Al rap mexicano lo define la historia del país y la dura realidad social que azota a la juventud en medio de un contexto precario y violento. Por eso, los temas en el género se repiten: pobreza, violencia, narcotráfico, drogas, alcohol y poder, pero las visiones varían porque algunos las alaban, otros las critican.
Por Mónica Rubalcava
México, 7 ene (EFE).- Los mejores tiempos del rap en México ya están aquí con una sólida, creciente y diversa mezcla de artistas que combinan en sus rimas la identidad de todo un país, con sus defectos y virtudes.
En la década de 1980 el rap estadounidense comenzó a llegar a México impregnando a los artistas de la época con su emoción y creatividad para trasladarlo a su propio idioma.
El género tardó, sin embargo, un poco en ser digerido y fueron varios los acercamientos como los primeros experimentos del Sindicato del Terror, el pop más comercial con exponentes como Caló, o temas de protesta con la banda 4to del tren.
Ellos sentaron las bases de lo que posteriormente se convertiría en un género identitario particularmente mexicano y urbano que las discográficas internacionales ignoraron, pues con su crecimiento aumentaban estigmas que podrían implicar que se señalase a esos artistas como delincuentes.
Ahora, más de 40 años avalan el género que incluye artistas tan diversos como Control Machete, Cartel de Santa, C-Kan, MC Davo, Hispana, Bocafloja, Santa Fe Klan, entre muchos otros.
EL RAP EN LA CIMA DEL ÉXITO
"Percibo al rap en México desde un penthouse en Huixquilucan (en el Estado de México) viendo toda la ciudad que es aquí a donde me ha traído el hip hop", explica a Efe el rapero de Baja California Alemán, uno de los exponentes más importantes del momento.
Para él, la escena está consolidada y tomando en cuenta su experiencia de "10 años dándole a esta madre (el rap)", el hip hop en el país no va a parar: "el rap es de nosotros, es de México", sentencia.
Al rap mexicano lo define la historia del país y la dura realidad social que azota a la juventud en medio de un contexto precario y violento. Por eso, los temas en el género se repiten: pobreza, violencia, narcotráfico, drogas, alcohol y poder, pero las visiones varían porque algunos las alaban, otros las critican.
"En el rap podemos hablar con una voz que no van a tomar los cantantes de pop ni de rock, a los de rap nos toca alzar la voz y llevar ese mensaje crudo de lo que está en México. Nosotros somos fuertes, duros, luchadores, aguerridos y raza, eso se refleja en las letras de cada uno de nosotros" explica el músico.
EL FIN DE LAS BARRERAS
Las barreras entre géneros musicales antes se erigían como muros infranqueables, pero ahora, en la época de libre acceso a cantidades ingentes de música y a las colaboraciones más inesperadas entre líderes de urbano y baladas, flamenco y reguetón, o urbano y rap regional, las barreras ya no existen y el único límite es la imaginación.
Jimmy Humilde es uno de los exponentes de la modernización del regional mexicano y su mezcla con el rap estadounidense.
Con figuras como Natanael Cano, Ovi, Junior H o Dan Sánchez en su compañía, Rancho Humilde, reúne el amor por México de segundas o terceras generaciones de mexicanos migrantes en Estados Unidos.
Para estos artistas, lo más importante es el recuerdo de sus raíces, algo que alcanzan muchas veces a través del regional mexicano. Pero, por otra parte, crecieron en un contexto estadounidense, influenciados por artistas del rap y el hip hop de ese lado de la frontera.
Estos jóvenes, asegura Humilde en entrevista con Efe, "ya no le cantan a los mafiosos, le cantan a los marihuanos". En sus letras hablan de la calle, del refugio que encuentran en la marihuana o en el lean (bebida hecha con jarabe para la tos), de amor y de sus sueños de hacerse famosos y ganar mucho dinero para ayudar a sus familias.
EN EL LADO DE LA LUCHA
Sin embargo, hay quien considera que el hip hop es algo muy distinto. Es el caso de Dayra Fyah, una rapera de Ecatepec, uno de los municipios más poblados y violentos de México ubicado en el noreste de la capital.
Para ella, el rap y el hip hop se diferencian en que el segundo es eminentemente social, por lo que una de las "reglas no escritas" es que no se puede faltar al respeto.
"Sé que el rap es un lenguaje universal, es una manera fácil para algunos de hacer llegar mensajes que no tienen nada positivo en su impacto social. Hablar de violencia o de drogas es seguir perpetuando esas dinámicas que como sociedad nos están haciendo tanto daño", explicó en entrevista con Efe.
Con letras como "Que el vino se derrame, que todo el mundo baile, hasta que el alma sane, rodeando a esta fogata, quemado lo que ata" Dayra quiere aportar su granito de arena al avance una sociedad con más derechos.
Como mujer que habla de feminismo en muchos de sus temas, a veces le cuesta encontrar la motivación, pero desde hace 17 años el rap es su necesidad, un medio de expresión.
Como ella, otras como Mare Advertencia Lirika o Audry Funk utilizan el hip hop como un arma de revolución, alejado de lo que gran parte de la industria comprende como rap y más cercano a la justicia social.