Sin Fronteras
04/02/2021 - 12:01 am
¡Lo lograremos! Angela Merkel se despide este año, y ¿su política migratoria también?
En un año crucial para Alemania y Europa, Armin Laschet, el posible próximo canciller, muy cercano a Merkel, visitó el campamento de Moria en 2020 y reconoció que la inmigración es un fenómeno que seguirá existiendo.
Por María José Salcedo
@mariajosesalcdo
Este año, Angela Merkel, quién reposicionó a Alemania como una potencia mundial y redefinió la historia de la Unión Europea dejará su posición como canciller. Aunque no ha sido una tarea fácil negociar una política migratoria, su liderazgo político ha sido clave para el futuro de la Unión Europea. Uno de los momentos que definieron su mandato, fue el gran reto en 2015 de buscar soluciones a la llegada de más de un millón de refugiados y migrantes a Alemania. Ese verano, Merkel fue reconocida internacionalmente por su compasión al afirmar que Alemania lograría integrar a los refugiados. Muchos alemanes abarrotaron las estaciones de tren con pancartas que daban la bienvenida a los refugiados. Fue un verano que demostró la solidaridad del pueblo alemán; un momento histórico en el que Alemania se ponía en acción ante el fracaso del sistema de asilo del Convenio de Dublín.
En 2015, la revista TIME reconoció a Merkel como la persona del año, pues el valor de su gesto radicó en demostrar que era posible convertir una crisis en un desafío de acogida. Paralelamente nacieron movimientos de ultra derecha como la Alternativa para Alemania (AFD), que en la campaña electoral de 2017 asociaron el tema de migración al terrorismo, pintando a los refugiados como árabes en alfombras voladoras que debían regresar a sus países de origen. Ese año, la AFD logró el 12.6% de los votos, lo que le permitió llegar al Bundestag por primera vez. Ello refleja la división de posturas en la sociedad alemana: 60% cree que el país puede lidiar con los refugiados, el 40% no está seguro. A pesar de estas diferencias y del surgimiento de grupos xenófobos, los indicadores de opinión demostraron la aprobación hacia Merkel.
Para Alemania, la migración es una gran oportunidad. Los 400.000 refugiados que han encontrado un empleo constituyen un regalo demográfico para un país que necesita la incorporación anual de un millón de trabajadores si busca mantener su actual potencial económico y de apoyo a una sociedad en envejecimiento. Desde 2015, el proceso de integración cultural, social y laboral se convirtió en un trabajo coordinado entre agencias de gobierno y ONGs que aún persiste. Para Alemania, la situación de 2015 no debe repetirse, por ello la política de integración se ha endurecido, manteniendo una visión práctica y selectiva. Resulta primordial que la protección a refugiados se entienda como algo temporal: cualquiera que llegue a Alemania y quiera permanecer debe reconocer los valores alemanes y demostrar que se tienen las calificaciones necesarias para integrarse al mercado laboral.
A nivel de la Unión Europea, Merkel ha enfatizado que los refugiados no pueden elegir en qué país solicitan asilo ya que deben hacerlo en países de llegada como son Grecia e Italia, a quienes, además, se les ha abandonado para lidiar solos con el problema. Por ello, Merkel ha presionado por soluciones conjuntas a nivel europeo, criticando las decisiones unilaterales de miembros de la unión como Hungría. Para Merkel, Europa debe ser fiel a los valores del multilateralismo y actuar bajo el consentimiento conjunto de los estados socios. Asimismo, ha instado a que las fronteras externas de Europa en Medio Oriente y el norte de África se fortalezcan a través de acuerdos, como el existente con Turquía.
En un año crucial para Alemania y Europa, Armin Laschet, el posible próximo canciller, muy cercano a Merkel, visitó el campamento de Moria en 2020 y reconoció que la inmigración es un fenómeno que seguirá existiendo. Apuntó la necesidad de evitar situaciones como la de 2015, dónde más allá de implementar políticas de distribución de refugiados, se promueva el fortalecimiento de las fronteras de la Unión Europea hacia el Mediterráneo a través de acuerdos con Marruecos, Túnez, Argelia, Egipto y Líbano.
Será un gran reto para el próximo canciller lograr el liderazgo en política migratoria que Angela Merkel desarrolló durante tantos años. Empero, todo apunta que la Unión Europea se enfocará en prohibir que la gente llegue de forma ilegal. No es una prioridad abrir vías legales para demandar asilo y es difícil saber qué se negociará con los países de Medio Oriente y África del Norte con tal de que mantengan a los refugiados con solicitudes rechazadas. Aún más preocupante es la capacidad de estos países para garantizar la protección de los derechos humanos de los refugiados mientras esperan respuesta a sus solicitudes. Tal parece ser que aún con los mejores esfuerzos de Merkel, Europa seguirá apostando por el fortalecimiento de sus fronteras a fin de evitar que el Mediterráneo siga siendo el lugar donde desde 2014, de acuerdo a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 34,532 personas han perdido la vida en su intento por lograr una vida digna.
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