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Jorge Alberto Gudiño Hernández

20/03/2021 - 12:05 am

El doctor no está vacunado

También al personal de enfermería, a los afanadores, a todos los que intervienen para que las instalaciones de los hospitales y consultorios estén limpios, a los farmacéuticos, a quienes tienen contacto cotidiano con personas que, se sabe, están enfermas.

Un trabajador sanitario carga una jeringa con una inyección de la vacuna Sputnik-V contra la COVID-19 en el hospital Ariana, en Túnez, el sábado 13 de marzo de 2021.
«En serio, no es justo que el buen otorrino no tenga vacuna sólo porque trabaja en un hospital privado». Foto: Hassene Dridi, AP

Tengo un buen otorrino. Muy bueno, para ser sincero. En la familia ha habido un par de operaciones de cornetes, una alergia estacional y varias influenzas. Todas las ha atendido él con solvencia, buen ánimo y eficacia. Alguna ocasión, mientras esperaba en la sala de espera, la señora de limpieza se acercó a platicarme: el doctor la acababa de curar de algún bicho. Estaba por demás agradecida. No sólo no le había cobrado sino que hasta le regaló las medicinas. En otra ocasión, con la receta para el Tamiflu en las manos, le pregunté por qué a él no le daba influenza. Se rio un poco antes de confesarme que la había padecido seis o siete veces, no recuerdo con exactitud.

Hace no mucho alguien cercano se enfermó de COVID. Fue con el otorrino en cuestión. Por fortuna, ya se alivió. Entre otras cosas, me dijo que el doctor le contó que lleva más de seiscientos pacientes atendidos por el bicho. Se le han muerto cuatro. La proporción, si la comparamos con estándares internacionales, es bastante buena.

Sí, es un otorrino particular. Cobra y no es barata su consulta. Tampoco es excesiva, considerando que su consultorio está en un hospital de los más caros. Sé, también, que hace descuentos cuando se los piden, que cobra por las operaciones a partir de los tabuladores de los seguros para que los pacientes no deban desembolsar dinero extra y que es una buena persona.

También, que es un gran médico. Si, al principio, yo pensaba que era bueno, las cifras que maneja lo vuelven excelente. Sé, incluso, que es muy fuerte el hecho de que no todos puedan ser atendidos por él o por médicos similares, toda vez que el sistema de salud de este país no lo permite. Sin embargo, por cada persona que se cura de la enfermedad gracias a los afanes de este doctor o de cualquiera de los otros dentro de la medicina privada, el sistema público también respira. ¿Es injusto? Quizá, pero la discusión hoy no es ésa.

La discusión es que ese gran otorrino no está vacunado. Simple y llanamente, porque es un doctor privado. No importa que su consultorio esté en un hospital COVID, no importa que haya atendido a más de medio millar de contagiados por esta enfermedad, no importa su porcentaje de éxito, no importa que, así como se ha enfermado de influenza, en cualquier momento caiga víctima del bicho que nos tiene sitiados… Él no está vacunado porque, a decir de las autoridades sanitarias, no es un doctor del primer frente (en efecto, no está en urgencias) ni pertenece al servicio público.

Un sinsentido desde donde se le vea. Incluso en términos prácticos: si él cae enfermo, no habrá quien atienda a sus pacientes. Más en términos éticos. ¿Para qué se vacunan maestros que no dan clases o deportistas justo ahora? En serio, muy en serio, ¿no es mejor tener al sistema de salud vacunado por completo? Sí, al público y sí, al privado. Al sistema entero. Nos conviene a todos.

Y con sistema no me refiero sólo a los médicos. También al personal de enfermería, a los afanadores, a todos los que intervienen para que las instalaciones de los hospitales y consultorios estén limpios, a los farmacéuticos, a quienes tienen contacto cotidiano con personas que, se sabe, están enfermas.

En serio, no es justo que el buen otorrino no tenga vacuna sólo porque trabaja en un hospital privado. Y como él hay muchos. Tengo un gran otorrino y un gran pediatra. Y hay un internista que nos atiende cuando se necesita y un ginecólogo. También un dentista. Y no, no está bien que el argumento político impere sobre la ética, sobre la decencia o sobre quién sabe qué extraña definición de justicia. El personal médico y sanitario debe ser vacunado a la brevedad. Cualquier otra salida implicará un balazo más al pie que, ya de por sí, está bastante agujerado.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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