"Proceden de la extrema derecha y son movimientos aún muy activos, gestionan cientos de páginas web y tienen estrategias muy organizadas, con al menos unos 60 millones de seguidores en la red", dijo el jefe de Salud del Foro Económico Mundial.
Por Antonio Broto
Ginebra, 4 may (EFE).- El movimiento antivacunas, que ha logrado gran visibilidad en medio de la mayor campaña de inmunización de la historia, está más organizado de lo que parece y tiene decenas de millones de seguidores, advierte el jefe de Salud del Foro Económico Mundial (WEF), Arnaud Bernaert.
En una entrevista con Efe el experto francés, con más de dos décadas de experiencia en la industria sanitaria y que antes trabajó en multinacionales como Baxter o Philips, señala que este movimiento opera "de manera similar a los ciberatacantes rusos que lucharon contra la verdad en las elecciones estadounidenses".
SESENTA MILLONES DE SEGUIDORES
"Proceden de la extrema derecha y son movimientos aún muy activos, gestionan cientos de páginas web y tienen estrategias muy organizadas, con al menos unos 60 millones de seguidores en la red", subraya.
Para Bernaert, el principal daño causado por este movimiento ha sido cuestionar la fiabilidad de las vacunas anticovid basadas en adenovirus (formas debilitadas del virus original), como las desarrolladas por AstraZeneca o Johnson & Johnson (Janssen).
"Se han apoyado en un número de casos de trombos ridículo en comparación con el beneficio de estas vacunas, y si éstas empiezan a verse desacreditadas esto dañará sobre todo a poblaciones donde las únicas disponibles son las de AstraZeneca o Johnson & Johnson", subraya.
Otros factores han contribuido a las dudas surgidas en torno a las vacunas, y así "desafortunadamente, algunos gobiernos han reaccionado muy rápido a pequeños incidentes, interrumpiendo su vacunación", subraya Bernaert.
En este sentido, el responsable de salud de WEF, entidad que organiza anualmente el encuentro de líderes de Davos, subraya que los gobiernos, a la hora de tomar decisiones sobre las vacunas, "deberían depender de agencias reguladoras como la EMA europea, la FDA estadounidense o la OMS, imponiendo los datos científicos antes que la precaución".
Pese a los baches que todo esto ha traído en la campaña de vacunación global, Bernaert, apoyado en los sondeos que realiza la WEF, defiende que el movimiento antivacunas "está perdiendo terreno", con aumentos de hasta el 20 por ciento en el apoyo de la opinión pública de muchos países a la vacunación.
Para convencer a los que aún dudan y combatir la propaganda antivacunas, el experto recomienda "simplemente mostrar los resultados, ser totalmente honesto y enseñar cómo baja la tasa de fallecimientos en países donde se ha vacunado a gran parte de la población, caso de Israel".
"La gente confía en los números, y basta con explicarles que hay formas de regresar a la normalidad, de poder volver a ver a sus familiares y disfrutar otra vez de la vida", declara.
NI MIEDO A LA VACUNA, NI EXCESO DE CONFIANZA EN ELLA
En el otro lado de la balanza, Bernaert también advierte sobre la excesiva confianza en las vacunas, algo que puede haber sido un factor en el aumento de casos este año en países donde la inmunización progresaba con rapidez, como Chile o la India.
"Hay que ser realista y admitir que hasta que un importante porcentaje de una población esté vacunado, alrededor del 80 por ciento, hay que seguir aplicando la razón y la precaución, siendo muy cuidadoso en las interacciones sociales", subraya.
También recuerda que hay que seguir fomentando el desarrollo de tratamientos y diagnósticos para combatir la COVID-19, teniendo en cuenta de que "en muchas regiones la inmunidad de grupo tardará hasta dos años en lograrse", es el caso de África, donde las dosis llegan mucho más lentamente que en zonas como Europa o Norteamérica.
Bernaert espera que la pandemia impulse en el futuro la investigación de vacunas contra otras enfermedades, gracias a nuevas tecnologías como el ARN mensajero, usado en las vacunas anticovid de Pfizer-BioNTech y Moderna y cuyo desarrollo financia el propio Foro Económico Mundial desde 2016.
Entre los posibles virus de los que las vacunas del futuro nos podrían proteger, Bernaert remite a la lista de diez enfermedades víricas prioritarias que actualiza periódicamente la OMS, y que actualmente tiene, además de la COVID-19, al ébola, el SARS, el MERS, la fiebre de Lassa o el zika, entre otros.
"El objetivo es que puedan fabricarse vacunas contra estas enfermedades no en 300 días (como se ha logrado contra la COVID-19) sino en 100" mediante la información compartida entre laboratorios y farmacéuticas, vaticina el experto.
En este sentido, llama la atención que la humanidad haya logrado una vacuna contra un virus en apenas un año, mientras que otro que ha matado millones de personas en el último medio siglo, el VIH causante del sida, siga sin tener una.
"El VIH es más complejo, de la familia de los retrovirus, y muta mucho más rápido. Cada vez que se multiplica genera 20 mutaciones, y debido a su larga prevalencia hay unos 50 millones de variantes, por lo que unos anticuerpos pueden funcionar contra unas de ellas pero no contra otras", explica el experto de WEF.
"Hay unas 25 clases de virus, de las que conocemos razonablemente bien unas 15", añade Bernaert, quien espera que la crisis sanitaria ayude al mundo a entender mejor la necesidad de investigarlos, de inmunizar a poblaciones contra ellos y, en suma, de fortalecer la inversión en sanidad.
"Fortalecer y perfeccionar los sistemas necesarios es como invertir en defensa militar, es otra forma de proteger a la población, y espero que las sociedades y sus líderes entiendan que es toda una cuestión de soberanía", concluye el experto.