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María Rivera

03/02/2021 - 12:02 am

Vacunas

La vacunación es la única arma que México tendrá contra el virus, nuestra última esperanza.

La vacunación es la única arma que México tendrá contra el virus, nuestra última esperanza. Foto: Secretaría de Salud.

Ya viene la vacuna, parece ser, para los adultos mayores. Aunque aún no han llegado y el sector médico no ha sido vacunado del todo. Faltan todavía muchas enfermeras y doctores que arriesgan su vida diariamente atendiendo a enfermos de COVID en hospitales y clínicas, públicos o privados, en todo el país. Asimismo, faltan por aplicar segundas dosis de la vacuna de Pfizer que de no aplicarse no servirán para mucho, dejando desprotegidos al personal médico que recibió la primera dosis.

Sin embargo, ya el gobierno anunció, con bombo y platillo en la mañanera del ausente, un sitio para que los adultos mayores se registren. Obviamente, la gente acudió a él masivamente y a las pocas horas colapsó, porque el gobierno fue incapaz de preverlo. Nuevamente, es como si viviéramos en un país que nunca hubiera hecho nada antes y está aprendiendo permanentemente: las cosas fallan, están mal hechas o se hacen rápido y mal. Errores de dedo, erratas, fechas equivocadas, fotos incorrectas. En todos los ámbitos del gobierno lo que aparece es ineptitud.

Sin embargo, y a pesar de las evidencias reiteradas de la negligencia gubernamental, hay mucha gente esperanzada que cree que va a vacunarse muy pronto, en cuestión de días, lo que luce más bien remoto porque aún no hay vacunas en el país.

No sería raro que el gobierno usara la vacunación como arma propagandista y deshonesta “tú dales, pero no les digas cuándo”. Son perfectamente capaces; han demostrado con creces no tener escrúpulos a la hora de decidir sobre la salud y la vida de los mexicanos.

Muy probablemente pasarán semanas entre el registro de las personas y la vacunación. O de algunas de las personas, no todas, porque si siguen con su plan, totalmente irresponsable, de vacunar al último en las grandes ciudades, podrían pasar meses. Ojalá me equivoque y el gobierno de López Obrador entienda que si no vacunan muy rápidamente a toda la población, empezando por las ciudades más pobladas, el virus va a causar un horror mucho peor del que ya conocemos.

Y es que para ganarle al virus tendríamos que estar vacunando a cientos de miles de personas diariamente, para alcanzar una inmunidad del ochenta y cinco por ciento en la población en los próximos meses. Plan que no se ve por ningún lado, la verdad. Aún desconocemos la mecánica, pero tendría que ser así de eficiente y lo único que reluce son gráficas y muchos deseos.

Lamentablemente, suena inverosímil que un gobierno que ha manejado tan mal la epidemia pueda siquiera plantearse ese escenario porque no, no entiende el gran riesgo que el país correrá los próximos meses.

La vacunación es la única arma que México tendrá contra el virus, nuestra última esperanza. Esto debido al criminal manejo que se hizo de la epidemia desde febrero, en la que se decidió no contener la epidemia. Por ello, el futuro sin una vacunación masiva se mira realmente terrorífico. No nos queda ya casi ninguna herramienta de contención y la única que teníamos, el semáforo epidemiológico, que contemplaba el cierre de las actividades no esenciales en el pico de contagios y defunciones, ha sido boicoteado y desautorizado por el propio gobierno, al permitir la reapertura de sectores económicos no esenciales, volviendo el semáforo una mera simulación.

La gravedad de lo que está ocurriendo es inmensa: con una epidemia más activa que nunca, reabrir la CDMX y la zona conurbada, potenciará las nuevas variantes del virus, que seguro ya están en nuestro país, creando una situación totalmente catastrófica capaz de acabar de colapsar el sistema de salud, ocasionando muchas más muertes.

Las reaperturas de restaurantes y negocios en la zona metropolitana, acelerarán la transmisión del virus, aumentarán la movilidad, pero sobre todo, volverán a mandar el mensaje contradictorio y delirante a la gente “si está abierto pues es porque la situación no es tan grave”. Naturalmente, si los negocios están abiertos es para que la gente vaya, aunque, al mismo tiempo, la gente esté muriendo por falta de oxígeno.

El discurso, no solo obsceno, sino esquizofrénico de la Jefa de Gobierno, que mientras solicita a la población tanques de oxígeno y que se quede en casa, reabre el comercio, es un perfecto ejemplo de la deshonestidad y truculencia de los políticos que nos gobiernan, sometidos a poderes económicos y no al “humanismo” del que se ufanan.

Es inaudito que no haya una autoridad en el país capaz de hacer cumplir a la propia autoridad los lineamientos que se crearon para proteger a la población.

Ante un riesgo mayúsculo como el que atraviesa México, y su gente, y ante la catástrofe, no, no hay nadie capaz de evitarlo.
Los ciudadanos estamos inermes ante ellos y lamentablemente serán los ciudadanos quienes paguen con su vida sus decisiones irresponsables.

En este escenario, decía, la vacunación masiva y rápida es nuestra única esperanza.

Ojalá lo entendieran, no dilapiden el poco tiempo que tenemos.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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