Martín Moreno-Durán
03/03/2021 - 12:05 am
Calderón tenía más respaldo que AMLO; 6 de junio: viene voto de castigo
La popularidad de un Presidente no debe deslumbrar ni apantallar a nadie. Al llegar los votantes frente a la boleta electoral, se diluye y entran en juego otros resortes: la evaluación del Gobierno en turno, los problemas no resueltos, la actuación de sus legisladores, las conductas personales, la atención a ciudadanos, la incompetencia, malos candidatos, entre otros factores.
+ 10 millones de votos menos
+ 4T reprobada
Mi solidaridad y apoyo a periodistas, columnistas e intelectuales atacados sistemáticamente desde Palacio Nacional.
Ni el respaldo ciudadano ni la aprobación popular de un Presidente en las encuestas, son garantía de que el partido en el Gobierno gane elecciones.
Aún más:
La popularidad de un Presidente no es aval de que su partido vaya con él de la mano y, sin problema alguno, ganen la elección intermedia.
¿Ejemplo reciente?
Felipe Calderón tenía, al cierre del noveno trimestre de su mandato, una aprobación mayor a la que hoy observa López Obrador. Mientras el panista registraba 66 por ciento de respaldo popular, el tabasqueño hoy tiene 59 por ciento. Siete puntos menos. (Fuente: Consulta Mitofsky 1/Marzo/2021). ¿Qué le ocurrió a Calderón? Pues que a pesar de que su aprobación era alta, su partido – el PAN – perdió la mayoría relativa en la Cámara de Diputados.
¿Y qué nos indica este parámetro?
Que los votantes podrán aprobar la actuación del Presidente en turno – su desempeño es un ejercicio de poder individual e indivisible juzgado por simpatías personales o por convicción política-, pero a la hora de evaluar la actuación de su Gobierno en conjunto, sus políticas y sobre todo, sus resultados, son más severos y rigurosos al cruzar la boleta en la que no aparece la figura presidencial.
Y en política, lo único que cuenta son los resultados.
Y los resultados, hoy por hoy, de la autollamada 4T, son un desastre. En lo económico, financiero, desempleo, salud, pandemia, vacunas, crecimiento, PIB, inversión, desarrollo, seguridad, etc. Prácticamente en todos los rubros, el Gobierno obradorista está reprobado por los ciudadanos. Basta ver encuestas para observar la tendencia negativa en los resultados por sector del actual régimen.
Calderón tenía en 2009 más apoyo ciudadano que AMLO, y el PAN perdió la mayoría en San Lázaro.
López Obrador tiene hoy menor respaldo que Calderón al noveno trimestre de gestión, y Morena está en alto riesgo de perder su mayoría (no ganada en las urnas en 2018, sino obtenida mediante triquiñuelas legislativas en complicidad con otros partidos) en la Cámara de Diputados.
La popularidad de un Presidente no debe deslumbrar ni apantallar a nadie. Al llegar los votantes frente a la boleta electoral, se diluye y entran en juego otros resortes: la evaluación del Gobierno en turno, los problemas no resueltos, la actuación de sus legisladores, las conductas personales, la atención a ciudadanos, la incompetencia, malos candidatos, entre otros factores.
Así que, como electores, que no nos apantalle la popularidad de AMLO. Calderón tenía mayor respaldo y el PAN perdió la intermedia. Hoy, con peores resultados, la 4T está encaminada a recibir un voto de castigo mayoritario, dados sus pésimos saldos como Gobierno.
La elección intermedia del 6 de junio es un referéndum al Gobierno en turno.
Y la 4T está reprobada como Gobierno en ejercicio.
Por eso habrá voto de castigo contra Morena.
*****
A tres meses de la estratégica elección intermedia, recurramos a la aritmética electoral. A las cifras irrebatibles. A los inapelables datos duros:
De febrero de 2019 a febrero de 2021 (24 meses de administración), López Obrador ha perdido alrededor de 10 millones de votos. Sí, los mismos que obtuvo de la franja de indecisos en la elección presidencial de 2018.
¿Cómo se obtiene esta cifra?
Roy Campos, número uno de Consulta Mitofsky, explica que un punto porcentual en encuestas, equivale a 500 mil votos. Dos puntos, un millón de votos, y así sucesivamente.
La mayoría de las encuestas, en promedio, registraban, en febrero de 2019, un 80 por ciento de respaldo ciudadano para AMLO. Estaba en las nubes. Sin embargo, múltiples factores: el desgaste natural al gobernar, los pésimos resultados económicos, el desempleo brutal, cero crecimiento, la quiebra de empresas y comercios, presupuestos miserables al sector salud, el saqueo a los fideicomisos públicos, la pandemia fuera de control, la ausencia de apoyos a millones de familias desamparadas, los muertos disparados, la insuficiencia de vacunas, la violencia fuera de control, el discurso divisionista presidencial, las frases desafortunadas de AMLO, sus miles de mentiras, su insensibilidad y, en general, un mal desempeño como gobernante, han desplomado a López Obrador de las encuestas, que le otorgan ahora un 58 por ciento promedio de apoyo popular.
Así, ha registrado una caída de entre 20 y 25 puntos de aprobación ciudadana, lo que equivale al desplome más fuerte durante el primer cuarto de Gobierno en comparación a los últimos tres presidentes: Fox, Calderón y Peña Nieto.
Tomemos, como base, la caída más conservadora: 20 puntos.
Luego entonces, esos 20 puntos se traducen en alrededor de 10 millones de votos perdidos por AMLO durante los últimos 24 meses de Gobierno, tomando como parámetro la tabla arriba señalada.
¿Y qué reflejan estas tendencias?
Que López Obrador ya perdió los votos de indecisos que ganó en 2018, ante el desastre que significó el Gobierno de Peña. Fue un castigo durísimo para el PRI, como castigo también para el priato fueron alrededor de cinco millones de votos en contra emitidos por priistas furiosos e indignados por la designación del externo José Antonio Meade como candidato presidencial. Esos votos de priistas resentidos fueron a parar a la causa del expriista López Obrador. Pero como cada elección es diferente en emoción y entraña, se antoja muy difícil que esa franja del priismo vuelva a votar por AMLO.
Así, de esta ecuación electoral – 10 millones de indecisos / voto de castigo ciudadano al PRI / cinco millones de priistas resentidos por la imposición de Meade -, se desprenden los 15 millones de votos adicionales que ganó AMLO en 2018 y que se sumaron a los otros 15 millones de sufragios que han sido la base electoral tradicional del tabasqueño durante las presidenciales del 2006 y 2012. Total: 30 millones de votos en 2018.
(En la elección presidencial del 2006, AMLO registró 14 millones 756 mil 350 votos. En la del 2012, fueron 15 millones 848 mil 827 votos. Ese es su piso electoral).
“El voto de castigo no nos hará daño en 2021, porque López Obrador mantiene el apoyo de 30 millones de votos”, dicen los fanáticos y las plumas afines a AMLO. No es así. Les tenemos malas noticias para su causa: la mitad de esos votos ya los perdieron. Se esfumaron. Se les fueron.
Aún más:
En las elecciones locales del 2019, la 4T perdió alrededor de tres millones de votos.
Y en 2020, el PRI los arrasó en Hidalgo y Coahuila.
*****
AMLO es Morena y Morena es AMLO. No hay más.
Sin embargo, enfrentan un problema: los activos de López Obrador no brincarán en la elección intermedia a favor de Morena pero, en cambio, su pérdida de votos sí se reflejará en menos votación para el partido morado. Es una ecuación natural. Son votos que tanto AMLO como Morena han perdido en dos años de gestión: 10 millones de votos indecisos que los beneficiaron en 2018. Y ya sabemos que el voto indeciso hace ganar o perder elecciones.
Por eso andan apurados repartiendo dinero para comprar votos.
Por eso andan apurados aprobando leyes regresivas.
Por eso andan apurados lanzándose contra gobernadores opositores.
Porque saben que el 6 de junio se les vendrá un fuerte voto de castigo.
TW @_martinmoreno
FB / Martin Moreno
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