Para evitar que una reducción del PIB que disminuiría el impacto ambiental ocasione los efectos nocivos propios de una recesión económica, es necesario implementar cambios socioeconómicos profundos y reformas políticas, plantean los autores de un estudio sobre la relación entre el decrecimiento y el cambio climático más allá del «desarrollo sostenible».
Ciudad de México, 26 de mayo (SinEmbargo).– Apostar por medidas específicas de bienestar social que reduzcan el consumo y enfocarse menos en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), aún si este último disminuye ligeramente en el proceso, disminuiría los riesgos en el camino a frenar el termómetro global en 1.5ºC, el objetivo establecido en el Acuerdo de París contra el cambio climático, según un artículo publicado la semana pasada en la prestigiosa revista científica Nature Communications.
Esto se debe a que el crecimiento del PIB tiene un cimiento biofísico vinculado al consumo de energía y materias primas, insumos que permiten generar productos y servicios posteriormente vendidos en el mercado. Por lo tanto, aún una disminución mucho menor del PIB a la observada durante la pandemia de la COVID-19, combinada con una reestructuración ordenada de las políticas redistributivas hacia el bienestar social, facilitaría una reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) causantes del cambio climático, sin afectar o incluso mejorando el nivel de vida, concluyeron en su artículo investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zurich y la Universidad de Sydney.
Para alcanzar estas conclusiones, los especialistas en ciencias ambientales, Lorenz Keysser, y en sustentabilidad, Manfred Lenzen, incluyeron escenarios de decrecimiento anuales promedio de 0.5 por ciento del PIB global en modelos de evaluación integral, una técnica utilizada regularmente por el Panel Gubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) para visualizar las posibles vías de acción para detener el aumento de la temperatura por afecto de la acción de humana.
Estas estimaciones se basaron en el nexo entre combustibles, energías y emisiones, y contrapone sus modelos de decrecimiento a los descritos por el IPCC en su Informe Especial sobre Calentamiento Global 1.5ºC.
Se trata de la primera comparación integral de modelos de decrecimiento contra los 222 escenarios analizados en 2018 por el IPCC, luego de que este órgano consultor de la mejor ciencia disponible a nivel global excluyera por completo en su informe la posibilidad de reducir el PIB, a pesar de la relación detectada entre el crecimiento de este indicador y el aumento en el uso de energías y materias primas.
«Las vías de mitigación alternativas analizadas por la creciente literatura del decrecimiento son casi completamente negadas por la comunidad que hace modelos de evaluación integral y por el IPCC, por lo tanto su potencial […] permanece inexplorado», denuncian los investigadores, que presentan sus resultados como “un primer paso” para considerar vías diferentes de mitigación a las que se han considerado hasta ahora, basadas principalmente en aumentos de la eficiencia energética y la innovación tecnológica, pero sin ceder a la posibilidad de tocar el crecimiento del PIB.
«Hay un problema con las suposiciones con que alimentamos los modelos y que excluyen el decrecimiento», indicó en entrevista con SinEmbargo Lorenz Keysser, coautor de la investigación. «El decrecimiento es sólo considerado como un problema y no como una solución. Así que nosotros decimos que es científico discutir vías basadas en estos cambios sociales y que en este sentido es más ideológico excluirlas y no discutirlas».
Al considerar todos los escenarios, aquellos que incluyen medidas de decrecimiento muestran mejores resultados en variables como las toneladas de dióxido de carbono que se necesitaría retirar artificialmente de la atmósfera; el número de veces que energías renovables deberían sobrepasarse; y el nivel de desacoplamiento entre el crecimiento del PIB y el consumo de energía y materiales.
“Los resultados indican que las trayectorias de decrecimiento presentan riesgos relativos más bajos para la viabilidad y sustentabilidad en comparación con los establecidos por el IPCC, usando nuestros indicadores sociotécnicos de riesgo”, concluye el artículo.
REDUCIR ENERGÍA, NO BIENESTAR
Los investigadores Keysser y Lenzen se apoyan en otros estudios científicos que sostienen que los estándares de vida actuales en países ricos pueden ser conservados a pesar de un uso de energía per capita sustancialmente menor al actual, pero destacan que, para evitar que una reducción del PIB ocasione los efectos nocivos propios de una recesión económica, es necesario implementar cambios socioeconómicos profundos y reformas políticas que incluyan servicios básicos universales, ingresos máximos, reducciones en el horario laboral y democratización en la propiedad de las empresas.
Al referirse al decrecimiento, el artículo lo define como “una disminución equitativa de los insumos (entendidos como la energía y recursos que fluyen a través de una economía, fuertemente vinculados al PIB) con un aseguramiento concurrente del bienestar”. Por lo tanto, los autores insisten en que la propuesta de decrecimiento no es necesariamente disminuir el tamaño del PIB, sino reducir el impacto ambiental de la economía.
«Realmente nos enfocamos en reducir el uso de energía y materiales, pero manteniendo o incluso mejorando nuestro bienestar de forma independiente del crecimiento del PIB», destaca Keysser. «Por ejemplo, si pudiéramos trabajar menos tendríamos menos estrés y podríamos reparar nuestras cosas».
LAS BARRERAS POLÍTICAS
Los investigadores proponen considerar las trayectorias de decrecimiento, luego de que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) continúan aumentando, a pesar de los objetivos adoptados claramente en París en 2015 por más de 190 países para frenar lo que apenas hace un mes el Presidente estadounidense Joe Biden llamó “la crisis existencial de nuestro tiempo”.
Las trayectorias de mitigación climática que consideraron algún grado de decrecimiento del PIB mostraron en el análisis menores riesgos por su menor dependencia de la tecnología, que les permitiría ser viables aún si no se hacen los avances necesarios para, por ejemplo, cuadruplicar la eficiencia energética, requisito planteado por algunos modelos del IPCC.
«En comparación, mientras más grande sea la dependencia tecnológica de las trayectorias de mitigación, mayores son los riesgos», explica el artículo científico, destacando que algunas de las medidas contempladas por el Panel Gubernamental de Cambio Climático (IPCC), como la captura y almacenamiento de carbono de la atmósfera, enfrentan incertidumbre y riesgos importantes en su implementación a gran escala.
Por el contrario, el artículo identifica como los principales problemas para la viabilidad de escenarios de decrecimiento las “tremendas barreras políticas”, debido a que actualmente “abandonar el crecimiento económico parece políticamente imposible, ya que implica cambios significativos a los actuales sistemas socioeconómicos capitalistas para poder superar los imperativos del crecimiento”.
Sin embargo, en este sentido los investigadores también ven una esperanza, ya que últimamente esta viabilidad política depende de los movimientos sociales que forjan nuevos programas políticos, valores, prácticas, culturas y paradigmas.
«A veces, lo que se ofrece como razón para discutir el decrecimiento es que sólo podría ser puesto en práctica por algún tipo de dictadura, pero queremos dejar muy claro en este artículo que, al menos en la discusión del decrecimiento, nuestro énfasis está en la democracia: extenderla para hacerla participativa para atraer gente y dejarla apropiarse de las decisiones», afirmó Keysser.
EQUIDAD ENTRE NORTE Y SUR GLOBAL
Al estar los escenarios de decrecimiento enfocados a los países desarrollados del norte global, esto facilitaría el desarrollo pendiente en países del sur global y por esta vía materializar el concepto de “equidad”, contemplado en el Acuerdo de París.
Se trata de un elemento clave de la justicia climática que atiende el hecho de que los países desarrollados a partir de la revolución industrial y mediante combustibles fósiles son los responsables históricos del cambio climático, mientras que apenas un aumento de 2.67 dólares en el ingreso per capita de los sectores más pobres del planeta emitiría hasta 66 por ciento de las emisiones que nos faltan para llegar a los 2ºC de aumento en la temperatura.
«El norte global necesita decrecer para liberar algo del espacio para que las ideas (del sur global, tales como el buen vivir de Ecuador) crezcan y también se pueda aumentar el uso de recursos donde sea necesario, donde el bienestar y las necesidades humanas aún no son atendidas», afirmó Keysser.
César Pineda, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM enfocado en los impactos del capital en la naturaleza, considera que aunque la conversación sobre decrecimiento esté emergiendo de nuevo entre la comunidad académica del norte global, es fundamental entender que las élites políticas y económicas en estos países aún están cerrados a esta posibilidad y se rigen por el paradigma del desarrollo sostenible.
«En toda la política de cambio climático el paradigma central es el capitalismo verde, cuyo centro es que el mercado es la principal solución para los problema del cambio climático. Es decir, legitimar un discurso donde el mercado es la solución, cuando el mercado es lo que provocó el problema», aseguró Pineda.
Por lo tanto, la coordinación por el «presupuesto de carbono» disponible para un desarrollo basado en emisiones aún no es materia de negociación, sino de disputa entre países del norte global (Europa y Norteamérica, por ejemplo) contra economías emergentes como China, India, Brasil o México.
«Entonces hay una ideología de que alcanzar el modelo de bienestar y el nivel de vida de los países del norte es todo lo que debemos hacer. Y también desde los países del norte se promueve esta idea de que salir de la pobreza significa tener el desarrollo de los ciudadanos urbanos de los países del norte de mayores ingresos y que su nivel de comodidades es el que debería tener toda la humanidad y que a eso se le llama desarrollo. Es una ideología», agregó.
A MÁS CRECIMIENTO, MÁS DEGRADACIÓN
Sofía Ávila Calero, doctora en ciencias ambientales por la Universidad de Barcelona, considera que la publicación de estos nuevos modelos de decrecimiento en una revista de la élite de producción científica como Nature “es una excelente señal”, pues invita a una reflexión sobre cómo avanzar en una agenda política y social hacia el decrecimiento, un debate en el que todavía falta bastante.
«En este artículo lo hacen de una manera muy técnica y cualitativa, pero lo importante es resaltar que a mayor crecimiento económico va a haber una mayor ampliación de las fronteras extractivas y en consecuencia mayor degradación socioambiental. Esto se ha visto a lo largo de la historia y la transición energética no sería una excepción», explica la investigadora mexicana Ávila, quien ha investigado los conflictos por proyectos renovables en distintas partes de México.
Sólo en el caso del sector energético, dijo Sofía Ávila, la baja densidad energética en las fuentes renovables obliga a que, para sustituir un pozo de petróleo, sean necesarias extensiones enormes de tierra para instalar paneles fotovoltaicos o generadores eólicos. Por ello una transición energética que no involucre algún nivel de decrecimiento implicaría en países como México “nuevas tensiones por la propiedad y los usos de la tierra”.
“¿Quiénes pagarían los costos de una transición energética basada en el crecimiento económico? Pues las periferias que se convierten en nodos de producción de energía”, aseveró.
En un esfuerzo por desmitificar y explicar el decrecimiento, Sofía Ávila y otros investigadores coeditaron en 2018 el libro Decrecimiento: Vocabulario para una nueva era, en el que explican algunas de las corrientes afines a este proyecto en América Latina.
«La crisis climática está abriendo un espacio coyuntural muy importante porque está poniéndonos enfrente la realidad que a mayor crecimiento, mayor degradación socioambiental», afirmó.