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¿Cómo la COVID-19 provoca la pérdida de olfato? Estudio explica

14/05/2021 - 12:22 pm

La infección de las neuronas olfativas puede constituir una puerta a la entrada del cerebro y por lo consiguiente explicar porque algunos pacientes desarrollan signos clínicos psicológicos o de naturaleza neurológica.

Madrid, 14 de mayo (EuropaPress).- La pérdida de olfato, o anosmia, es uno de los síntomas más tempranos y más comunes de la COVID-19. Sin embargo, aún no se habían aclarado los mecanismos implicados. Científicos del Instituto Pasteur, la Universidad de París y otros centros de investigación franceses han determinado ahora los mecanismos implicados en la pérdida de olfato en pacientes infectados por el SARS-CoV-2 en diferentes fases de la enfermedad.

Según sus hallazgos, publicados en la revista Science Translational Medicine, el SARS-CoV-2 infecta las neuronas sensoriales y provoca una inflamación persistente del sistema nervioso epitelial y olfativo. Además, en algunos pacientes con signos clínicos persistentes, la anosmia se asocia a una inflamación epitelial y del sistema nervioso olfativo prolongada y a la presencia duradera del virus en el epitelio olfativo.

Aunque la COVID-19 es principalmente una enfermedad respiratoria, muchos pacientes presentan síntomas no respiratorios. Entre ellos se encuentra la pérdida repentina del olfato en los individuos infectados por el SARS-CoV-2, que se ha notificado en todo el mundo desde el comienzo de la pandemia.

Hasta hace poco, no se sabía si el virus desempeñaba un papel directo en la anosmia. Según una hipótesis generalmente aceptada hasta ahora, se suponía que un edema transitorio de las hendiduras olfativas inhibía el flujo de aire que transportaba las moléculas de olor a las neuronas olfativas (la conocida sensación de nariz tapada que se experimenta durante un resfriado común).

Este nuevo estudio se realizó con pacientes de COVID-19 y se complementó con pruebas en un modelo animal. Este estudio demuestra de forma inesperada que los hisopos nasofaríngeos pueden resultar negativos mediante la RT-qPCR estándar aunque el virus siga presente en el fondo de las fosas nasales, en el epitelio olfativo. A la luz de este descubrimiento, puede contemplarse el diagnóstico del SARS-CoV-2 mediante cepillado nasal, además del hisopado nasofaríngeo para la prueba de PCR en pacientes que experimentan pérdida de olfato.

Este trabajo también arroja luz sobre el mecanismo de la pérdida de olfato relacionada con la COVID-19 al revelar una serie de pasos cronológicos: los cilios que llevan las neuronas sensoriales se pierden tras la infección viral. Estos cilios permiten a las neuronas sensoriales recibir moléculas de olor; presencia del virus en las neuronas sensoriales; alteración de la integridad del epitelio olfativo (órgano sensorial) vinculada a la apoptosis (es decir, la muerte celular).

Este estudio demuestra que la pérdida de olfato también está causada por el deterioro del órgano sensorial de la parte posterior de las fosas nasales. Foto: AP

El epitelio está organizado en láminas regulares, que son desestructuradas por la infección por coronavirus; diseminación del virus al bulbo olfativo, que es la primera estación de relevo cerebral del sistema olfativo; e inflamación y ARN viral presentes en varias regiones del cerebro.

Este estudio demuestra que la pérdida de olfato también está causada por el deterioro del órgano sensorial de la parte posterior de las fosas nasales. «Observamos que el SARS-CoV-2 infecta no sólo las neuronas sensoriales, sino también el nervio olfativo y los centros nerviosos olfativos del cerebro», comenta Pierre-Marie Lledo, coautor del estudio.

«Otro hallazgo clave de este estudio surgió de la observación de modelos animales, que reveló que una vez que el virus entra en el bulbo olfativo, se extiende a otras estructuras nerviosas, donde induce una importante respuesta inflamatoria», explica otro de los autores, Hervé Bourhy.

La infección de las neuronas olfativas puede, por tanto, constituir una puerta de entrada al cerebro y explicar por qué algunos pacientes desarrollan diversos signos clínicos psicológicos (trastornos de ansiedad, depresión) o de naturaleza neurológica (deterioro cognitivo, susceptibilidad a desarrollar una enfermedad neurodegenerativa), para lo cual son necesarios más estudios.

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