas, también son dos íconos de perseverancia y competitividad en sus respectivos países. El departamento de Antioquia aporta el 15 por ciento del PIB colombiano, sólo por debajo de Bogotá, y su compañía estatal llamada Empresas Públicas de Medellín (EPM) es tan eficiente, con utilidades de aproximadamente 450 millones de dólares al año, que financia varios proyectos fuera y dentro de su estado. La Sultana del Norte también siempre ha sobresalido por el impulso de su gente, la industria y las instituciones escolares, todas ellas apoyadas por algunos de sus ciudadanos más destacados como los fallecidos Eugenio Garza Lagüera y Roberto González, así como Lorenzo Zambrano. Pero tristemente, en los últimos años se ha dado a conocer a nivel mundial por el problema del narcotráfico.
Los papeles se han invertido. Monterrey es ahora una de las ciudades más violentas de América Latina, por no decir del mundo. En cambio, los barrios de Medellín llenos de transeúntes distan mucho de la imagen que se tenía en la ciudad hace 20 años. Subirse al metro es una experiencia impresionante. Los paisas nunca saltan la fila, no empujan, no tiran basura, ni dañan sus instalaciones. “Cultura Metro”, así lo llaman.
Algunas cosas del aspecto urbano actual medellinense, como la primera línea del Metrocable, se hicieron durante la administración de Luis Pérez (2001 - 2004), pero fue Fajardo –quien tenía el lema: “Medellín, la más educada”– quien puso en marcha muchos proyectos importantes. Una de sus obras más icónicas es la Biblioteca Parque España construida por el arquitecto Giancarlo Mazzanti con un costo de cuatro millones de dólares.
El edificio fue terminado en 2007 con la ayuda financiera del gobierno español y se divide en tres espacios: una biblioteca, un auditorio y un centro pedagógico. Está ubicada en el barrio de Santo Domingo. Un lugar en la montaña a 460 metros de altura al que antes era “imposible” acceder por su violencia y porque no había forma de hacerlo. Ahora un teleférico que mueve 35 mil pasajeros al día lo conecta con la ciudad y, del mismo modo, éste se une con el metro. Ahí donde antes había asesinatos constantemente y era imposible llegar para alguien de fuera, local o extranjero; Darwin y sus amigos, de entre seis y 15 años, sirven de guías a los turistas distraídos contando la historia de su barrio. Otros niños corren por los pasillos de la biblioteca, presentan obras de teatro en el auditorio y utilizan su ludoteca y computadoras, aunque la mayoría lo haga para jugar Mario Bros. El proyecto lo complementan dos nuevas escuelas públicas y un parque.
Las personas que utilizan el teleférico no sólo suben para ver el atractivo edificio, también lo hacen para llegar a sus casas y otras para continuar el viaje durante 15 minutos más, aproximadamente, hasta el Parque Ecoturístico Arví. Una reserva natural parcialmente reforestada de 16 mil hectáreas, donde los paisas van a pasar el día y a hacer senderismo. Un lugar donde la ciudad desaparece y el paisaje se llena de pinos.
Los medios de transporte, las intervenciones arquitectónicas y los espacios verdes no generan cambios sociales por arte de magia. Es verdad que Medellín es mejor ahora que en los tiempos de Escobar y los atentados terroristas, pero está ubicada en el lugar 14 de las ciudades más peligrosas del mundo según un informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública, mismo donde Monterrey figura en el puesto 38. Las dos ciudades comparten otra estadística, los más de mil 600 muertos al año, sólo que la capital regiomontana quedó por debajo porque duplica a Medellín en la cantidad de habitantes. Para Echeverri sólo con “transformaciones integrales simultáneas” se obtienen éxitos en la planeación urbanística. Es decir, “incluir espacio y transporte público, colegios y bibliotecas, combinados con programas de educación, seguridad y cultura en el mismo barrio”.
¿CÓMO LO HICISTE, MEDELLÍN?
Hasta ahora en Medellín hay varios casos de éxito. El más famoso es Santo Domingo, pero también está la Biblioteca León de Greiff diseñada por Mazzanti, el Centro Moravia hecho por el colombiano Rogelio Salomona y el Parque Biblioteca de Belén del arquitecto japonés Hiroshi Naito. Este fue inaugurado en 2008 y los vecinos, muchos de ellos músicos, participaron en el plan pidiendo espacios para dar clases y ensayar. Es una muestra de la importancia de los ciudadanos para que los proyectos funcionen, pues al hacerlos partícipes se sienten integrados y valoran más los cambios en sus barrios.
La administración, ante la imposibilidad de transformar toda la ciudad, estudió lo que llaman “territorios estratégicos: sectores que han sido paradigmáticos en temas de violencia, de pobreza o de situaciones críticas”, mencionó Echeverri. También agregó, que el gobierno sabe que falta llegar a muchas zonas y que no se ha acabado con la delincuencia. Tienen nuevos proyectos y apuestan a la continuidad de los existentes, pues dicen que se requiere al menos una década para poder obtener resultados certeros.
Este grupo de políticos firmó un acuerdo en su último día en Medellín para trabajar en conjunto y seguir en contacto con la administración antioquiana en busca de afianzar la cooperación entre las dos comunidades. Si los compromisos se cumplen quizás el Cerro de la Loma Larga se convierta sólo en una división física entre San Pedro y Monterrey. La realidad es que las montañas no sólo dividen territorios, también sociedades y áreas violentas. Y hará falta más que un sistema de trasporte y una biblioteca para unir los municipios de la zona conurbana de Monterrey con el lugar de mayor ingreso per cápita de Latinoamérica: San Pedro, así como para acabar con el terror impuesto por los grupos del narcotráfico en todo el estado de Nuevo León.